Visitamos el Real Monasterio de Santa María de Oia, cisterciense, cuya existencia está documentada ya en el siglo XII. El municipio de Oia ofrece junto a este importante monumento otros muchos atractivos en cuanto a su patrimonio histórico y natural, en esta parte de la costa del sur de Galicia abierta al Océano Atlántico.
Coordenadas de situación de Oia en Galicia. Amplíe el mapa y llegará al Monasterio de Santa María de Oia: 42.003245, -8.876313
Los números que se ven debajo de las fotos son las coordenadas del mapa del lugar desde el que se tomó cada foto.
En este enlace pueden verse nuestras visitas al municipio de Oia: Click Aquí.
Nota: Los textos que figuran en cursiva han sido extraídos del libro titulado Monasterios de Galicia, de Editorial Everest, 1983, del erudito pontevedrés D. Hipólito de Sa Bravo.
Vista panorámica del Monasterio y la Ensenada de Oia desde la carretera que sube hacia la parroquia de Burgueira. En la parte superior izquierda de la imagen apenas se distingue la pequeña ermita de San Sebastián, que veremos más adelante.
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El origen del Monasterio de Oya se remonta a la fusión de tres pequeñas comunidades de ermitaños que estaban en la comarca. La de Oya, agrupada en torno a una capilla dedicada a Nuestra Señora, la de San Cosme y San Damián, en la feligresía de Bahiña, y la de San Mamed de Loureza. Estas tres comunidades se agruparon en una sola bajo la autoridad del primer Abad conocido, don Pedro Laicense.
El Monasterio tomo el nombre de Oya por ser el del lugar donde se levantaron las primeras edificaciones, para acoger a los monjes reunidos en la observancia de la Regla de San Benito y bajo la disciplina de un solo Abad.
Desde otro punto de la misma carretera.
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La primera prueba documental que tenemos de este Monasterio y que nos permite fijar no la fundación, sino la fecha conocida de su existencia, es la donación que el rey Alfonso VII hizo, en el año 1137, al Abad Pedro del Monasterio de Oya de la mitad de las iglesias de Erizana y La Guardia, y de la totalidad de las de Mougás, Pedornes, Burgueira, Loureza y El Rosal.
Vamos a descender por esta rampa hacia el pequeño muelle o embarcadero. En la parte inferior izquierda de la imagen vemos una de las flechas amarillas que guían a los peregrinos a Santiago. Por aquí pasa el Camino Portugués de la Costa, que es el que discurre pegado al mar para unirse en Redondela al Camino Portugués que viene por el interior desde Tui.
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En el eremitorio de San Cosme y San Damián de la Baiña vivió algún tiempo el monje alemán San Famiano, que en el año 1125 había venido desde Alemania a visitar el sepulcro del Apóstol Santiago. Fue canonizado por Adriano IV en 1154. Es el primer santo canonizado de la Orden cisterciense.
Vista desde donde está el edificio del Ayuntamiento de Oia.
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Don Pedro Laicense, primer Abad conocido del Monasterio de Oya gobernó hasta 1157. En 1182 el Monasterio se sujetó a la observancia del Císter. Se menciona a San Pelagio II como el primer Abad cisterciense, el cual gobernó la comunidad de 1182 a 1186.
En 1185 se produce el ingreso en la reforma del Císter. Comenzó para el Monasterio de Oya una nueva vida. Los privilegios y las donaciones de los reyes se incrementaron y con ello también se extendió la obra colonizadora de los cistercienses en todo el bajo Miño.
Hemos bajado por la rampa que queda a nuestra derecha.
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Se emprendió la construcción de una nueva iglesia, levantada conforme al estilo cisterciense, además de la ampliación del Monasterio, con lo que se fue a la colonización de las tierras colindantes, formándose el poblado que está próximo al Monasterio (hoy llamado O Arrabal).
Una acción religiosa que en algunas parroquias llevaba aneja la cultural, por medio de la escuela que atendían los monjes, y en otras la agraria, fomentando la cría de caballos en libertad, origen de los populares curros que aun hoy se siguen celebrando.
Otra vista desde donde está el Ayuntamiento de Oia. La torre del Monasterio se construyó en el siglo XVIII.
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En el siglo XVI, año 1547, el Monasterio de Oya ingresó en la Congregación cisterciense de Castilla, siguiendo lo ordenado para la reforma de los Monasterios. Perdió su independencia para quedar sometido a la autoridad de los Capítulos y Generales de la Congregación. Esto tuvo ventajas, en el orden de la disciplina y observancia, y no faltaron inconvenientes por la marginación en la que durante muchos años se tuvo a los monjes de los Monasterios gallegos.
Desde el embarcadero o pequeño muelle, con marea alta.
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…a partir del siglo XVI, es cuando adquiere cierto carácter oficial la Compañía o Guarnición que, integrada por soldados voluntarios y los vasallos del Monasterio aparte de algunos monjes, atendían a la defensa de la ensenada y costa próxima al Monasterio, utilizada por los barcos como lugar de refugio y para los desembarcos.
Famosa la defensa que los monjes artilleros hicieron de la costa, en el año 1624, impidiendo que se acercasen cinco bajeles turcos, de los cuales hundieron dos, poniendo en fuga a los restantes. La operación tuvo resonancia y el rey concedió el título de Real a la iglesia, confirmando al Monasterio el de Imperial que ya tenía.
Vemos ahora el embarcadero y el Monasterio otro día, soleado y con marea baja.
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También llegó a Oya la exclaustración y la desamortización. La iglesia pasó a ser la parroquial, en el año 1838, trasladando la que estaba en la iglesia de Pedornes. Los bienes se subastaron en lotes, y el comprador en 1910, arrendó el Monasterio a los jesuitas expulsados de Portugal, los cuales tuvieron que abandonarlo en 1932.
El Monasterio fue declarado Monumento Nacional (hoy catalogado como Bien de Interés Cultural) en 1931.
Después, incautación por parte del Estado y con esto una serie de hechos, reclamaciones y ventas hasta llegar al momento actual, en que el Monasterio es de propiedad particular y la iglesia sigue como parroquial.
Vista del embarcadero, a la izquierda, y la vieja camboa, sistema de pesca del siglo XVI utilizado por los monjes del Monasterio, a la derecha. Consistía en un muro de piedra que al bajar la marea retenía a los peces.
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Vista de O Arrabal desde el Monasterio.
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Nos disponemos a subir la rampa para volver hacia el Monasterio, vemos el cruceiro de la Centinela que está situado en la plaza del mismo nombre, ya en O Arrabal. Volveremos aquí más tarde pero ahora nos encaminamos hacia la iglesia del Monasterio.
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La iglesia es la única parte del Monasterio que se puede visitar, en horas de culto o bien se le solicita a una señora que vive al lado, en O Arrabal. Ella abre la Iglesia y acompaña al visitante. Aprovechamos la ocasión para darle las gracias, por su atención y amabilidad.
Don Hipólito de Sa señala la importancia histórica y la significación de su iglesia, al estudiar la arquitectura cisterciense en Galicia, por ser una de las primeras que se construyeron en ese estilo.
Vemos la iglesia y a la izquierda …la antigua portería abierta a la explanada, donde estaban emplazadas las piezas de artillería y el lugar en que montaban guardia los que vigilaban y atendían los avisos que daban los barcos desde el mar.
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La fachada se terminó en 1740, y también del siglo XVIII es la torre, obras que desdicen de la traza cisterciense de todo el conjunto, que se tiene como obra de finales del XII y primeros años del XIII.
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Escudo del siglo XVIII, cuartelado y timbrado con Corona Real. El báculo abacial con mitra del primer cuartel alude a su unión a la Orden cisterciense.
Nos disponemos a entrar.
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La iglesia está considerada como única en Galicia por representar con máxima pureza el ideal arquitectónico del Císter. Planta de cruz latina, cinco capillas rectangulares en forma escalonada en la cabecera, partiendo de la central que es de mayores proporciones.
La nave central se prolonga hasta el arco triunfal encima del cual, cubriendo el testero de la nave, hay unas pinturas murales con emblemas de las Órdenes Militares y las imágenes con leyendas de Alfonso VII y Sancho el Deseado.
Escalera de honor, da acceso a la torre.
Una de las cinco capillas de la cabecera.
Tres naves separadas por pilares sencillos, cubierta con bóveda de medio cañón agudo la central y las laterales también con bóveda de medio cañón.
El coro alto se levanta sobre bóvedas de múltiples nervios y claves ornamentadas. Es obra del siglo XVI.
Después de la visita a la iglesia nos acercamos a O Arrabal.
El cruceiro de la Centinela, de 1764, situado en la plaza del mismo nombre.
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El Monasterio desde O Arrabal.
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Ahora nos tomamos un café.
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Después del café nos acercamos a la Ermita de San Sebastián. Es un paseo de unos 700 metros con unas vistas de la costa que lo hacen muy agradable.
“La ermita encuentra al final del barrio del Arrabal, más allá de las casas del núcleo. Originalmente la ermita estaba dedicada a Santo Antón. Hacia 1770 se reedifica. Desde entonces alberga la imagen de San Sebastián, antes situada en la antigua ermita del barrio de la Portela (Burgueira)” (Concellodeoia.es).
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Antes de despedirnos nos situamos en un mirador que hay en la carretera PO-552, que nos lleva a A Guarda, a unos 800 metros de la ermita.
Ensenada de Oia. A la derecha de la imagen está el Monasterio.
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Y con esta imagen de la costa rocosa de Oia y el inmenso Océano Atlántico nos despedimos.
Fin.
Unas breves notas tomadas de Hipólito de Sa sobre algunas partes del Monasterio que no pudimos ver:
Las dependencias del Monasterio se agrupan en torno al claustro reglar, y del patio situado en la parte oriental del Monasterio. Comunican con el claustro la extraordinaria sala capitular, la iglesia, la escalera de honor, la sala de los conversos y la antigua portería abierta a la explanada, donde estaban emplazadas las piezas de artillería y el lugar en que montaban guardia los que vigilaban y atendían los avisos que daban los barcos desde el mar.
El claustro, por sus bóvedas y distribución, recuerda la estructura de otros claustros monacales similares. Interesante por su bóveda la sala capitular, cuyo desarrollo se repite en la bóveda de la sacristía, y de una amplitud excepcional el antiguo refectorio, con su bóveda de medio cañón y la traza monacal que conserva. Tanto el claustro como el refectorio y la sala capitular son del último tercio del siglo XVI.
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