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Santa Eulalia de Bóveda. Monumento Tardorromano. Lugar Singular. Provincia de Lugo.


Estamos en Bóveda de Mera, cuya parroquia de Santa Eulalia pertenece al municipio de Lugo. Visitamos un lugar singular, fascinante, que los numerosos autores que la han estudiado y estudian, desde su descubrimiento en 1926, sitúan en la época tardorromana, siglo IV, al menos en su origen. Al lado de la iglesia parroquial, de estilo barroco gallego, y debajo de ella, está el monumento, fruto de la evolución de diversas fases constructivas.

Se compone de un nártex abovedado y un espacio en el interior formado por tres naves y un ábside. Aquí está la piscina rectangular, descubierta en 1952, que hace pensar en un ninfeo o lugar de culto a las aguas. Y aquí están también las extraordinarias pinturas murales que decoran las bóvedas. También son de destacar los bajorrelieves en el nártex y la puerta de acceso al interior.





Coordenadas de situación de Bóveda de Mera en Galicia. Amplíe el mapa y llegará a Santa Eulalia de Bóveda: 42.980151, -7.686009


Nota: Entre la ingente cantidad de información, estudios, trabajos, etc., acerca de Santa Eulalia de Bóveda, hemos tomado unas notas, en cursiva, del texto titulado Evolución constructiva de Santa Eulalia de Bóveda (Lugo, Galicia). Se publicó en: Arqueología de la Arquitectura, 6, enero-diciembre 2009, págs. 149-198. Sus autores son: Rebeca Blanco-Rotea (Laboratorio de Patrimonio (LaPa) – CSIC); Rosa Benavides García (TOMOS Conservación y Restauración, S.L).; Jorge Sanjurjo Sánchez (Instituto Universitario de Xeoloxía «Isidro Parga Pondal». Universidade da Coruña) y Daniel Fernández Mosquera (Instituto Universitario de Xeoloxía «Isidro Parga Pondal». Universidade da Coruña).


Un primer comentario de los autores en el resumen de la obra:


El conjunto monumental de Santa Eulalia de Bóveda (Lugo, Galicia) es una de las arquitecturas más emblemáticas, pero también problemáticas, del patrimonio lucense. Desde su descubrimiento en el año 1926 muchos han sido los investigadores que han analizado el edificio desde un punto de vista arquitectónico, arqueológico, artístico e incluso simbólico, aportando variadas interpretaciones sobre este conjunto. Sin embargo, todavía no existe un consenso sobre su cronología, su funcionalidad o su evolución constructiva.



Llegamos a Bóveda de Mera, en una mañana primaveral.





Nos situamos frente a este panel informativo, titulado: Aldea de la Parroquia de Santalla de Bóveda de Mera.




Antes de leer el texto nos fijamos en el mapa, o plano, que nos muestra el panel.




Texto:

Bóveda (aldea de la parroquia de Santalla de Bóveda de Mera).

La aldea central de la parroquia de Bóveda, famosa por el monumento romano, es además una de las joyas más bellas y mejor conservadas de la arquitectura popular de las tierras centrales de Lugo. Media docena de casas grandes y rodeadas de nobles construcciones auxiliares, entre las que se cuentan hórreos de bella ejecución, todo construido en bien labrados sillares y mampostería del excelente granito en que esta parroquia es tan rica (las grandes canteras de Vilanova).

Además, el conjunto está perfectamente articulado desde el punto de vista urbanístico, incluso con su plaza junto a la iglesia. En algunas de las edificaciones sobrevive aún el singular tejado cubierto con las grandes lanchas o lajas de granito que, por falta de losa en la comarca, han sido tradicionalmente usadas en el Valle del Mera también para estos menesteres.





Caminamos hacia la iglesia. Vemos que el muro que cierra el recinto en esta parte está a un nivel más bajo que el de la iglesia. En este muro, a nivel de esta pista asfaltada, está el acceso al monumento romano y aún habrá que bajar unas escaleras para llegar al mismo. Esto lo veremos más tarde.




Rodeamos el recinto y nos situamos frente a la fachada principal de la iglesia, en el exterior del atrio.




Hay unos bancos y otro panel informativo.





En el panel se puede leer:

Tierras de Agua y Cultura.
Iglesia parroquial de Santalla de Bóveda de Mera.

Iglesia del siglo XVIII, con la característica fachada del barroco rural gallego, pero con la nave y la capilla mayor formando un espacio único. Su muro norte se levanta sobre la pared sur de un misterioso monumento tardorromano con escasísimos paralelos en todo el territorio imperial. En la nave central de éste, una piscina rectangular hace pensar en un ninfeo o lugar de culto a las aguas. Los elementos arquitectónicos y relieves de la fachada, de gran interés histórico y artístico, palidecen ante las pinturas polícromas, muy bien conservadas, que cubren la bóveda. Soterrado durante siglos, fue descubierto en 1926 y casi inmediatamente declarado Monumento Nacional. Antes de la iglesia barroca hubo una iglesia medieval levantada encima del monumento romano, de la que se conservan restos en la oficina de información.






Atendemos ahora a la siguiente reflexión por parte de los autores, en el epígrafe de su trabajo titulado: Un edificio complicado.

Santa Eulalia de Bóveda es el clásico ejemplo de una arquitectura por la que han pasado diversos investigadores que la analizaron desde distintos campos disciplinares. Este hecho ha confluido en una gran disparidad interpretativa, tanto desde el punto de vista funcional como cronológico, que ha llevado a encuadrar Santa Eulalia como un ninfeo tardorromano o un edificio cristiano asturiano, con toda una serie de variantes entre ellos. De ello se puede hacer una primera lectura, que podríamos resumir de la siguiente manera: en este monumento están presentes técnicas, materiales, formas y decoraciones que se pueden relacionar tanto con el mundo romano como con el paleocristiano o el altomedieval.

De este modo, cada autor ha maximizado aquellos de estos aspectos que ha considerado que tenían un mayor peso dentro del edificio, contribuyendo a primar una u otra interpretación. Si a ello añadimos la cantidad de datos que se han ido sumando y, a la vez, perdiendo desde su descubrimiento, con las aportaciones de diferentes autores, con las distintas intervenciones o las restauraciones más o menos acertadas, nos encontramos con un edificio al que hay que incorporar una memoria reciente que debe tenerse en cuenta en su actual lectura. Memoria que empieza en 1929 y finaliza en el 2007, posiblemente con solución de continuidad en el tiempo.




Nos acercamos a la parte norte de la iglesia. Vemos los restos de un muro protegidos por una estructura acristalada. Se trata de lo que queda de la segunda planta del edificio original, que los autores encuadran en la fase III de la evolución constructiva del monumento (los autores señalan, como más adelante veremos, cuatro fases en tal evolución).




Desde aquí miramos hacia la plaza principal de la aldea.




También desde aquí arriba observamos las escaleras que bajan al nártex y al resto del monumento.




El muro norte de la iglesia y la espadaña. Nos acercamos a la barandilla que se ve en la imagen para bajar al nivel de la fachada.




Ahora vamos a recorrer la parte sur de la iglesia hasta las escaleras de bajada a la pista asfaltada.

Aquí vamos a recoger el resumen que hacen los autores de las distintas interpretaciones que a lo largo de los años, desde su descubrimiento en 1926, han hecho los expertos, eruditos, etc.:

Como ya habían apuntado algunos autores, no podemos hablar de una única Santa Eulalia, sino de varios edificios que partiendo de una forma específica, en palabras de Baker, se han ido superponiendo en el tiempo.

Las transformaciones espaciales que ha sufrido Santa Eulalia han ido acompañadas, probablemente, de cambios funcionales que llevaron a sus usuarios a ir transformando poco a poco el edificio original en el conjunto monumental que hoy conocemos, incluyendo la iglesia parroquial de Santa Eulalia de Bóveda de Mera, que se construye a finales del siglo XVIII y que afectará a la conservación del edificio original, o las distintas actuaciones que a lo largo del siglo XX se han llevado a cabo en él con mayor o menor fortuna.

Con la intención de situar al lector haremos un breve resumen sobre las principales corrientes interpretativas del monumento, que se mueven entre vincularlo a un origen cristiano o pagano, en cuanto a su funcionalidad, y romano o altomedieval en cuanto a su cronología.




Las primeras interpretaciones sitúan al monumento como tardorromano, entre los siglos IV-V, y con un predominio cristiano, sería el caso de López-Martí (1934) quien encuentra en el monumento paralelos con el arte paleocristiano de las catacumbas romanas. A esta interpretación se sumará Martínez Morás (1927).

En 1935 Schlunk considera que el edificio tendría un origen romano, que fecha de forma provisional en el siglo IV, y una función funeraria relacionándolo con paralelos orientales del sur de Rusia y Siria. Incluye, inicialmente, la transformación del edificio en templo cristiano en el siglo IX, con la construcción de las arcadas, la reconstrucción de la bóveda y la decoración pictórica. Sin embargo, tras el descubrimiento por Chamoso de la piscina asume la interpretación de que se trata de un santuario medicinal, retrasando hasta época romana la reforma del interior del edificio.

Ángel del Castillo (1932) lo identifica como un templo consagrado a las ninfas posiblemente del siglo IV. Gómez-Moreno (1949) considera que tanto la arquitectura como la decoración serían romanas con influencias del mundo oriental, pero retrae el origen a finales del siglo III.




A partir del descubrimiento de la piscina, Chamoso Lamas (1952) vincula el origen del edificio a un ninfeo y la transformación del edificio a una fase visigoda con la introducción de las arcadas y la amortización de la piscina.

Núñez (1978) considera que las características arquitectónicas de las fases iniciales del monumento se relacionan con la cultura castreña y que la transformación del edificio en un templo cristiano se produciría en el siglo VIII.

Acuña (1973) identifica también dos momentos constructivos, un edificio romano del siglo IV de una sola nave y una etapa cristiana con una planta basilical y la amortización de la piscina. Arias Vilas (1980) acepta también la existencia de dos fases, pero considera que la arquitectura y la decoración son coetáneas y las data en torno al siglo IV.




Rodríguez Colmenero (1992 y 1993) relaciona el origen de Santa Eulalia con cultos de religiones orientales e identifica dos etapas constructivas en época pagana y otra en época cristiana, fechada esta última en la segunda mitad del siglo IV. Singul (1997 y 1998) considera que existirían también dos fases paganas (correspondientes a un edificio subterráneo de planta rectangular y a un edificio de dos plantas abovedadas, con nártex y ábside la inferior, respectivamente; y una cristiana (en la que se produce la división interna y el uso como baptisterio, amortizado posteriormente para uso basilical, fechada en la segunda mitad del siglo VI en la que se realizarían las pinturas.

Finalmente, Vidal Caeiro (2003 y 2006) propone la existencia de cinco fases constructivas, un edificio romano de aula rectangular; un edificio visigodo datado a finales del siglo V-finales del siglo VII, en el que se construye el ábside y una nueva fachada con el arco de herradura; un edificio perrománico del siglo VIII en el que se construye el piso superior, se retrae la fachada para construir un nuevo ábside abovedado y se construye la bóveda del aula; un edificio perrománico del siglo IX en el que se llevaría cabo la decoración pictórica, la arquería interior y el alfiz mozárabe de la entrada; en la última fase se incluirían las restauraciones contemporáneas).




Después de estas puntualizaciones, nos encontramos ya en la parte de la cabecera de la iglesia, a la izquierda, y las escaleras de bajada a la pista asfaltada.




Divisamos la puerta de acceso al monumento romano. En el centro de la imagen, en la parte superior, vemos la estructura acristalada que protege los restos del muro, único resto del segundo piso del monumento.




Entramos. Bajamos las escaleras. Nos situamos frente al nártex. Vista en redondo, de izquierda a derecha.




En esta vista del nártex intercalamos párrafos en los que los autores nos ilustran:

Trataremos de analizar los pormenores constructivos de los primeros edificios de Santa Eulalia, concretamente los correspondientes a las fases I, II y III.
Nota: Los autores también se refieren a una fase IV, que se circunscribe a las actuaciones realizadas en el edificio en época contemporánea.

Fase I.

De este momento únicamente se conservan los restos de un edificio semienterrado de planta cuadrangular absidiada (aula) y precedido por un nártex. Ambos espacios son coetáneos, ya que no se ha documentado un corte entre ellos ni cambios en el aparejo; lo mismo sucedería con respecto al nártex, a pesar de la diferencia de aparejo con el interior del aula.





El nártex tiene una planta rectangular que mide 6,40 m en el eje N-S y 1,40 m en el eje E-W. Está precedido por grandes machones separados entre sí 5 m que miden de ancho 1,10 m.

Para la construcción de este edificio se excavó el terreno, por lo que se encuentra, al menos parcialmente, enterrado. Creemos que este hecho habría que vincularlo con la existencia en el aula de una piscina.

Tanto la fachada del aula como los machones que cierran el nártex están realizados en un aparejo de sillería de granito de gran tamaño, sobre todo en los machones, donde el módulo de los sillares es mayor, en general, que en la fachada.

Tanto el aula como el nártex están abovedados.






En la fachada del nártex se localizan cuatro bajorrelieves situados en una posición predominante, ya que es lo primero que el visitante observa del edificio. Estos son los únicos de todo el conjunto que guardan una simetría con respecto a la arquitectura de esta zona del edificio y entre sí. Nos referimos a los dos grupos de danzantes y a las dos figuras humanas, interpretadas como masculina y femenina, respectivamente. Estos cuatro relieves son los que presentan una talla más profunda, en relación con todos los que se conservan, y una mayor profusión decorativa.

Machón norte.




Machón sur.




Están además enmarcados por una arquitectura, las figuras aisladas se disponen entre dos columnas que soportan un dintel. Ambas figuras tiene los brazos levantados y sostienen una guirnalda.





Dos hiladas por encima de estás se disponen los bajorrelieves de «danzantes», formados por cinco figuras enmarcadas también por una arquitectura, en la que se aprecia la línea de base y un elemento sustentante que las delimita por los lados y en la parte superior otro posible dintel, de manera similar a lo descrito arriba.




Los otros relieves que se aprecian, cuatro en total, se disponen de manera aleatoria y sin aparente concierto en la fachada del machón S y en los paramentos interiores del nártex. Tres corresponden a figuras animales y el cuarto presenta figuración humana. Ninguno de ellos está enmarcado por un elemento delimitador como en el caso de los bajorrelieves comentados arriba.






Los autores se refieren a la puerta de acceso al aula al tratar las reformas realizadas en la Fase II, a la que más tarde aludiremos:

La reforma de la puerta afecta al umbral, las jambas, las mochetas, el arco de ligera herradura y la decoración que lo enmarca.

El arco que remata la puerta es de ligera herradura construido con ladrillo y junta de mortero de cal. La rosca exterior del mismo está cortada por varios agujeros que hemos puesto en relación con la colocación de una reja en la fase IV. Está enmarcado por una moldura que está decorada con motivos vegetales incisos, aunque la decoración está muy erosionada y solo se aprecia en el lado S. El arco descansa sobre sendas mochetas de granito, de perfil achaflanado e inclinadas en la parte superior.





Entramos en el aula.




En la parte inferior, la piscina. Vemos las tres naves, con las pinturas de las bóvedas sobre las naves laterales. Las columnas, a las que nos referimos más abajo. Enfrente, el ábside.

Unos comentarios de los autores:

En cuanto al aula, esta tiene una planta cuadrangular que mide entre 6,50 y 6,56 m de lado, tanto en el eje E-W como en el N-S; el ábside tiene una planta rectangular que mide 2,90 m en el eje N-S y 1,55 m en el eje E-W.

Se conservan únicamente los tramos de la bóveda que corresponderían a las naves laterales. Se trata de una bóveda de cañón generada por un arco de medio punto peraltado, que arranca a una altura localizada entre 1,11 y 1,18 m del suelo.




El ábside está también cubierto por una bóveda construida en ese caso íntegramente en ladrillo. La rosca del arco de ingreso al ábside es de ligerísima herradura. Esta forma del arco prácticamente no se aprecia y semeja un arco de medio punto peraltado.




Ahora nos referimos a las tres columnas con sus respectivos capiteles.




En el año 1929 se disponen en el entorno de la piscina tres columnas muy erosionadas con sus respectivos capiteles, que fueron hallados durante las labores de excavación del interior del monumento, colmatado por tierra y escombros, considerando que formaban parte de las arquerías.

La extraordinaria degradación parece indicar una erosión en la que participarían las sales y el viento, además de la humedad. Para que tal degradación se produjese por la acción del agua, mediante la disolución del carbonato cálcico, tendrían que haber estado sometidas a una escorrentía continua, lo que corrobora que no pueden pertenecer al aula, ya que nunca estuvo a la intemperie.








la piscina desde la entrada y desde el ábside.





Ahora un breve comentario de los autores sobre la fase II:

La fase II de Santa Eulalia se centra en la transformación del espacio inferior, ya que los restos del segundo piso se corresponderían a un tercer momento constructivo.

Estas reformas corresponden a cuatro aspectos, la división del aula en tres naves, la decoración del interior del aula con pinturas y placas, posiblemente decoradas, la reforma de la puerta de entrada al monumento y la posible modificación de la fachada principal.

En este momento, se acomete un programa iconográfico que incluye varios elementos decorativos en el interior del aula y el ábside. Únicamente conservamos in situ, algunos de estos elementos, concretamente las pinturas, parte de la imposta superior de mármol y parte del revestimiento de los alzados.




Y acerca de la fase III:

La fase III corresponde a la construcción de un segundo piso sobre el aula abovedada. De este segundo piso se conservan únicamente los restos del muro N del arranque de la bóveda, elemento que constituía el objetivo principal de la intervención llevada a cabo por César Portela entre 2006 y 2007, enfocado hacia su conservación. La intervención consistió en la construcción de una estructura en acero y cristal que protegiese estos restos.


Nos centramos ahora en las pinturas.

Muro norte (recordamos que la orientación del monumento está en sentido contrario al habitual, el ábside al oeste, cuando suele estar al este, etc.).





En los muros laterales la decoración se organiza con una retícula en losange formada por flores vainiformes con los tallos entrelazados sobre un fondo claro con ramitas muy tenues y flores. Respecto a las ramitas, pensamos que lo que estamos viendo es el dibujo preparatorio realizado a fresco con ocre y que las ramitas estarían pintadas a secco en color verde. Algunos detalles parciales nos permiten hacer esta observación. Dentro de cada rombo o triángulo se representan siempre uno o dos racimos de uvas y un ave o dos, alguna vez en actitud de picotear el racimo.

Aunque las aves representadas no reproducen fielmente las características formales y posturales que permiten su identificación, parece que el pintor tiene la clara intención de representar las diferencias de tamaño: mientras que los pavos reales llenan el espacio delimitado, incluso sobrepasándolo en algún caso, las tórtolas, palomas y perdices siempre están emparejadas y con amplio espacio alrededor, excepto en algunos triángulos en los que sólo aparece una figura.


Muro sur.





El espacio triangular resultante entre la curva de la bóveda y los enjarjes se cubre con una gran planta en forma de sombrilla y a sus pies una pareja de aves: un gallo y una gallina u otra ave, los segundos picoteando la planta o las ramitas del fondo.








El intradós de los arcos que dividían el espacio inicial tiene un motivo frecuente también en un período dilatado, formado por un vaso del que sale una guirnalda de hojas verdes con flores (?) rojas y ramitas blancas.




En la parte central de los hastiales los motivos son diferentes según la orientación. En el muro E, enmarcando la puerta de acceso al aula, se representa una guirnalda de flores saliendo de una gran flor; este motivo sólo se conserva en el lado S, aunque cuando se descubrió el edificio también se conservaba en el N.




En el hastial W solo se conserva parte del extremo S; la decoración consiste en una imitación de mármol que, posiblemente, se completaba con aves, pues se pueden ver en el borde de fractura las patas y la cola, tal vez, de un pavo real (parte derecha de la imagen).




Respecto a la técnica pictórica empleada en Santa Eulalia se suele denominar como fresco. En la pintura romana que conocemos de otros yacimientos arqueológicos de Lugo siempre se documentan técnicas mixtas en las que se ejecutan a fresco una parte de la pintura y a secco, más o menos empastado, muchos de los detalles decorativos.




Los pigmentos.
La paleta es relativamente amplia, no tanto en el número de pigmentos utilizados como en la gama que se consigue al mezclar o superponer colores y formada por distintas tonalidades de rojo, ocre, azul, verde, gris y rosa.




En Santa Eulalia, Cabrera identificó varios pigmentos de uso común en el mundo romano, incluso uno de los considerados onerosos: el cinabrio. Parece que, además de estos pigmentos, se utilizaron óxidos de hierro en los colores pardos y probablemente en los rojos.

El pigmento verde es «Tierra verde»; el negro «Carbón de Huesos»; el rojo «Cinabrio» y el blanco «Blanco de San Juan». El azul es azul egipcio sobre fondo negro (Cabrera Garrido).




Aunque se detectó cinabrio en el rojo de la muestra analizada, pensamos que lo más probable es que se utilizase para los detalles y no para todas las cenefas que delimitan los registros decorativos. Debía ser un pigmento bastante caro a tenor de los comentarios de Vitrubio (VII, V, 29): «El aplauso que los antiguos solicitaban en sus obras á fuerza de habilidad, se busca ahora por los colores y su viveza: de forma que el mérito que las obras tenían por la destreza del artífice, se ha de conseguir ahora á costa del dueño. ¿Quién de los antiguos no gastó el bermellón tan parcamente como una medicina?».






Ahora ha llegado el momento de regresar al siglo XXI.





Fin.


Comentarios

  1. Aprendamos a conocer muchos temas como el de el teide
    ya que aspi encontraremos diversos temas que nos pueden encantar conocer más bellos lugares.

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