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Monasterio de Santa María de Meira, Lugo. Parte 1. Exterior. Iglesia, Fachadas. Claustros.


Hoy estamos en Meira, en donde nace el Miño, en el interior de la provincia de Lugo. Visitamos el antiguo Monasterio de Santa María, fundado en el siglo X, cisterciense desde el XII. Hoy quedan en pie la imponente iglesia románica (de finales del siglo XII, principios del XIII, con elementos de transición, sin influencias del románico compostelano y con los caracteres de la escuela borgoñona, importada a Galicia por los monjes cistercienses), y partes de los dos claustros, gótico y renacentista.

En esta Parte 1 vamos a ver las fachadas exteriores de la iglesia, los restos del claustro gótico, en la fachada sur y las dependencias monacales y las dos alas que quedan del claustro renacentista, hoy Ayuntamiento de Meira. También vamos a repasar brevemente la historia del Monasterio.

Click Aquí para ver las cuatro partes que componen la visita completa.



Coordenadas de situación de Meira en Galicia. Amplíe el mapa y llegará al antiguo Monasterio de Santa María43.213028, -7.291407


Nota: Los textos que figuran en cursiva han sido extraídos de:

El Monacato en Galicia. Tomo 1. Pags. 485 a 490. Editorial Librigal, 1972, cuyo autor es D. Hipólito de Sá Bravo.

Santa María de Meira. Transformaciones del monasterio y génesis de la villa, cuya autora es Dª María Garrote Recarey. Publicado en Abrente (Revista de la Real Academia Galega de Belas Artes), Números 42/43 (2010/2011), pags. 75-112.


Llegamos a Meira. Plaza del Ayuntamiento. Aquí se celebraba, ya varios siglos atrás, y se sigue celebrando actualmente, la feria quincenal. Era una plaza cerrada, que formaba parte del recinto del monasterio, denominada Compás. Al fondo, la iglesia de Santa María. A la izquierda, coincidiendo con la linea que forman los bancos y farolas existían unos puestos de venta, que con el tiempo se demolieron. En la parte inferior derecha de la imagen estaría la entrada al monasterio, tras su ampliación y reforma. También vemos la imponente fachada de lo que hoy es el Ayuntamiento, antiguamente albergaba distintas dependencias monacales.


Entre las siguientes imágenes intercalamos, en cursiva, unos párrafos con unos apuntes de D. Hipólito de Sá sobre los avatares históricos del Monasterio:

El Monasterio se da como existente en el siglo X, año de 995, en una escritura de donación hecha a los monjes que allí vivían bajo la observancia de la Regla de San Benito. Unos orígenes similares a los de otros Monasterios de la región gallega. Ermitaños, que en aquellas sierras hacían vida penitente, formaron la primera Comunidad monacal bajo la autoridad del abad Giraldo, a cuyas expensas se había construido en tierras de su propiedad una iglesia dedicada al Salvador.

En el año 1056, con motivo de una concordia que se hizo entre los obispos de Mondoñedo y Lugo, se menciona la iglesia de San Salvador de Meira y a los monjes que allí vivían, en la observancia de la Regla de San Benito.


Con el correr de los años decayó el primitivo fervor y, siendo abad Egido, el Monasterio abrazó la reforma del Císter, quedando como filial de la Abadía de Claraval.

Como primer superior cisterciense vino de Francia el abad Vidal, acompañado del prior Roger, para implantar con toda pureza las normas de la vida monacal, impuestas por San Bernardo a los monjes de Claraval, en la nueva fundación de Meira, que tuvo en sus primeros tiempos una liberal protectora en la condesa doña Fronilde o Fronila, la cual terminó abrazando la vida religiosa en el Monasterio de monjas del Císter de Ferreira de Pantón, donde murió con fama de santidad.

Este Monasterio de monjas del Císter o bernardas, que todavía existe, fue filial de Meira. (Click Aquí para ver el Monasterio de Ferreira de Pantón).


Vamos a ver en primer lugar la fachada del actual Ayuntamiento de Meira. En las ampliaciones que experimentó el Monasterio en el siglo XVI se construyó un nuevo claustro, denominado Claustro del Renacimiento o de la Hospedería. La parte que se ve desde la portada hacia la izquierda corresponde a la portería y a la antigua hospedería, coincidiendo con la parte norte del claustro.

Existieron otras dependencias monacales que hoy no se conservan, como el Palacio del Abad, el Colegio de Filosofía, almacenes y caballerizas (según leemos en el trabajo de Dª María Garrote).


Ya por entonces tenía el Monasterio la propiedad de la Villa yerma de Meira con sus términos y cotos. donación hecha al abad Egido por Álvaro Rodríguez y su mujer la condesa doña Sancha, gran protectora de los cistercienses.

El abad Vidal, sucesor de Egido, consiguió nuevas donaciones de los reyes Alfonso VII y Fernando II. El privilegio fundacional fue otorgado por Alfonso VII en Segovia en 1154, confirmando al Monasterio la propiedad de sus términos y coto, que amplió con nuevas donaciones, a la vez que le daba la jurisdicción y señorío de todas las tierras de Meira.


Siguiendo con la prof. Garrote Recarey: En la fachada de este nuevo edificio (se refiere la autora al claustro que acabamos de mencionar) destaca el cuerpo central, coronado con un frontón recto con el escudo de la Orden. En él se abre una gran puerta con arco de medio punto que permite el acceso a un soportal con capiteles de decoración vegetal.


Y ahora continuamos con D. Hipólito de Sá:

Sin embargo, durante los años del abad Nicolás, sucesor del abad Vidal, ciertos señores de la comarca invadieron las posesiones del Monasterio, apoderándose de las granjas, ganados y tierras de los monjes, oprimiendo a los colonos y criados del Monasterio e impidiendo al abad el ejercicio de sus derechos jurisdiccionales.

Ante las quejas de los monjes presentadas ante el rey Fernando II por el abad Nicolás, el rey expidió en Cáceres el 19 de enero de 1184, un privilegio en el que confirmaba con su autoridad las propiedades del Monasterio, y ordenaba que le fuesen devueltas las propiedades que le habían sido usurpadas, y a la vez que establecía graves penas contra los infractores de lo ordenado en el privilegio.

Por esto y por las copiosas donaciones que más tarde hizo se le considera otro fundador del Monasterio, al que aseguró con su autoridad en la pacífica posesión de todos sus bienes y propiedades.


Por este tiempo comenzaron las obras de la iglesia, que se construyó conforme a las directrices de la arquitectura cisterciense, importadas desde Borgoña por los mismos monjes arquitectos o maestros de obras, a cuyo cargo corrían siempre los planos y la dirección de las obras.

En 1193 Alfonso IX donó al abad Alberto, para las obras de Santa María de Meira, el realengo de Villamarín. Y en un documento del año 1246 figura el monje Domingo Ibáñez como maestro de las obras de Santa María de Meira.

No sabemos en qué año se terminó la iglesia, que fue consagrada por el obispo de Lugo don Miguel en el año 1258, siendo abad Eymerico, el décimo tercero en la lista de los abades de Meira.


A los años de prosperidad siguieron, como en todos los Monasterios gallegos, los tristes años de los abades comendatarios, con los abusos y secuelas consiguientes.

La reforma de los Monasterios patrocinada por los Reyes Católicos tendía a la restauración de la observancia primitiva y a la supresión de las encomiendas. El Monasterio de Meira se unió a la Congregación cisterciense de la Reforma en en año 1503, y hacia 1600 se abrió el Colegio de Filosofía que le hizo notable en toda Galicia.

Después los desmanes de la invasión francesa, los perjuicios de la exclaustración y las tropelías de las guerras carlistas alejaron a los monjes de su querido Monasterio, que poco a poco se fue derrumbando.

Arcada perteneciente al Claustro del Renacimiento, o de la Hospedería, que posteriormente veremos.


La iglesia monacal de Meira.

En el silencio de los tiempos que se fueron y como memorial del paso de los Cistercienses por Meira, en pie parte del edificio monacal y el templo levantado por los Hijos de San Bernardo. La iglesia es uno de los mejores monumentos románicos con elementos de transición que se conserva en la región, sin influencias del románico compostelano, mostrando en su estructura arquitectónica los caracteres de la escuela borgoñona, importada a Galicia, por los monjes cistercienses.

Por una inscripción publicada por el P. Risco en el Tomo XLI de “España Sagrada”, que estaba en una piedra del claustro bajo, sabemos que la iglesia es obra de finales del siglo XII, principios del XIII, pues señala el año de 1142 como el del comienzo del Monasterio o Casa de Meira, y el de 1258 como el de la consagración de la iglesia. Por tanto, entre estas dos fechas se realizaron las obras del nuevo templo, que vino a sustituir el primitivo dedicado al Salvador, cuya factura nos es completamente desconocida.


Vamos, pues, a ver la iglesia.



A continuación reproducimos el plano de la iglesia de Santa María, en su estado actual. Pertenece al trabajo de la profesora Garrote Recarey. Es uno de los varios planos (dibujos propios) que la autora publica en su estudio, mencionado más arriba.

Texto de la autora bajo el plano: Planta de la iglesia de Santa María de Meira en la actualidad: 1 Portada románica; 2 Coro alto (S XVI); 3 Nave principal; 4 Nave de la Epístola; 5 Nave del Evangelio; 6 Crucero; 7 Ábsides laterales; 8 Capilla mayor: 9 Sacristía (S XVII); Puerta de los monjes (con portada); 11 Tramo del claustro conservado; 12 Restos del claustro; 13 Restos de la puerta de la sacristía; 14 Puerta de los muertos (con portada); 15 Restos de la puerta de los conversos. Dibujo propio (de la autora, ojo), 2010.


Nos acercamos a la fachada principal.



Continuamos con D. Hipólito de Sá:

En la fachada perdura la sobriedad de las formas cistercienses. Robustos contrafuertes la flanquean y dividen, señalando la triple nave. En el centro la puerta con arquivoltas, jambas acodilladas y arco de medio punto.

Los herrajes de la puerta son de extraordinaria importancia, siglo XIII y factura románica, siendo de los pocos que se conservan con estas características. Encima de la puerta una imposta y más arriba un gran rosetón. En unos de los lados una torre, más pequeña que la que se levanta en uno de los ángulos del crucero.



Logotipo de la Carta Europea de Abadías Cistercienses (https://www.cister.net/carta-de-valores/).









Ahora atendemos a las palabras que la prof. Garrote Recarey dedica, a su vez, a la fachada de la iglesia:

La fachada de la iglesia de Meira es una de las tres fachadas cistercienses que se conservan en Galicia, junto con Armenteira y San Clodio. El cuerpo central, que es lo más significativo de la obra, dividido verticalmente en dos paños por una sencilla imposta y se remata con un sencillo piñón.

En la parte superior se sitúa un magnífico rosetón, muy común en las construcciones de la Orden. Se trata de un rosetón de columnillas radiales, muy extendido por España a finales del siglo XII y comienzos del XIII, y que se copiará en otros edificios de la zona, como la Catedral de Mondoñedo.

En el cuerpo inferior se abren dos ventanas de doble derrame bajo arco de medio punto y la portada, compuesta por un arco de medio punto y tres arquivoltas que descansan sobre columnas acodilladas con capiteles vegetales, mientras que el semicírculo exterior se apoya sobre ménsulas. El tímpano es liso y se soporta mediante mochetas también lisas.


Puerta tapiada, a la izquierda. Prof. Garrote: ...encontramos otra puerta, hoy tapiada, en el lugar en el que en la actualidad se encuentra la pila bautismal. Antiguamente la ceremonia del bautismo estaba expresamente prohibida en los templos cistercienses, así que esta puerta debía dar acceso a visitantes al lugar que se les reservaba en el templo, normalmente en las naves laterales.



Las hojas de la puerta son de madera y conservan herrajes medievales de gran valor artístico, similares a los que se encuentran en las puertas de la Catedral de Lugo, en la iglesia de Vilar de Donas, en San Salvador de Sarria y en Hospital de Incio. Según Valle Pérez estos herrajes posiblemente sean coetáneos a la construcción de la portada y posteriores a los existentes en la Catedral de Lugo, que serían los más antiguos.




Ahora vamos a ver la fachada sur de la iglesia.


Palabras de la profesora Garrote Recarey:

El desaparecido claustro procesional.

Los restos que hoy podemos observar en la fachada sur de la iglesia de Santa María pertenecen al claustro de estilo gótico construido en el siglo XVI.

Entre las reformas llevadas a cabo debido a la unión del monasterio a la Congregación de Castilla estaban, como ya se ha comentado, las de las dependencias monacales.

En Meira debió existir un Claustro Procesional construido en el siglo XII o XIII, que fue derribado para construir uno nuevo a finales del siglo XVI.


A la izquierda de la imagen anterior, justo debajo de la torre, vemos ...la llamada Puerta de los Conversos, empleada por éstos para acceder a la iglesia. En un principio todos los monjes tomaban parte por igual en el trabajo manual, siguiendo la Regla de San Benito y, si en la época de la cosecha veían superadas sus fuerzas, contrataban trabajadores. Sin embargo, cuando las propiedades monásticas comenzaron a crecer enormemente se vieron obligados a introducir a los hermanos conversos para que se ocuparan de las labores manuales. En la actualidad esta puerta permanece tapiada, aunque perfectamente visible.


El maestro Juan de la Sierra, natural de Santander, fue el encargado de llevar a cabo las obras de este nuevo claustro, adosado a la pared de la iglesia, en torno al que se desarrolló el monasterio.

Aunque varios autores sostienen que el claustro procesional tenía ocho tramos, lo cierto es que en la actualidad sólo son observables siete tramos, seis en la fachada del edificio y uno que aún conserva la cubrición original, y que es por el que se accedía a la iglesia.

Lo cierto es que hoy en día sólo tenemos restos de estos siete tramos, pero en el paño comprendido entre los dos primeros contrafuertes de la fachada sur de la iglesia, podemos observar que la piedra es diferente. Se puede suponer, por tanto, que el claustro en realidad constaba de ocho tramos.


Hoy el último tramo de este claustro es un volumen emergente sobre la nave lateral, transformado primeramente en capilla y más tarde en sala parroquial, y que presenta aún una destacable bóveda de combados cóncavos propia de las obras de Cerredelo el Viejo (que veremos ya en el interior, junto con la portada de acceso a la iglesia desde el claustro, llamada la Puerta de los Monjes).


Según algunos autores este Juan Cerredelo el Viejo, maestro mayor de la Catedral de Oviedo, fue el que inició las obras de reforma del monasterio. Además de Meira, este maestro trabajó en otros cenobios de la Congregación de Castilla.

En Galicia encontramos sus trazas en los monasterios de Oia, Montederramo y San Clodio, pero debido a que murió en 1568, mucho antes que las obras del claustro fueran encargadas a Juan de la Sierra, podemos deducir que Cerredelo realizó otra serie de reformas en el edificio, dejando simplemente planteadas las trazas del claustro.



Existe además otra pequeña puerta en la parte posterior de la fachada, desde donde se accedía a la torre. Hoy en día su interior se encuentra vaciado, pues fue empleado para alojar la maquinaria del reloj de fachada.



...en estos momentos (principios del siglo XVII) se construirá un nuevo coro de madera a los pies de la iglesia, en relación con la tribuna alta de todos los monasterios de la Congregación de Castilla, y al que se accedía mediante una puerta (en la parte alta en el centro de la imagen) desde la planta alta del claustro. Desaparecía así el coro alto primitivo y se reducían sus dimensiones.


El claustro tenía bóvedas de crucería ornamentadas con piñas colgantes en las claves, y con nervatura de sillería, que arrancaba de columnas fasciculadas cuyo apoyo era un basamento corrido, cortado en uno de los tramos para dar acceso al lavatorium y a la fuente, que posiblemente se situara en el medio. En la parte superior, según Hipólito de Sa Bravo, disponía de una galería adintelada, con ventanas entre los vanos.




Parte sur del crucero.


En la interesante espadaña de dos pisos construida sobre el cierre sur del crucero pueden verse, cegados, los diferentes pasos de conexión con la zona del claustro, la puerta de maitines y la de la sacristía, además de otra rectangular que debió abrirse posteriormente.





Ahora, después de ver la fachada sur, giramos la vista a nuestra izquierda...


...y nos dirigimos al claustro Renacentista, o de la Hospedería.



En esta campaña de expansión también se incluyó la creación de un segundo claustro, de tamaño menor que el procesional. Aunque no se sabe con certeza, algunos autores apuntan que este claustro en estilo Renacentista, fue construido también en el siglo XVI.



El Claustro de la Hospedería tenía arcadas en su cuerpo inferior y una galería adintelada en el superior, con tramos abiertos entre columnas jónicas, que sirven de apoyo a una simple cornisa sobre la que descansa el alero del tejado.





Fachada norte.



Avanzamos al lado de los poderosos contrafuertes.



Llegamos a la portada, situada en la parte norte del crucero.


Se trata de la llamada Puerta de los Muertos. Por ella se accedía al cementerio del monasterio, situado siempre en las inmediaciones de la cabecera.









Dejamos atrás la parte del crucero, con la portada.



Doblamos la esquina para ver los ábsides.



A la derecha uno de los dos ábsides rectangulares que albergan las dos capillas de la parte norte del crucero. En la parte superior, el testero y parte de la nave central de la iglesia. En el centro, el ábside central, semicircular. A la izquierda, la sacristía.


Cabe destacar la sacristía del siglo XVII que se abre en la cabecera de la iglesia. En algunos casos se ha planteado como una capilla donde los sacerdotes ajenos a la comunidad podían celebrar misa, o incluso como una estancia en la que custodiar las reliquias, debido a su forma de pequeña girola. Pero parece que en Meira siempre respondió a la función de sacristía que sigue teniendo hoy en día. No podemos saber si esta nueva construcción se realizó debido a que la anterior sacristía se encontraba en mal estado o porque ésta se destinó a otro fin.

El espacio, al que se accede mediante dos estrechos pasillos laterales (debajo de la ventana del ábside), se cubre mediante una bóveda de casetones que responde a fórmulas del siglo anterior.

En Galicia encontramos otros ejemplos de este elemento adosado a la cabecera en las iglesias de Monfero y Oia. Pero la de Meira es de gran interés ya que presenta la singularidad de contener en su interior un conjunto mural de principios del siglo XVII de gran calidad técnica y rico contenido.



Bajo esta ventana arranca el pasillo que nos lleva a la sacristía, donde nos esperan las extraordinarias pinturas murales a las que se refiere la autora. Las veremos en nuestra visita al interior.










Y mientras nos disponemos a pasar al interior de la iglesia, nos quedamos observando la belleza de este monumento.



En los próximos capítulos veremos, pues, el interior. Las naves, el crucero, las capillas, los retablos. Y las pinturas murales de la sacristía.



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