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Camino de Santiago. Sarria (II). Monasterio de la Magdalena. Las Cuatro Portadas y el Claustro.


El Monasterio de la Magdalena, o Convento de la Merced, de Sarria tiene una honda vinculación con el Camino de Santiago. Hoy vamos a ver las cuatro portadas de la fachada principal: románica, gótica, renacentista y barroca. También el claustro, y algo de la historia del Monasterio.

Todo ello siguiendo las doctas palabras del Padre D. Luis Solla Fontán, cuyo conocimiento se halla reflejado en la monografía que publicó en 1996 sobre el Convento de la Merced.

Click Aquí para ver la iglesia del Convento.




Coordenadas de situación de Sarria en Galicia. Amplíe el mapa y llegará al Monasterio de Santa María Magdalena: 42.778521, -7.420918

En este enlace se pueden ver nuestros pasos por el Camino de Santiago desde O Cebreiro. Click Aquí.


Nota del Autor: Los textos que figuran en cursiva han sido extraídos del libro titulado El Convento de la Merced. Monasterio de la Magdalena de Sarria, Editorial Edilesa, 1996, escrito por el P. S. D. Luis Jaime Solla Fontán, historiador, a quién tuve ocasión de conocer en una de mis dos visitas al Monasterio y a quien guardo una profunda gratitud por la forma en la que me atendió y su guía y explicaciones en la iglesia y el claustro.

En palabras, pues, del P. Luis Solla:

Descendiendo desde el Campo de la Feria, lo primero que vemos del antiguo monasterio es el ábside gótico poligonal de la capilla Mayor de la Iglesia. Al acercarnos llaman la atención sus contrafuertes, salientes en exceso, su ventana gótica geminada y sus cornisas adornadas de bolas en sus escocías o medias cañas. Es de factura gótica tardía de principios del siglo XVI.




Iremos intercalando, debajo de cada foto, apuntes acerca de la historia del Monasterio:

Desde siglos atrás viene siendo conocido en la comarca como el Monasterio de Santa María Magdalena. Fue siempre un monasterio de tipo medio, tanto por sus dimensiones constructivas y calidades arquitectónicas, como por su importancia y proyección económica, cultural, social y apostólica.

Está situado en el Camino de Santiago, a una distancia equidistante de doscientos metros, aproximadamente, entre el Hospital de San Lázaro y el puente “Da Áspera”, al O-NO del viejo núcleo de la “Vila Nova” de Sarria y de los restos de la antigua fortaleza que la preside, en un cerro de una altitud de 475 m., sobre el cual también se levantó antiguamente un castro que, andando el tiempo, se transformó en medieval fortaleza y en sus alrededores en albergue de capillas y ermitaños.


La fachada principal del Monasterio de Santa María Magdalena nos va ofreciendo la rica variedad de las portadas de distintas épocas históricas.





Aquí vemos dos contrafuertes, la ventana geminada y tres de los diferentes escudos que iremos encontrando en diversos lugares del Monasterio.

D. Luis comenta acerca de los escudos:

Además de los escudos, blasones y signos gráficos que recuerdan la impronta de las instituciones religiosas que vivieron entre sus muros (la cruz patada o ensanchada de los “magdalenos”, el corazón asaeteado de los agustinos y la cruz y barras de los mercedarios), también adornan sus paredes los de otros patronos, titulares de fundaciones y bienhechores del monasterio-convento.

Pertenecen a las familias nobles e hidalgos solariegos de la comarca o emparentados con ellos: los Castro o Lemos, los Balboa, los Somoza, los Díaz, los Valcárcel, los Osorio, los Enríquez, los Figueroa, los Saavedra, los Ribadeneira, etc.




Sus orígenes se remontan a los primeros años del siglo XIII. Cuenta la Tradición, oral y escrita, que dos religiosos o ermitaños venidos de Italia en peregrinación a Santiago se quedaron, a su vuelta, en una capilla-ermita de San Blas de este cerro, para desde ella atender y acompañar a los peregrinos del Camino a Santiago de Compostela. Pertenecían estos religiosos a la “Congregación de la Penitencia de los Mártires de Cristo”.

Los que en un principio vivían como ermitaños, andando el tiempo, ya en la época románica tardía gallega, construyeron un pequeño monasterio e iglesia bajo la advocación de Santa María Magdalena, por cuyo motivo fueron conocidos popularmente en la comarca como los frailes “magdalenos”.


Vidriera que luego veremos en el interior y el primero de los escudos a los que nos referimos: En el paramento del cuerpo superior poligonal sur del ábside de la capilla Mayor. Blasones de la casa de Lemos: Castillos y leones de los Enríquez, lobos pasantes de los Osorio.




Vivían estos religiosos – conocidos también en algunos documentos como “Laudantes Deum”-  al modo monacal y con cierta dependencia de los obispos lucenses, a tenor de un documento de 1251, pero de reconocimiento pontificio y bajo la Regla de San Agustín, como consta en un documento o Bula pontificia de 1332, por la que el Papa Juan XXII concedía, entre otras gracias, indulgencias a los bienhechores del Hospital de peregrinos de Sarria y donde hace constar que en él se daba limosna y cama a todos los peregrinos que van a Santiago, así como atención médica y sepultura en caso de enfermedad o fallecimiento en la villa.

Formaban una especie de Orden autónoma juntamente con sus anejos esparcidos por la comarca y en torno al Camino de Santiago. Parece ser que vestían hábito blanco con una cruz roja ensanchada o patada sobre el pecho, tal vez por ciertas vinculaciones con los templarios también entonces avecindados en la comarca.


La vidriera vista desde el interior de la iglesia. Izquierda: San Pedro Nolasco, fundador de la Orden de la Merced. Derecha: San Ramón Nonato, santo y mártir mercedario. La vidriera es de 1903.




En este régimen monacal autónomo, de reconocimiento papal, vivieron hasta el año 1568, en que Pío V, a petición del Rey de España, Felipe II, siguiendo las tendencias unificadoras, centralistas y autoritarias de la época, los redujo de forma traumática a la Orden de San Agustín.

En la época ya agustiniana gozó, sin duda, épocas de gran esplendor, como muestran los restos arquitectónicos, que en su mayor parte pertenecen a los siglos XVI, XVII y XVIII.


A la derecha el segundo escudo: En el contrafuerte sur de la cabecera del ábside de la capilla Mayor. Blasones de la casa de Lemos: Roeles de los Castro, castillo y león de los Enríquez, lobos pasantes de los Osorio.




La barbarie, autodenominada “ilustrada y progresista” y bajo el sacrosanto lema laico de “libertad, igualdad, propiedad y fraternidad”, arrasó por decreto “legal y liberal”, seis siglos de presencia cultural, apostólica y de convivencia fraterna y pacífica de estos monjes “magdalenos” en un tiempo, y frailes agustinos entonces, mediante la nunca suficientemente autoponderada Desamortización y Exclaustración de 1835. En efecto, el 12 de septiembre de 1835 se procedió a la exclaustración de los frailes del Convento de la Magdalena de Sarria, en virtud del Real Decreto de Su Majestad.

Anexionados los bienes y las rentas del convento por el Estado liberal y vendidas al mejor postor, la iglesia y sacristía quedan para uso religioso bajo la administración del párroco del Salvador, y las demás dependencias del convento pasaron a la custodia y atención del Ayuntamiento, que instaló en ellas la cárcel de la villa y la residencia del carcelero y su familia.


En el contrafuerte a la izquierda de la imagen vemos en su parte superior un tercer escudo y la cruz en la parte inferior: Este primer signo de cruz en forma de emblema de orden hospitalaria o militar, que unas veces se acerca a la cruz flordelisada (como en este caso) y otras a la cruz patada, campea en varios lugares del templo y del convento.




Sesenta años de incuria y abandono, de confiscaciones y hurtos dejaron el convento expoliado de archivo, biblioteca, muebles, ornamentos, vasos sagrados, etc. Tal era el estado ruinoso del convento que cuando en 1882 el obispo de Lugo, D. Benito Murúa invitó a los agustinos de la Provincia Filipina a instalar en él un colegio seminario para misioneros en Ultramar, éstos, ante el grado de deterioro del edificio, desistieron de tal propósito.

En vista de ello, el Sr. Obispo Murúa invita al P. Boneta, mercedario, a visitar el convento agustino de Sarria para ver la forma de instalar allí el noviciado y una preceptoría, en beneficio docente para la Orden, la diócesis y la comarca. El P. Boneta vuelve desalentado de su visita a Sarria, no sólo por el estado ruinoso del convento, sino por otros inconvenientes de tipo jurídico y de vecindad incómoda.


El tercer escudo que vemos: En el contrafuerte del tramo recto del ábside de la capilla Mayor. Blasón de D. Nuño López de Guitián: León y ondas de los Balboa, dados de los Somoza, barras o estacas de los Valcárcel.




Resueltas en su mayor parte las dificultades jurídicas y de vecindad de propietarios de la antigua huerta del convento, el 2 de agosto de 1896 llegan los primeros frailes mercedarios a Sarria. La expedición estaba compuesta por tres sacerdotes, tres hermanos y siete coristas.

Los veinte primeros años fueron de restauración y afincamiento.

Con el P. Antonio Hortas, primer comendador, venía un equipo, aunque joven, ya avezado en el oficio de restauración.

El 22 de febrero de 1897 llegan, de Poyo, los primeros novicios con su Maestro, el P. Pedro Calvelo.

Durante el superiorato del P. Inocencio López Santamaría (1900-1906) se restauró piso y techumbre de la iglesia. Fue entonces cuando se puso el piso de madera, que fue sustituido por el actual de losas de piedra en 1968, siendo superior el P. Estévez, y las falsas bóvedas de crucería en consonancia con las de piedra de la capilla Mayor, y las de la capilla del Santo Cristo, que perduran en la actualidad.

Durante el superiorato del P. Pedro Pascual Miguel se restauraron las llamadas “habitaciones del obispo”, que habían sido construidas a finales del siglo XVIII, con la ayuda del Sr. Obispo Armañá, agustino catalán.



A la derecha el ábside y a la izquierda lo que el P. Solla define como un cuerpo rectangular de tiempos anteriores (al siglo XVI) como parecen demostrar su factura entre un románico olvidado y un gótico no aprendido, como testimonia el cornisamiento que ni ha dejado de ser de canecillos ni se ha decidido por ser cornisa.




En el superiorato del P. Nolasco Gaite (1907-1914) fueron muchas las obras de restauración y mejora que se hicieron en todo el convento: las obras de la portería, recibidor y refectorio y de la “Sala Prioral”, con pisos, techos y tabiques nuevos para Biblioteca de la comunidad.

También en su tiempo, visitaron el convento y oyeron misa esa mañana (4.2.1912) S. S. M. M. los Reyes de España, D. Alfonso XIII y Dña. Victoria Eugenia, de paso para Ferrol con motivo de la botadura del acorazado “España”.

Le siguió el superiorato del R.P. Severino Vega, y en su tiempo el celo apostólico y el culto litúrgico, tanto en las iglesias de la Parroquia del Salvador y anejos, como en la iglesia conventual. Para solemnizar, precisamente, los actos litúrgicos para ésta última se adquiere el órgano del coro, fabricado en Ludwigsburg (Alemania) y traído de Poyo, que había sido su primer destino.

Dado por terminado el periodo restauracional, se inaugura un periodo en el que la comunidad se dedica fundamentalmente a la educación de los formandos, novicios y postulantes.



Portada románica de Santa María Magdalena y escudo.




De 1967 a 1979 funcionaron simultáneamente clases para los postulantes-seminaristas y para los alumnos del nuevo colegio abierto al público, para subsanar la falta de plazas en la enseñanza primaria de la Comarca y paliar la inexistencia de puestos escolares oficiales en la Secundaria.

En 1981, habiéndose abierto el Instituto de Bachillerato de Sarria, se cerró el Colegio de Bachillerato de la Merced –“Padre Severino”-.

En 1991 se entregó la parroquia del Salvador con sus iglesias sufragáneas a la diócesis y, desde entonces, la comunidad mercedaria dedica su actividad a atender el Colegio de Primaria y EGB, a atender el culto litúrgico de la iglesia conventual, a la Orden Tercera y Amigos de la Merced, a colaborar con el clero diocesano y a otras actividades caritativas y humanitarias.



Escudo: En el paramento exterior de la capilla del Sagrado Corazón (trasladado aquí tardíamente). De la casa señorial de los Trebolle (Páramo): León de los Balboa, hojas de higuera de los Figueroa, grifo y gallardete de los Saavedra.





La portada de Santa María Magdalena.

En este tramo poligonal de la iglesia apareció en noviembre de 1953 una puerta, hasta entonces tapiada. Es sin duda, la que daba acceso al templo cuando éste estaba orientado de NE a SO.

Es de factura románica tardía. Presenta en la arquivolta tres arcos apuntados sobre dos pares de columnas acodilladas – hoy desaparecidas – y el más exterior se apoya en el lienzo de la pared, que enmarcan la puerta y el tímpano, apoyado éste sobre impostas al parecer historiadas, con rostros-esfinge, lo mismo que los capiteles, a tenor de lo poco que se conservan.





El que atrae la atención es el tímpano: en alto relieve aparece la imagen de Santa María Magdalena con un frasco de perfumes entre las manos. La rodean tres figuras en bajo relieve que representan una nave velera con cuatro navegantes, un castillo y una cruz patada o ensanchada.





Dice la leyenda hagiográfica que la santa heredó y vivió en el castillo de Magdala o Magdalón hasta que ella, sus hermanos y criados fueron expulsados por los judíos y viajaron hasta Marsella, donde ella continuó su vida penitente en una gruta de los montes cercanos a la ciudad y donde, durante años y siglos después de su muerte, los cristianos le rindieron culto y, andando los años, se le levantó un templo como patrona de la ciudad.





La cruz patada o ensanchada, que aparece también en otros dos lugares del templo y en las antiguas campanas, que en los años posteriores a la Exclaustración fueron trasladadas al Salvador, puede hacer referencia a la vinculación de estos primeros frailes a los caballeros del Temple, de quien parece que heredaron – por intermediarios – algunos bienes y misión similar.





Aquí las portadas románica y gótica, a la izquierda.





La portada gótica.

La segunda portada, por la que se entra en el templo en la actualidad, es de un sencillo estilo gótico tardío. El abocinamiento se consigue mediante cuatro finos arquitos apoyados sobre unos simulacros de capiteles y continuados verticalmente por finos baquetones en oficio de columnas que, a su vez, se apoyan en basas características del estilo gótico.




Entre baquetón y baquetón se intercalan tres escocias, corridas en su mismo sentido, lisas las laterales y la central adornada por una guirnalda de rosetas entre las que se intercalan cuatro figuritas – pareadas de dos en dos a media altura – de factura ingenua y actitud orante.

Recubre las arquivoltas una especie de guardaaguas saliente en visera en cuya escocia se aloja un rosario de bolas características –por su tamaño y disposición- de otros cuerpos del edificio y que parecen reclamar contemporaneidad y autoría. Rematan y encuadran lateralmente el conjunto unos chapiteles o agujas.







Caminando sobre el mosaico nos dirigimos hacia la portada renacentista.









La portada principal.

La tercera portada es la que da entrada al convento. Es de un sencillo y austero estilo renacentista. Flanqueada por dos simples pilastras apoyadas sobre una basa –zócalo toscano de plinto y toro- y bordeada de una simple moldura, da paso al zaguán que comunica con la portería, recibidores y claustro bajo.

El conjunto nos hace pensar en las portadas principales de tantos pazos que señorean nuestras campiñas.




Sobre el arco de la puerta apoyado en una repisa y rematado por un sencillo tornaaguas, se alza un amplio balcón con barandilla de hierro forjado. La puerta que en el segundo cuerpo da salida de la biblioteca a dicho balcón está flanqueada por dos simples pilastras.

Escudo, con el corazón asaeteado, de los agustinos.





La Torre.

Situada a los pies de la iglesia y ocupando una esquina de uno de los recibidores, posiblemente sea uno de los elementos añadidos durante los trabajos de la “obra nueva” (siglo XVIII). Mediante una escalera de caracol se accede al cuerpo de las campanas, antes desde la planta baja de la iglesia y en la actualidad desde el coro. El cuerpo de las campanas se puede clasificar como obra de factura compostelana.




Las campanas son ya obra encargada por los Mercedarios, ya que las anteriores habían sido instaladas en la iglesia del Salvador durante el tiempo de la exclaustración. Las dos mayores (“Virgen de la Merced” y “San Pedro Nolasco”) se hicieron en los talleres de Fundición de Aguirre-Sarasúa-Bilbao, 1897, y son donación del pueblo de Sarria. Y la pequeña, de vuelo, se hizo en Lugo en 1903.





La “Puerta de los Carros”.

El nombre popular sería digno de tal puerta si al pronunciar carro pensáramos en señoriales carrozas, ya que es la de más empaque y señorío, y donde se demuestra el mayor conocimiento y dominio de las ciencias y artes arquitectónicas. No es una simple portada, es el centro director de todo un conjunto unitario y coherente del barroco. Conjunto que se conoce en la tradición, oral y escrita, como la “obra nueva” o “habitaciones del obispo”.

Es aquí donde está situado el albergue para peregrinos, dotado de 110 plazas (http://www.alberguesdelcamino.com/sarria/albergue-monasterio-de-la-magdalena).





Es un conjunto amplio formado por tres calles. Las dos laterales, simétricas, enmarcan la central que es propiamente la portada, la popularmente conocida como “la puerta de los carros”.

Atención especial nos merece el cuerpo central del conjunto barroco o portada. Desde el antiguo camino real se accede a la puerta principal pasando por una corta avenida a modo de glorieta con muros de sillería moldurada, asientos adosados y respaldos rematados en sillares semicilíndricos, pero con los pilares que lo enmarcan despojados desde el pasado siglo de sus remates de pináculos barrocos, como sin duda correspondía.





El frontón, por sus destacadas dimensiones, por el perfecto encuadre que le hacen los airosos remates y las grandilocuentes chimeneas, típicamente barrocas, así como por el grandioso relieve del tímpano, nos hace pensar en una especie de un cuarto cuerpo de la portada exterior.





El tímpano del frontón recoge en alto relieve, bajo su sobresaliente tornaaguas semicircular y circundado por la leyenda “Sicut Aquila provocans ad volandum pullos suos…” (Dt. 32,11a), un grandioso escudo de la Orden de San Agustín, con los siguientes elementos: una majestuosa águila explayada-coronada, a modo de campo heráldico, cobija el capelo de obispo, y, entre sus borlas, el corazón saeteado y encendido en llamas. La corona de factura calada que lo cubre sobresale sobre la cabeza del águila y está rematada en cruz.





Parte del Monasterio denominada “Habitaciones del Obispo”. Escudo: En el ángulo oeste del convento, “habitaciones del obispo Armañá”. Recoge los atributos episcopales y armas del Sr. Obispo Fray Francisco Armañá. O.S.A.




En el siglo XVIII, entre los años 1780 y 1790, ayudada económicamente por el Obispo de Lugo, Fray Francisco Armañá, agustino catalán, la comunidad emprendió la llamada “obra nueva”, de estilo barroco en la fachada principal –“Puerta de los carros” y “habitaciones del obispo Armañá”- y el resto de las dos alas de las esquinas noroeste y norte, en “estilo funcional”, que dieron origen al nuevo patio interior.


Y volvemos, rodeando el muro exterior, hacia la portada renacentista para entrar al convento.





Vamos a entrar, pues, al convento.







Escudo mercedario.





Un acebo.





Portería. Tocamos la campana, a la derecha de la imagen, y esperamos.





Desde la portería o recibidor miramos a la derecha mientras esperamos a que nos abran. El acebo.





Y ahora miramos a la izquierda. Vemos los dos escalones de la puerta gótica y a la derecha de la imagen una de las flecha amarillas que nos indicará el camino para seguir el Camino cuando terminemos nuestra visita al Monasterio.





El Claustro.

Entramos al claustro desde el recibidor, por una de las ocho puertas que hay. Tomando como referencia la orientación de la portada románica de la iglesia (que no es la actual orientación) diríamos que este es el lado oeste del claustro.

A falta de in “Libro de fábrica” o de algo que haga sus veces, de muy pocas obras realizadas en el convento podemos dar fechas concretas de fabricación. Lo único que parece más seguro es que cada planta responde a distintas concepciones artísticas y es obra de distintos artífices.

Para la planta baja, dada su factura gótica arcaizante, se ha dicho que puede ser obra de cualquiera de los tiempos comprendidos entre los siglos XIII y XVI. Por las bolas de los capiteles me inclino a hacerlo contemporáneo de otras obras de la iglesia que llevan el mismo sello, principios del XVI.

La planta alta no puede ser de antes de finales del siglo XVI, ya que en el tiempo de la reducción a la Orden agustiniana era aún de madera.





Llama la atención el pavimento de este claustro bajo hecho a base de pequeños cantos rodados de río, formando trenzados de figuras geométricas. En uno de los recuadros está representado el escudo de la Orden de San Agustín (siglo XVIII).





Vemos a la izquierda el lado oeste y a la derecha el lado sur, a donde da la puerta de acceso al claustro desde la portería.




De las ocho puertas que arrancan del claustro cuatro son molduradas: una de románico tardío que antiguamente comunicaba con la iglesia y tres de factura gótica: la de “gracia”, la de la sacristía y la que lleva al arranque de la escalera principal.


Desde el mismo punto que en la imagen anterior vemos el lado sur. A la derecha de la imagen está la puerta de acceso al claustro desde la portería, al fondo el acceso a la iglesia por la “Puerta de Gracia” o de las procesiones y la puerta de románico tardío. En este lado sur como veremos hay una imagen de Notre Dame de la Merci.





En esta esquina entre el lado oeste y el sur está la puerta de acceso al albergue desde el claustro.





Vista del patio del claustro desde el centro del lado oeste.




En la planta baja, sobre un podio corrido, se levantan ocho sencillos pilares poligonales poco airosos por ala, excepto en la noroeste que son sólo siete. Estos se apoyan sobre unas pequeñas basas de tronco piramidal y, mediante una especie de capiteles también poligonales (en forma de dados), sostienen las dovelas de los arcos apuntados. Destacan y son características las bolas que adornan los capiteles.





Ahora vemos el lado oeste otra vez pero desde la esquina contraria, la noroeste. Al fondo de la imagen se ve la puerta de acceso al claustro desde la portería y en el muro que se ve a la derecha al fondo está la puerta del albergue que hemos visto antes.





La planta superior del claustro consta de  nueve ventanales por ala, excepto la del noroeste que tiene sólo ocho, separados por columnas cilíndricas esbeltas, sostienen arcos de medio punto. Forman un conjunto de traza renacentista, sencillo, elegante y alegre que contrasta con el tono austero medieval de la planta baja.





Este es el lado este. Al fondo de la imagen vemos la “Puerta de Gracias”, de acceso a la iglesia; a su izquierda la puerta románica, que también da a la iglesia, y más a la izquierda, en primer término la de acceso a la sacristía, gótica.





Y llegamos a la esquina sureste del claustro donde vemos la “Puerta de Gracias”, a la derecha y, a la izquierda la puerta románica, ya más de cerca.





La puerta románica.







Este es el lado del claustro que nos queda por ver. Desde la puerta románica vemos el lado sur, a la izquierda la entrada a la iglesia por la “Puerta de Gracias” y, al fondo, la puerta de acceso desde la portería y la puerta al albergue.





Recorremos una parte del lado sur antes de entrar en la iglesia para ver la imagen de Notre Dame de la Merci, Nuestra Señora de la Merced.





Hasta aquí ha llegado la parte de nuestra visita al Convento de la Merced o Monasterio de Santa María Magdalena de Sarria, dedicada ver el exterior y el claustro del convento. La iglesia la podremos ver en el próximo capítulo.

Fin.


Comentarios

  1. Agradezco mucho estos aportes. Recientemente hice el camino y quedé prendada con este monasterio. Pero, mi entusiasmo contrastó con la apatía de los monjes, que no lo explicaron y contestaban de forma parca y sin interés las preguntas que le hice. Wikipedia tampoco dice mucho sobre él. Saludos

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