Entre
los meses de diciembre de 2015 y octubre de 2016 se ha celebrado en
el Museo del Monasterio de Samos la
exposición Silencio.
El Monacato en los Orígenes del Camino.
Trata
la relación de siglos de las órdenes religiosas con el Camino de
Santiago.
Dividimos
la visita en tres partes. En esta Parte II veremos la sala 6 del
museo. Esta sala es de mayor tamaño que las anteriores y requiere un
espacio propio.
Click Aquí para ver la Parte I: El museo (introducción) y la exposición, salas 1 a 5.
Click Aquí para ver la Parte III. Sala 7.
Click Aquí para ver la Parte III. Sala 7.
Antiguo
horno,
del siglo XVIII, descubierto
durante las obras de acondicionamiento de esta
parte del monasterio para convertirlo en las salas del
museo. Mapa Ilustración titulado “Presencia
monacal en Galicia”.
Coordenadas
de situación de Samos
en
Galicia. Amplíe el mapa y llegará al
Museo del Monasterio: 42.732395, -7.325501
Sala
6.
Esta
sala es de mayores dimensiones que las anteriores. Vista de la sala
desde
la puerta de entrada. A
la izquierda, la imagen de San Benito. Frente a nosotros tenemos la
parte posterior de una de las vitrinas que veremos más adelante.
Tiene un panel.
El
panel no tiene título.
Podría decirse que es una presentación general de los contenidos de
esta sala. Transcripción:
“Ocurrió
después, es decir el octavo año después del milenario de la
encarnación del Salvador, que diversos indicios permitieron
descubrir numerosas reliquias de santos en los lugares que habían
estado largo tiempo escondidas. Como si hubieran esperado el momento
de alguna gloriosa resurrección, a una señal de Dios fueron
presentadas a la contemplación de los fieles y vertieron en su
espíritu una poderosa confortación (Raoul Gabler, Histories, III,
5.).
Los
caminos que conducen a Compostela van a tejerse en los siglos X al
XII en torno a numerosos santuarios y abadías que guardan
reliquias de santos: María Magdalena en Vezelay, San Martín en
Tours, Santa Fé en Conques, San Trófimo en Arlés, San Gilles, San
Hilario, San Marcial, San Sernín, y un sin fín de restos sacros. En
un auténtico boom del culto a las reliquias que tenía su
culminación en Compostela en el sepulcro apostólico, sólo superado
en importancia por Jerusalén y Roma. El Capítulo VIII del Liber
Peregrinationis indica precisamente los cuerpos santos que han de
visitarse de camino a Compostela.
Un
poco más a la derecha, desde donde está el panel titulado Cluny
y Compostela.
Y
ahora desde la esquina de la sala donde está la primera de las
vitrinas que vamos a ver.
Miramos
hacia la puerta de entrada a la sala.
Comenzamos
por los dos paneles situados entrando a la derecha de la puerta y la
vitrina a la que hacíamos referencia algo más arriba.
Panel
titulado Cluny y Compostela. Situado justo al lado de la
puerta de entrada, entrando a la derecha, como ha quedado dicho.
Transcripción:
Cluny
y Compostela.
En
la segunda mitad del siglo XI la abadía borgoñona de Cluny se va a
convertir en el corazón espiritual de la Cristiandad. Es la época
del abad Hugo de Semur.
En
las distintas rutas de peregrinación francesas Cluny creará o
adquirirá numerosas abadías y prioratos (Moissas, Leyrac, Auch,
Figeac, Toulouse, Limoges, Saint Gilles…) en los que harán alto
los cada día más numerosos peregrinos que se dirigen a Compostela.
En
España, gracias a los estrechos lazos establecidos entre Hugo y el
monarca Alfonso VI, serán puestos dentro de la órbita cluniacense,
entre otros, Nájera, Carrión de los Condes, Sahagún… al tiempo
que monjes cluniacense ocupan los principales obispados,
introduciendo el rito romano que sustituirá al mozárabe hispano.
La
orden de Cluny, que desarrolló una exhuberante liturgia, influyó
también en que la catedral compostelana contara con un elaborado
Oficio Divino, embellecido por el canto llano y las piezas
polifónicas. Y así aparece descrito en el Libro I del Códice
Calixtino.
Panel
titulado Noticia sobre un eminente peregrino del siglo X:
Gotesalco, obispo de Le Puy. Situado al lado del anterior, es el
segundo entrando a la derecha.
Este
panel acompaña a la obra que veremos a continuación, situada en la
vitrina que está situada en esta esquina de la sala, en la pared
perpendicular a los dos paneles ya vistos. Transcripción:
Noticia
sobre un eminente peregrino del siglo X: Gotesalco, obispo de Le Puy.
El
monje Gómez, del monasterio de San Martín de Albelda (en las
afueras de Logroño) es quien nos ha dado una de las primeras
noticias de un peregrino conocido. Se trata del obispo de Le
Puy-en-Velay, monje igualmente, que peregrinó con un numeroso
séquito a Compostela en 950 e hizo un alto en Albelda para encargar
el manuscrito “De Virginitate Beatae Mariae” a los
copistas del monasterio.
Descripción:
El monje Gómez de San Martín de Albelda y Gotesalco de Le
Puy. Ildefonso de Toledo. “De virginitate beatae Mariae”, Cluny,
ca. 1100. Ms 1650 Biblioteca Palatina, Parma. Edición facsímil.
Panel
titulado “French Connection”. Situado a continuación de
la vitrina inmediatamente anterior.
Transcripción:
“French
Connection”.
En
el momento de mayor apogeo de Cluny, convertida en una especie de
segunda Roma, el monarca leonés Alfonso VI establecerá unos
estrechos lazos con la abadía borgoñona. A lo largo de su vida
donará a Cluny (especialmente tras su boda con Constanza de Borgoña)
diversos monasterios en el Camino Francés: San Salvador de León,
Santiago de Astudillo, Santa Columba de Burgos, San Zoilo de Carrión
o Santa María la Real de Nájera. Al frente del gran monasterio de
Sahagún pondrá al abad Roberto, un cluniacense; y la propia reina
Constanza, sobrina del abad Hugo de Cluny, hará venir a otro
benedictino, Adehelmo (conocido por San Juan Lesmes) para fundar un
hospital en Burgos.
Las
relaciones familiares de Alfonso VI con Cluny no acaban aquí: casó
a su hija Urraca con Raimundo de Borgoña, hermano del futuro Papa
Calixto II, dándoles a ambos el condado de Galicia.
Pieza
escultórica situada al entrar en la sala a la izquierda, enfrente de
la vitrina y el panel anteriores. San Benito. No hay panel sobre esta
representación de San Benito.
Pasamos
a la siguiente parte de esta sala, centrada
en el Códice Calixtino, en la vitrina a la izquierda de la imagen.
Vitrina
que contiene tres obras. Está situada en la pared que continúa al
panel titulado “French Connection”.
Descripción:
Un
libro intemporal: El Códice Calixtino.
Leiro,
Francisco/López Díaz, Xosé “Códice Calixtinus. O Codex
Calixtinus en galego”. Consellería de Cultura e Turismo/S. A. De
Xestión do Plan Xacobeo, 2009.
López
Díaz, Xosé. “Códice Calixtino. O Liber Sancti Iacobi en galego”.
S. A. De Xestión do Plan Xacobeo, 2013.
Bravo
Lozano, Millán. “Guía del peregrino medieval. Codex Calixtinus”.
Centro de Estudios Camino de Santiago, Sahagún, 1991.
Vitrina
situada en el centro de esta parte de la sala dedicada al Códice
Calixtino.
Panel
informativo situado en la parte inferior de la vitrina.
Transcripción:
La
misión secreta del Códice Calixtino.
“¡Oh
admirable fortuna! Caí en poder de los ladrones y despojado de todo,
sólo me quedó el manuscrito. Fui encerrado en prisiones y
perdida toda mi hacienda, sólo me quedó el manuscrito, En
mares de profundas aguas naufragué y estuve a punto de morir, y al
salir yo salió el manuscrito sin estropearse”.
Esto
se narra en la carta falsamente atribuida al Papa
Calixto II (Guido de Borgoña, monje cisterciense) que da comienzo al
Códice. Un libro que sobrevive milagrosamente a toda adversidad. Sin
duda, una obra concebida en círculos franceses para la promoción de
la sede compostelana y de la peregrinación jacobea.
Con
su robo rocambolesco en 2011 y su posterior recuperación, esta obra
única sigue poniendo el foco en Compostela y el Camino, sirviendo al
fin último con el que, hace nueve siglos, fue elaborada.
Descripción:
Códice Calixtino, ca. 1160-1180. Archivo de la Catedral de
Santiago. Ed. Facsímil.
Vitrina
que contiene cuatro libros, relacionados con el Códice Calixtino. Es
la vitrina que se puede ver al entrar en la sala, frente a la puerta,
desde donde se ve el panel informativo que hemos definido como de
presentación de los contenidos de la sala. Al lado de la misma
podemos ver el siguiente panel que trataremos, titulado “Dalmacio,
monje cluniaciense, consigue el obispado para Compostela”.
Descripción:
De izquierda a derecha: Tumbo A (Archivo de la Catedral de
Santiago de Compostela), Codex Calixtinus (Edición de Salamanca,
Universidad de Salamanca), “Libro de los Milagros de Santiago”,
Tumbo A (ediciones facsímil).
Panel
titulado “Dalmacio, monje cluniaciense, consigue el
obispado para Compostela”. Situado al lado de la vitrina
inmediatamente anterior.
Transcripción:
Dalmacio,
monje cluniaciense, consigue el obispado para Compostela.
Corre
el año 1094, Dalmacio, un viejo monje de Cluny es nombrado obispo de
Iria. A finales del año siguiente acude a Clermont donde se celebra
el concilio que, entre otras cosas, pondrá en marcha la Primera
Cruzada. Allí obtendrá del Papa Urbano II (Odón de Chatillon, otro
monje de Cluny) el traslado de la sede episcopal de Iria a Compostela
y que esta no quede sujeta a ningún metropolitano, sino directamente
a Roma. Dalmacio, sin embargo, fallece en el viaje de regreso y su
sustituto será Diego Gelmírez.
Tras
la muerte de Dalmacio, Diego Gelmírez administró la diócesis hasta
el año 1100 en el que fue nombrado obispo. Sus estrechas relaciones
con la casa de Borgoña (fue administrador de Raimundo de Borgoña,
conde de Galicia), con Cluny el papado facilitaron que Compostela
alcanzara el rango de arzobispado. Sus esfuerzos constantes
acrecentaron la importancia de Compostela dentro del orbe cristiano:
Impulsó las obras de la catedral de Santiago, edificó un palacio
episcopal, reordenó y organizó la ciudad del apóstol y creó un
colegio de 72 canónigos para engrandecer el culto jacobeo. Para la
consagración de los altares de la catedral recogió en tierras de
Braga, pertenecientes a la jurisdicción compostelana, una serie de
reliquias de san Fructuoso, san Cucufate, san Silvestre y santa
Susana. Los restos de esta última se dispusieron en la iglesia del
Santo Sepulcro, que cambió de advocación pasándose a llamar
iglesia de Santa Susana.
Con
Gelmírez se inicia la Edad de Oro de la peregrinación.
Continuamos
con la siguiente parte de la sala.
Vista
de la parte de la sala que nos queda por ver. En primer término, la
vitrina con el Códice Calixtino, ya estudiada.
Estas
son las dos siguientes obras o piezas que vamos a tratar a
continuación. En la parte superior el mapa ilustración titulado “El
Monacato y las Órdenes Militares en el Camino de Santiago”
y, en la parte inferior el sarcófago de granito.
Mapa
Ilustración titulado “El Monacato y las Órdenes Militares en
el Camino de Santiago”.
Sarcófago
situado debajo del mapa ilustración. A la izquierda de la imagen
vemos el panel que contiene información sobre el mismo y su
descripción.
Sarcófago
con basas zoomorfas.
Abadía
de san Xiao (Julián) e santa Basilisa de Samos, s.
XII-XIII. Proveniente de la antigua iglesia románica R-364.
Material: Granito. Dimensiones: alto 80 cm. -lado cabecera-; bases 40
cm. Largo 206 cm.; bases 90 cm. Ancho 67 cm. -lado cabecera-; bases
19 cm.
Quien
reposó en este sarcófago es aún una incógnita. De él, además de
señalar que se realizó para ser colocado en una hornacina dejando
de esta forma la parte trasera sin labrar, sólo podemos indicar que
es un tipo de sarcófago en estola y presenta dos basas zoomorfas que
revelan el origen noble de la persona en él enterrada.
La
documentación medieval de Samos, o al menos la llegada hasta
nosotros, es parca en descripciones. En ella el documento de 1167,
denominado “la claustra” donde se menciona que se estaba
construyendo la iglesia románica, figura el nombre de Azenda Peláez.
Esta “dama del Medievo gallego” dona todas sus propiedades a la
abadía una vez muerta, con la condición de ser enterrada en la
iglesia.
Aunque
el texto omita la forma de su enterramiento, el pacto firmado entre
el cenobio y la persona en cuestión subraya el sarcófago, y nos
habla de la memoria póstuma del difunto o difunta y de los animales
como símbolos de su procedencia.
Vitrina
situada al lado del mapa ilustración y el sarcófago.
Descripción:
Mabillon, Jean. “Annales ordinis
S. Benedicti occidentalium monachorum patriarchae”. Vol. 5.
Paris. 1703-1730.
Plano
de la Abadía de Cluny (1088 a 1130).
Maqueta
situada en el centro de esta parte de la sala. Recrea la Abadía de
Cluny, Borgoña, Francia. Tiene un panel en la base de la maqueta que
explica las partes de la abadía, cada parte se corresponde con una
letra, aunque en la propia maqueta no se ven las letras por ningún
lado.
Panel
informativo sobre las distintas partes de la abadía.
Rodeamos
la maqueta.
En
los cuatro lados que forma el cubo que sirve de soporte a la maqueta
hay cuatro paneles que se refieren a las llamadas iglesias de
peregrinación.
Santiago
de Compostela. Se señalan las capillas radiales y, en rojo, el
deambulatorio.
Saint
Sernin, Toulouse.
San
Marcial, Limoges. Santa Fe, Conques.
San
Martin, Tours.
La
maqueta en el centro de la sala. A la izquierda, el siguiente panel
que vamos a ver.
Panel
titulado “Santos hospitaleros”. Situado en la pared de
enfrente a la del mapa ilustración.
Transcripción:
Santos
hospitaleros.
El
Camino de Santiago no se forjó sólo en las grandes abadías o en
las cortes y castillos. Hubo también personajes señalados que,
desde su modestia individual, ayudaron a tejer la apretada madeja de
la peregrinación.
Es
el caso de Gundiselmo, Domingo García y Juan de Quintanaortuño.
El
primero de ellos, conocido popularmente por Gaucelmo, vivió como
eremita en el Monte Irago hasta que, con licencia de Alfonso VI,
levantó una hospedería para peregrinos en Foncebadón, uno de los
pasos más difíciles en la ruta jacobea.
Domingo
García, más tarde conocido por Santo Domingo de la Calzada, intentó
por esos mismos años ser admitido en los monasterios riojanos de
Valvanera y San Millán. No tuvo éxito. Retirado como eremita en las
cercanías del río Oja, se dedicó a roturar, construir un puente y
calzada, y luego un hospital, pozo e iglesia. En ese lugar,
Masburguete, creció la población de Santo Domingo de la Calzada.
Discípulo
y continuador de Santo Domingo fue Juan de Quintanaortuño, conocido
por San Juan de Ortega, quien edificó una capilla y albergue de
peregrinos, luego monasterio en las agrestes montañas de
Montesdeoca, en el lugar que hoy lleva su nombre.
Siguiente
obra. Se trata de cuatro imágenes de San Benito colocadas sobre un
panel, en la misma pared que el panel inmediatamente anterior, entre
dos ventanas.
Descripción:
Cuatro imágenes de San Benito y de la vida de
santos benedictinos. Madera policromada. Autor anónimo. Siglo XVIII.
Restaurada por la Fundación Otilia Millares.
A
continuación nos volvemos desde el punto donde está situado el
panel con las cuatro imágenes de
San Benito
que acabamos de ver. En esta parte de la sala vemos el antiguo
horno descubierto durante las obras de acondicionamiento de estas
salas como museo, a
la izquierda;
el segundo
mapa
ilustración de
la sala
y, a la derecha de la imagen, la pila bautismal que vamos a tratar
seguidamente.
El
horno, del siglo XVIII, quedó
oculto porque, tras el incendio que en 1951 arrasó el monasterio, y
que se inició justo aquí, en la antigua licorería, dada la gran
cantidad de escombros que había, al reformar las estancias se
decidió subir el nivel del suelo.
Ahí
quedó el horno hasta que las recientes obras de acondicionamiento de
las distintas estancias que ahora ocupa el museo han servido también
para descubrir este importante elemento arquitectónico. Como se ve
se ha dejado a la vista la parte del horno, y la chimenea también,
en la sala contigua.
Pieza
arqueológica situada enfrente del panel con las cuatro imágenes de
San Benito.
Descripción:
Pila bautismal gótica. Siglo XVI. Granito.
Mapa
Ilustración titulado “Presencia monacal en Galicia”.
Situado al lado del antiguo horno.
Nos
dirigimos a la siguiente sala, la
7.
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