Iglesia Románica de San Mamede de Moldes, en Boborás. P. Ourense. (II) Interior, Baldaquino y Personajes Ilustres.
En esta Parte
II de nuestra visita a San Mamede de Moldes vamos a ver el interior
de la iglesia. Además de su evidente interés arquitectónico,
destaca la capilla añadida en 1638, construida por el capitán
Bartolomé Tizón y su mujer Doña Victoria de Luzón. Empotrados en
las paredes de la capilla veremos dos de las partes de un baldaquino
que en su momento estaría situado sobre el altar. Aquí descansa
también el intelectual y escritor Antón Losada Diéguez.
Seguimos en
toda la visita al gran erudito D. Manuel Chamoso Lamas, en un gran
trabajo realizado en 1934 sobre la iglesia, que en aquel momento
estaba en ruinas. Él mismo dirigió años después su restauración.
D. Manuel, natural de la parroquia de Moldes, descansa en el
cementerio que circunda la iglesia.
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Coordenadas
de situación de Boborás en Galicia. Amplíe el mapa y llegará a la
Iglesia Románica de San Mamede de Moldes: 42.416743, -8.127735
Nota: Los
textos en cursiva han sido extraídos del trabajo de Don
Manuel Chamoso Lamas titulado: La Iglesia de los Templarios de San
Mamed de Moldes. Publicado en el Boletín de la Sociedad Española de
Excursiones y de la Sección Excursionista de la Facultad de
Filosofía y Letras Arte - Arqueología – Historia. Año XLII.
Segundo trimestre, Madrid, Junio de 1934. Pags. 122 a 138.
Pudimos
acceder al interior de la iglesia en un día especial, ya que la
iglesia permanece cerrada el resto del año. El 11 de junio, unos
minutos antes de que se celebrara la misa que todos los años
antecede e la entrega de los premios literarios Antón Losada
Diéguez. Los premios se entregan anualmente desde 1985, convocados
por los municipios de Boborás y O Carballiño, en dos categorías,
creación literaria e investigación.
Ahora, les
dejamos con las explicaciones de D. Manuel Chamoso Lamas, ya saben,
en cursiva.
Consta de
una sola nave de unos once metros de fondo por poco más de cinco de
ancho, dimensiones que hacen resaltar perfectamente lo reducido del
templo. Nada distrae en los muros, que se elevan a una altura de seis
metros, excepto dos saeteras a cada lado, que dan al templo esa
estructura defensiva que distingue a las construcciones románicas.
Al fondo
de la nave el arco triunfal parece protestar con sus líneas esbeltas
de la pesadez de los muros e impotencia luminosa de las saeteras, Es
un arco ojival incipiente, lo que se llama un arco de medio punto
roto y que señala exactamente la actividad cisterciense en sus
comienzos.
Descansa
(el arco triunfal)
sobre columnas adosadas de proporción pesada, pero con hermosos
capiteles decorados con hojas muy bien talladas. La base refuerza con
garras un plinto bastante pesado. Sobre el arco se abre una saetera
de las mismas dimensiones de las otras que distraen en la nave.
Aparece
también en el muro, a la derecha del arco triunfal, una pequeña y
tosca imagen que quiere representar a Santiago Apóstol, a juzgar por
su traje de peregrino y el bordón que ostenta en una mano mientras
en la otra sostiene un libro.
El ábside
nada ofrece de interés en lo que se refiere a su descripción
arquitectónica, excepto su forma rectangular. La cubrición es, como
decíamos, de madera, caso singular que más bien puede atribuirse a
un arcaismo tradicional que a pobreza, pues no lo demuestra el
cuidado de ejecución de la portada y el minucioso labrado de la
piedra en todo el templo.
A
continuación se refiere D. Manuel a una serie de restos de pinturas
que describe meticulosamente. Hemos de recordar que el trabajo del
autor sobre la iglesia de Moldes tiene lugar en 1934. Hoy no quedan
rastros de tales pinturas:
Nos
referimos a los restos de pinturas que aún pueden apreciarse en el
ábside. El abandono del templo y la humedad tan intensa en la
comarca han hecho desaparecer la mayor parte de estas pinturas, pero
aun perduran restos suficientes para comprobar que, no sólo el
ábside, sino todo el muro que sostiene el arco triunfal, se hallaban
decorados.
Adosada a
la nave hay una capilla lateral construida, según reza en la
inscripción que ostenta, en 1638, por el capitán Bartolomé Tizón
y su mujer Doña Victoria de Luzón. Se aprecia en esta obra una
buena mano.
Corresponde
al puro estilo de la época en que el resurgir de las formas
greco-romanas contrasta con la rudeza propia del románico empleado
hasta muy tarde en la región, tanto, que puede decirse suprime,
salvo casos aislados, al gótico.
Simula
esta capilla al interior de la nave, una sencilla portada con dos
pilastras que sostienen un entablamento, cuya cornisa muy volada,
soporta a su vez, un frontón triangular en cuyo centro campean los
escudos de los Tizones y Luzones.
Al
interior ofrece la capilla un elemento de importante valor
arquitectónico, que patentiza la habilidad práctica del maestro que
la ejecutó, en la solución lograda a un difícil problema
constructivo. Nos referimos a la cubrición de la capilla, que
consiste en un techo totalmente plano, conseguido por
cohesión únicamente de las muchas piedras que lo forman con una
clave suspendida que ostenta gustoso decorado.
Aún
se conserva el altar cuyas piedras nada ofrecen de
interés, pero empotradas en el muro aparecen dos bajo relieves,
antiguos restos del baldaquino que ostentaba la iglesia y que
representan la Flagelación y a la Virgen de las Angustias con el
cuerpo de Cristo en brazos.
Este
elemento, tan frecuente en las iglesias del país, por el contrario
de lo que en otros lugares ocurre, debió de ser colocado en el
centro del ábside, pues las reducidas dimensiones de la iglesia no
le permitirían adosar se a uno de los lados del arco triunfal, y
cuando se llevaron a cabo las obras de la capilla de Tizón sería
destruido y colocados sus restos en el lugar que hoy ocupan.
Para el
estudio algo más detallado de las piezas de este baldaquino
recurrimos a la obra: Baldaquinos Gallegos. Filgueira Valverde y
Fernández-Oxea, 1987, pags. 139 y 140. En adelante, en cursiva
también, las palabras de Filgueira y Fernández-Oxea. Los autores se
refieren a la existencia de tres piezas, creemos que la tercera parte
del baldaquino conservada aquí está situada detrás de los restos
del retablo que hay en el altar de la capilla.
En la
antigua iglesita románica de San Mamede, hoy restaurada, por
iniciativa de Chamoso Lamas.
Dos
dinteles, con arco conopial, y la mitad derecha de otro. Hoy,
empotrados, en la capilla fundada por el Capitán Bartolomé
Rodríguez Tizón y su esposa Doña Violante, en 1638. En ella está
enterrado Losada Diéguez.
1º
Flagelación del Señor, que, atado a una columna, separa las dos
partes rebasando el vértice del arco, ciego. A cada lado, los
sayones inclinados, según la curva del arco para azotar a Cristo. En
los bordes, figuras con lanzas. La colocación de la figura de Cristo
es análoga a la de la Virgen o San Sebastián en otros baldaquinos.
Marcas de
canteros.
2º
Descendimiento. Virgen de la Quinta Angustia con dos piadosos
varones. A los extremos, figuras femeninas, una con un pomo (?) y
otra con el cáliz. Al fondo, instrumentos de la Pasión y escalera.
Restos del
retablo sobre el altar que creemos
que cubren
el baldaquino 3º: Fragmento
del Juicio Final. Pantocrator, al centro. Ángeles con trompetas.
A modo de
resumen y ya al final de su trabajo sobre la iglesia, D. Manuel
Chamoso Lamas afirma:
De todo lo
anterior se desprende que poseemos en la iglesia de San Mamed de
Moldes, un monumento románico de gran interés, no sólo por ser un
perfecto tipo de la construcción religiosa popular de la segunda
mitad del XII, sino también por ser una muestra de la actividad de
aquellos, primero poderosos y después tan perseguidos caballeros
Templarios, que con tanto entusiasmo ayudaron a la reivindicación
del territorio nacional.
Cae una hoja
y es el momento de finalizar nuestra visita a la Iglesia Románica de
San Mamede de Moldes, en Boborás.
Fin.
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