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Ribeira Sacra. Monasterio de Santa Cristina de Ribas de Sil (II). La Iglesia.


En Parada de Sil, entre bosques de castaños, en el Cañón del Río Sil, visitamos el Monasterio de Santa Cristina de Ribas de Sil, monumento destacado del románico de la provincia de Ourense.
En esta Parte II vamos a ver la iglesia del Monasterio, construida entre la segunda mitad del siglo XII y principios del XIII, templo de una sola nave, crucero y tres ábsides.

Click Aquí para ver la Parte I: la llegada al Monasterio y el entorno privilegiado de los Cañones del Sil, la puerta de acceso a las dependencias monacales, el claustro, la torre, con sus hermosas vistas.

Click Aquí para ver nuestras visitas a Parada de Sil.

Coordenadas de situación de Parada de Sil en Galicia. Amplíe el mapa y llegará al Monasterio de Santa Cristina de Ribas de Sil: 42.395968, -7.588362


Nota: Los textos que figuran en cursiva han sido extraídos del artículo publicado por el erudito de Boborás, D. Manuel Chamoso Lamas en Cuadernos de Estudios Gallegos, tomo XVII, pags. 202-209, 1962.
Regresamos de nuestra visita a las dependencias monacales, el claustro, la torre, dejamos atrás ya la hermosa portada de acceso, a la izquierda de la imagen, Este sarcófago está situado entre dicha portada y la de la fachada principal de la iglesia.

Palabras de D. Manuel Chamoso Lamas:
Es preciso descender hasta la propia entrada del atrio, salvada ya la apretada masa de castaños, para recibir la más grata sorpresa al hallarse el visitante frente al bello conjunto constructivo que comprende la iglesia y la portada de acceso a las dependencias que constituyeron el Monasterio. Forman la iglesia y esta portada un ángulo que se abre hasta alcanzar los muros de cierre del amplio atrio.

La iglesia muestra al exterior tan suntuosa y ponderada calidad constructiva y ornamental, que ya al primer golpe de vista puede reconocerse como un singular monumento representativo del estilo románico.
Trátase de un templo de una sola nave, dividida en cinco tramos, acusados al exterior por contrafuertes que soportan los cinco arcos fajones, ligeramente apuntados, y éstos, a su vez, la cubierta de madera; crucero y tres ábsides, con bóvedas de cañón de eje paralelo al de la nave el primero y de cascarón los segundos.

La fachada principal, que, como todo el edificio, exhibe un perfecto aparejo de hiladas regulares de granito, aparenta estar dividida en dos cuerpos por una ligera imposta tratada como tornalluvias. Abriéndose en el inferior la amplia portada y en el superior un gran rosetón de primorosa traza y fina labra románicas.


La portada está constituida por una arquivolta de medio punto que cobija un liso tímpano de granito. Descansa la arquivolta sobre tres pares de columnas acodilladas, cuyos capiteles, decorados con cabezas humanas entre volutas los dos interiores y con motivos vegetales estilizados los restantes, se coronan con un cimacio partido por billetes, motivo que se repite en los bordes de la triple rosca.





Pasamos al interior de la iglesia. Incorporamos aquí este plano de la planta de la misma que se encuentra en uno de los paneles informativos que hay en la explanada aparcamiento situada a la llegada al Monasterio.

Nave longitudinal.

El interior mantiénese intacto, sin adiciones posteriores que lo alteren. Los cinco tramos de la única nave aparecen separados por arcos de medio punto roto, es decir, ligeramente apuntados, que soportan la cubierta de madera y se apoyan en ménsulas.




Recreación de cómo estarían originalmente pintadas las ménsulas de esta nave longitudinal.


Nos dirigimos hacia la parte del crucero, con el ábside central al fondo.

El crucero constituye con la cabecera una primorosa muestra de unidad técnica constructiva. Cuatro arcos apeados sobre columnas con capiteles de prolija y abultada plástica, sostienen una bien resuelta bóveda de cañón. Bóvedas del mismo tipo y desarrollo cubren los dos brazos del crucero.



Estamos justo debajo del arco que separa la nave del crucero. Vemos, en la parte superior de la imagen la bóveda de cañón del crucero y, en la parte inferior, uno de los cuatro arcos de la nave y la cubierta de madera a dos aguas que cubre la propia nave.


Ahora giramos 180º, mirando hacia la entrada de la iglesia y vemos en la parte superior el arco que separa la nave del crucero y los cuatro arcos de la nave, y la cubierta.


Crucero, parte norte, en la iglesia no hay luz artificial.


Las capillas absidales que flanquean la mayor o central, se abren, en el muro de fondo de los cuerpos que forman el crucero, por arcos de medio punto algo peraltados y apeados por bellos capiteles sobre las medias columnas.
Ábside, capilla absidal, norte. La oscuridad aquí es total. Tiramos de flash y...


Capitel del ábside norte.


Restos de la primitiva mesa de altar situado en este ábside norte. Tiene inscripciones y decoración pero no se aprecian muy bien por lo que pedimos disculpas.


Ábside sur.


Pinturas murales de este ábside. Están datadas, como las del ábside central, en el siglo XVI.

La capilla mayor presenta un tramo recto, con bóveda de cañón, al que sigue el cerramiento semicircular, perforado por tres ventanas, que se cubre con el bien trazado cascarón pétreo.


Capiteles del ábside.




Pinturas murales de este ábside central, del siglo XVI.




Salimos ahora al exterior y continuamos la visita por la fachada sur.

Las fachadas laterales ostentan una perfecta articulación de elementos. Contrafuertes proporcionados, que alcanzan a soportar la cornisa, se distribuyen en número de cuatro, acusando la existencia de los cinco tramos de que consta la nave, y flanquean arquitectónicos ventanales, que, en este caso, mantienen la arcaizante y castrense solución de saeteras.

Columnas acodilladas, que sostienen mediante capiteles fitomorfos e impostas finamente molduradas, arcos de simple rosca, modulan constructivamente estas luces. Una volada imposta tornalluvias corre todo a lo largo de las fachadas laterales, y sirve de línea de asiento a los esbeltos ventanales, cortando así en su altura y separándolas, la maciza estructura del cuerpo inferior de la técnicamente estructurada y ponderada del cuerpo superior.

Cierto que la fachada lateral Norte se halla en su parte baja oculta por el desarrollo del ala del claustro a ella adosada y por el cuerpo de la torre; no obstante, fácil es comprobar que ambas fachadas mantienen idénticas soluciones e idéntico ritmo ornamental.

La torre, vista desde la fachada sur.


La nave transversal o crucero.


Ventana de la nave transversal.


Canecillos situados en esta nave.



El ábside mayor o central, acomoda su altura a la de los brazos del crucero, de modo que sus cornisas se unen y prolongan sobre sus cuerpos, en tanto los dos menores reducen su altura a la linea determinada por la imposta que divide en dos cuerpos las fachadas laterales. Abrense en el ábside central tres ventanas, en tanto los ábsides menores permiten una sola luz centrada.


Ábside central.


Ventana del centro de este ábside central.


Elemento de gran riqueza ornamental lo constituye la cornisa, apeada sobre canecillos de geométrica y simple traza en la nave y de variados motivos animados, más o menos estilizados, en los ábsides.




Antes de concluir la visita atendemos a las reflexiones de D. Manuel Chamoso Lamas sobre los periodos de construcción de la iglesia:
En el conjunto arquitectónico que constituye este templo, destaca con precisión una doble formulación técnica y artística, es decir, dos etapas perfectamente diferenciadas y separadas, probablemente, no sólo por una distinta acción directora, sino por algunos años en su realización.
La cabecera y el crucero se ajustan a un programa constructivo basado en el perfecto ordenamiento de soluciones en planta, alzado y cubierta, la ponderada distribución decorativa y su destacada calidad plástica.
En tanto, la nave, con sus arcos apuntados sin articulación mecánica con la planta por sostener una cubierta ligera de madera, los ventanales con sus esbeltas columnas de alargados capiteles, la finura del módulo ornamental de sus arcos, patente asimismo en la rosca de la puerta, acusan la adopción de unas variantes técnicas y estéticas que se separan de la personalidad tan concreta y definida del constructor de la cabecera y del crucero.
Pudiera, pues, tomarse la obra más antigua y más ajustada a las fórmulas románicas, es decir, la cabecera y el crucero, como representativa de la segunda mitad del siglo XII, en tanto la última, formada por la nave, puede alcanzar los primeros años del siglo XIII.

Quede así reconocido en estas notas la importancia histórica, monumental y artística que aun conservan los restos constructivos de uno de los cenobios que en la Edad Media jalonaron la Ribera del río Sil, la famosa Rivoira Sacrata.
Y aquí termina nuestra visita al Monasterio de Santa Cristina de Ribas de Sil, en Parada de Sil, en la fabulosa Ribeira Sacra, provincia de Ourense.

Fin.

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