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Museo del Castro de Viladonga. Sala 3 (I). La Vida Cotidiana. Sistema Monetario. Castro de Rei (Lugo).


Estamos en Castro de Rei, municipio de la Terra Cha, interior de la provincia de Lugo. Visitamos el Castro de Viladonga y su Museo, compuesto por cuatro salas de exposiciones. Hoy continuamos la visita en la Sala 3.

Hemos dividido la visita a esta sala en dos partes. En este primer capítulo veremos las vitrinas dedicadas a Las creencias, La vida cotidiana en el castro y El sistema monetario. También un panel sobre La mineria de oro.

Click Aquí para ver la visita completa al museo.

Denario republicano de la familia Cornelia. Plata. 76-74 a.C (izquierda). Denarios imperiales de Augusto y Tiberio. Plata. Siglo I d.C (las dos filas de la derecha).

Coordenadas de situación de Castro de Rei en Galicia. Amplíe el mapa y llegará al Castro de Viladonga43.160823, -7.387373


Entrada en la sala.

Contiene dos vitrinas en cada una de las dos paredes. Una maqueta video en el centro. Dos vitrinas de menor tamaño en el tabique que separa esta sala de la anterior. También dos paneles en la pared del fondo.

Al entrar, mirando a nuestra derecha, nos fijamos en la vitrina más pequeña que está situada en el tabique que separa esta sala de la anterior. Es la primera que vamos a ver con detalle.



Vistas generales de la sala. Recorrido circular.





Comenzamos, como hemos mencionado, con la vitrina situada a la derecha entrando en la sala, en el tabique que separa esta sala de la anterior (sala 2). Nota: La vitrina también se puede observar desde la otra sala pero los paneles informativos están colocados para poder ser leídos desde la presente.

Contiene dos textos a ambos lados y cinco piezas o grupos de piezas en los expositores de la parte inferior, además de una pequeña ilustración, que representa el ara romana referida en el texto de la izquierda.


Texto de la parte izquierda.

Algunas fuentes históricas, como las inscripciones, ofrecen datos para esbozar un panorama de las creencias y de la religión en la Cultura Galaico-Romana. Existe un sustrato religioso de cultos locales y unos decisivos aportes del panteón clásico romano, que conviven con otros dos hechos importantes: el culto al emperador y, en la época más tardía, la llegada del Cristianismo.

En este castro no tenemos todavía elementos fiables para reconstruir su panteón religioso pero su contexto y hallazgos próximos (como el ara a los dioses de los caminos “Lares Viales” de Arcos-Pol) no lo diferencian del resto de la Gallaecia.

Aunque los amuletos pudieran tener relación con alguna creencia o religión, no se encontraron en Vildonga, hasta ahora, ni aras votivas ni restos de clara finalidad religiosa. En todo caso, la importancia de los elementos de la naturaleza (como el sol, la luna, las aguas, los árboles…) se ponen en relación con las creencias de los habitantes de los castros y a ellos asociaban algunas de sus divinidades.

Por otro lado, desconocemos aún sus rituales funerarios, si bien por la cronología tardía del castro y por su contexto arqueológico-histórico, hay que suponer la existencia de necrópolis de enterramiento, situadas fuera de las murallas, lo que habrá de ser resuelto con futuras prospecciones y excavaciones en su contorno.


Piezas situadas en la parte izquierda, en primer término: Cucharillas (cochleares o ligulae) de plata, de posible uso ritual. Una con marca en griego: IITA (PTD).



Pieza situada en la parte izquierda, detrás del grupo anterior: Pequeña pátera o tacita de bronce con baño de plata.


Texto de la parte derecha.

En las antiguas culturas estaba muy extendido el uso de amuletos, como los relacionados con el culto al falo. Los romanos hacían de él un símbolo del poder fecundante de la naturaleza y defensor contra el mal de ojo, a modo de “exvoto” u ofrenda.

Se esculpía y se dibujaba en objetos de uso personal o en útiles domésticos, y se hacían de diferentes formas y materiales: cuero, metal, barro o piedra, como los que aquí se ven, y tendrían significación muy diversa, fuese profiláctica, protectora o simplemente alusiva. Algunos materiales, como las empuñaduras de los puñales de antenas, se pueden considerar residuales e incluso votivos, o para usar precisamente de amuleto, por su pequeño tamaño, como el que aquí se muestra.


Piezas de la parte derecha: Amuletos de varios tipos y diversa significación.



Pieza situada en el centro: Empuñadura de un puñal de antenas ¿votivo?




Seguimos ahora con la primera de las dos vitrinas grandes del lado derecho, la más próxima a la entrada. Lleva por título: La vida cotidiana en el castro.

Contiene tres ilustraciones y tres textos. El texto de la izquierda y el del centro se agrupan bajo el título La vida cotidiana en el castro mientras el otro texto lleva por título El folclore arqueológico. Exposición de piezas en la parte inferior, además de una imagen que se acompaña de otro texto más.

De izquierda a derecha los textos y las ilustraciones de la parte superior.

Ilustración y texto de la parte izquierda.


La vida cotidiana en el castro.

La vida cotidiana en el castro de Viladonga se puede reconstruir basándonos en los restos encontrados en las excavaciones, en las fuentes literarias antiguas e incluso, con las debidas matizaciones, en paralelos con comunidades rurales tradicionales de su entorno. La población del castro puede estimarse, en el momento de su máxima ocupación, entre 300 y 350 personas. Sus viviendas y demás construcciones anexas se disponían en grupos dejando calles para circular personas, animales y medios de transporte.

Su sociedad estaba organizada a base de vínculos familiares y de parentesco, teniendo una indudable jerarquización y existiendo relaciones diversas con otros poblados o asentamientos de su entorno.

Había un reparto, aunque no rígido, del trabajo: las mujeres se ocupaban de las labores domésticas, del cuidado de la familia y de los animales y también de la recogida de frutos. Cultivaban, molían y almacenaban maíz, trigo y cebada (de la que harían una especie de cerveza), así como también las bellotas y otros frutos que recogían en el campo y en el bosque.

Los hombres se dedicaban a la caza, a la explotación y trabajo de los metales, a ciertos oficios artesanales, al comercio, a las actividades bélicas, etc. La caza jugaba un papel importante y, al igual que el ganado, se hacía de ella aprovechamiento integral. Se utilizaban las pieles, la carne, las vejigas, los cuernos, los huesos, etc.


Ilustración y texto de la parte central.


Junto a esta economía de subsistencia, en gran medida autosuficiente, deben destacarse también la minería y la metalurgia, que dejaron abundantes piezas y objetos, como herramientas y útiles de uso artesanal y doméstico de muy diversas materias (hierro, bronce, oro, plomo…). La existencia de objetos de origen foránea: la cerámica de “paredes finas”, la terra sigillata, los vidrios, algunos bronces, joyas…, hacen pensar también en la existencia de un comercio basado en el trueque o utilizando el sistema monetario romano.

El ocio también existía en la vida del castro; en las excavaciones aparecieron dos tableros de juego hechos de piedra de pizarra (juego del latrunculus o pequeño ladrón semejante a las “damas”), encontrándose también sus correspondientes fichas. En el mundo romano y también en la Gallaecia existía una gran afición por los juegos de azar e inteligencia (tabas, dados, damas…), tal como se constata en las fuentes textuales de la época, en las inscripciones y en los propios restos arqueológicos.

Nada sabemos de su lengua, pues era un pueblo prácticamente sin escritura, aunque tenemos muestras de letras y palabras en los grafitos de cerámica y en otras piezas. Habría que suponer la utilización, en origen, de una lengua indígena, que más tarde se fue sustituyendo por el latín, en su variante vulgar o común, aunque conservando elementos y nombres prerromanos.


Ilustración y texto de la parte derecha.


El folclore arqueológico.

Como en casi todos los yacimientos arqueológicos, hay en el castro de Viladonga una serie de cuentos y leyendas relativas a sus antiguos moradores, sus costumbres y “riquezas”.

Referencias a los moros como personajes míticos e imaginarios (que no tienen nada que ver con los árabes de la Reconquista ni con otros pueblos históricos), son muy frecuentes en castros, como el de Viladonga, así como las menciones de “tesoros” escondidos, vigas de oro y de alquitrán (?), túneles y pasos subterráneos, etc.

Todo esto hace referencia a aspectos considerados misteriosos, precisamente por desconocidos o diferentes a la cultura gallega cristiana y tradicional.

Algunas veces las leyendas reflejan aspectos reales del castro, por ejemplo: la existencia de vetas de agua bajo tierra, de cuevas e incluso de relaciones entre distintos sitios de carácter arqueológico, como sucede entre el castro de Viladonga y la villa de Doncide o bien con pequeños castros de alrededor.


De izquierda a derecha, las piezas y conjuntos de piezas expuestas en la parte inferior de la vitrina.

Molino plano, naviforme o barquiforme, el modelo más antiguo, de tradición neolítica.



Parte superior: Piedra de molino probablemente un juguete. Parte inferior: Fichas para usos diversos.



Tableros de juego en piedra de pizarra (Tabula latrunculata o lusoria), con sus fichas o calculi.




A la derecha de estas piezas vemos un texto más, acompañado de una imagen de la Fuente de O Couto de A. El texto se refiere a una antigua leyenda del lugar, acerca de una princesita mora convertida en trucha, que vive en la fuente y a la que los vecinos cuidan y alimentan.

A los pies de esta vitrina hay dos piezas arqueológicas más.

Molino plano o barquiforme.



Molino circular.




Continuamos ahora con la segunda de las dos vitrinas grandes del lado derecho, la más alejada de la entrada. Lleva por título: Sistema Monetario.

Contiene un mapa (Mapa de distribución de cecas representadas en el castro) y un texto. También dos cuadros (a la izquierda el titulado: Sistema de pesas romano-tardías y, a la derecha, Monedas romanas en el Castro de Viladonga). Exposición de monedas en la parte inferior.

Texto. Transcripción:

Sistema monetario.

En el castro de Viladonga se documentan diferentes tipos de monedas: ases y semisses de bronce, denarios de plata, antoninianos de plata y bronce,, aúreos de oro, folles y centenionales de bronce. Estos últimos eran monedas de poco valor que solían guardarse en momentos de inseguridad pero también, por el simple afán de ahorrar, y aparecen a veces guardados en potes de cerámica, formando “tesoros” o depósitos intencionados.

El conjunto de monedas aparecidas en el castro abarca un amplio abanico cronológico, desde los s.s. I a.C. al V d.C., así como una variada iconografía y, salvo algunas excepciones, tienen poco valor monetario.

La moneda fue el método más ágil y directo de la autoridad para hacer llegar sus mensajes a la sociedad y, por eso se escogían con mucho cuidado los elementos grabados en sus anversos y los temas de sus reversos.
Las monedas llevan en el anverso las efigies de los emperadores o miembros de su familia y su realismo los convierte algunas veces en auténticos retratos; llevan la vestimenta y los cascos, tocados o peinados característicos de cada momento, siempre con un texto o leyenda referente al nombre del personaje y sus cargos.

En el reverso acostumbran a representarse divinidades, héroes, motivos alegóricos, alusiones militares o bélicas, fastos imperiales, etc., así como las marcas de ceca o lugar de acuñación.


El mapa, titulado: Mapa de distribución de cecas (o lugar de acuñación) representadas en el castro.


Texto que lo acompaña:

Mapa de las cecas de donde proceden las monedas encontradas en este castro de Viladonga. Hay acuñaciones de Hispania, bastantes cecas capitalinas de Roma, otras del norte de Italia, de Londres, Tréveris y Lyon. También es de destacar la presencia de monedas de las cecas de la parte oriental del imperio romano, de las actuales Grecia, Turquía y Siria.

Cuadro titulado: Sistema de pesas romano-tardías.



De izquierda a derecha, una vez más, las piezas y conjuntos de piezas, fundamentalmente monedas, expuestas en la parte inferior de la vitrina.

Parte superior: Balanza. Parte inferior: Ponderal o exagium de bronce con marca quadrans (s. V o VI).



Posible pesa.



Ahora el panel en el que se exponen monedas de distintas épocas. De izquierda a derecha:

Denario republicano de la familia Cornelia. Plata. 76-74 a.C (izquierda).
Denarios imperiales de Augusto y Tiberio. Plata. Siglo I d.C (las dos filas de la derecha).



Sestercios. Bronce. Siglos I, II y III d.C (fila de la izquierda).
Ases. Bronce. Siglos I, II y III d.C. (fila del centro).
Antoninianos. Bronce con baño de plata. Siglo III.



Semisses. Bronce. Siglos IV y V d.C.



Folles. Bronce. Siglos IV y V d.C.




Áureos (solidi) acuñados a nombre de Arcadio, entre los años 395 y 402.



Monedas (semisses y folles de los siglos IV y V) aparecidas formando conjuntos u ocultados como “tesoros”.



Seguimos, con la pared situada frente a la entrada a la sala. Hay dos paneles. Vamos a ver ahora el que está más próximo a esta vitrina dedicada al sistema monetario.


Este panel se hizo para la exposición Cántabros, Astures y Galaicos (Ministerio de Cultura, 1982), y representa escenas de la vida común en un castro como el de Viladonga. Diseño y ejecución: Agustín de la Casa.







El segundo panel de la pared del fondo.

Se titula: La minería de oro. Consta de una ilustración con un pequeño texto en la parte superior izquierda y dos conjuntos de ilustraciones que nos explican las técnicas de explotación de los romanos (parte inferior izquierda) y las formas de trabajarlo (parte derecha del panel).

Ilustración y texto.


El material de la rica orfebrería castrexa se obtuvo con técnicas de extracción artesanal, como el de las “Aureanas” de los cauces fluviales.

Parte inferior izquierda del panel. Se titula Ruina montium.


Ruina montium.

Bajo la administración romana, la minería de oro experimentó grandes cambios: se desarrollaron unas técnicas de explotación a gran escala de yacimientos primarios (sobre rocas) y secundarios (sobre sedimentos y aluviones), documentados en diversos lugares de Galicia, sobre todo en su parte oriental.


Ilustraciones de la parte derecha.


Parte superior: Trabajo con hilos de oro.
Parte central: Granulado.
Parte inferior: Martillado (repujado, punteado), incisión, impresión, estampación y moldeado

Aquí concluye el primer capítulo de la visita a la Sala 3 del Museo.

Click Aquí para ver la Parte 2: Vitrinas dedicadas a: El tejido y la vestimenta y a El adorno. También, la maqueta video del centro de la sala.


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