Visitamos
Noia. Podemos decir, sin dudar, que estamos en un lugar único en el
mundo. La iglesia de Santa María A Nova, declarada Monumento
Histórico-Artístico en 1973, fiel exponente del gótico marinero
gallego, fue consagrada en 1327. Alberga en su interior el Museo de
Laudas Gremiales, colección extraordinaria de lápidas con las
marcas de los distintos gremios, familiares y humanas, además de
varios sarcófagos, y un gran retablo barroco, y la capilla
plateresca, y...
En
el presente capítulo y antes de acceder al interior, veremos las
fachadas de la iglesia y el cementerio, su historia y evolución
hasta la actualidad. Y un baldaquino, en la parte norte, datado en el
siglo XVI. Y un cruceiro de gran interés.
Iglesia
de Santa María A Nova y el cementerio que la circunda, parte sur. A
la derecha, cientos de lápidas apiladas esperan el momento de su
catalogación y estudio. Otras están expuestas en el interior de la
iglesia, en el Museo de Laudas Gremiales.
Coordenadas
de situación de Noia en Galicia. Amplíe el mapa y llegará a Santa
María A Nova: 42.783515, -8.885889
Nota:
En este
primer capítulo
de
la visita,
centrada en el cementerio y las fachadas exteriores de la iglesia,
hemos tomado los textos que figuran en
cursiva
del trabajo titulado: El
Cementerio de Noia (La Coruña), obra de D. Clodio González Pérez (https://es.wikipedia.org/wiki/Clodio_González_Pérez),
publicado en 1984 en la Revista de Folklore, número 41, que edita la
Fundación Joaquín Díaz.
Y
aquí comenzamos.
Noia
(forma castellanizada Noya) es una población gallega que se
encuentra en la ría de Muros o también de Muros y Noia, en la
provincia de A Coruña, a casi 40 Kms. de Santiago.
En
primer término el río Traba. En la parte superior, el Tállara.
Aquí se unen y desembocan en la ría.
En
otros tiempos, en particular durante la Edad Media, fue famosa por
ser uno de los puertos más frecuentados por los peregrinos que
venían por mar a visitar la tumba jacobea, por eso también se le
conoce por “puerto de Compostela”.
Pero
debido a la fuerte sedimentación sufrida durante siglos, su ría fue
perdiendo progresivamente calado y hoy, en buena parte, ya no es más
que una marisma o junquera.
El
Traba y el Tállara, ya unidos pasan bajo el Ponte de Noia, del siglo
XIX, construido tras derribar el puente medieval del siglo XIII.
La
tradición cuenta que fue aquí -en
un peñasco llamado Pena da barca-,
donde descansó después del diluvio la barca bíblica de Noé,
siendo por ello considerado su primer poblador. Recordando esta
mítica fundación, durante muchos siglos figuró en su escudo de
armas el arca y por encima la paloma con una ramita de olivo en el
pico.
Casa
da Xouba, siglo XV.
En
1115 sufrió, como otras muchas poblaciones del litoral gallego, un
duro ataque de los piratas normandos que la arrasaron por completo,
por lo que se decidió trasladarla a un lugar más seguro, que es el
que hoy ocupa.
A
9 abril de 1168 Fernando II la cedió al arzobispo compostelano,
haciendo constar en sus fueros que el nuevo burgo sería para siempre
propiedad de la iglesia de Santiago, igual que lo era la ciudad de
Compostela. Y a esta mitra perteneció hasta el 6 de agosto de 1811.
Pazo
do Tapal.
Cuenta
con interesantes monumentos, entre los que sobresalen por su gran
valor artístico y arquitectónico las iglesias de Santa María a
Nova, San Martiño y San Francisco.
Iglesia
de San Martiño. Plaza de O Tapal. (Click Aquí para ver nuestra visita a San Martiño).
La
segunda
(San Martiño),
joya del gótico gallego, fue mandada edificar por el arzobispo don
Lope de Mendoza, constando la fecha de construcción en el dintel de
la puerta principal: ERA DA NAC(ensa) D(omini) M CCCCXXXIIII (Era del
nacimiento del Señor 1434). Por último, la de San Francisco es
mucho más reciente, siendo obra en su mayoría de los siglos XVI y
XVII.
Pero
su fama se la debe en buena parte al cementerio, único entre los de
su clase, que fue declarado monumento histórico-artístico nacional
el 5 de abril de 1973.
Casa
do Senra, siglo XVIII. Está
situada en la Rúa Ferreiro, justo enfrente de la entrada al recinto
de la iglesia y cementerio de Santa María a Nova.
El
cementerio se encuentra en el casco urbano, rodeado de edificios
modernos en su mayoría. En el centro y frente a la puerta de entrada
está la iglesia de Santa María a Nova construida en tiempos del
arzobispo fray Berenguer de Landore (para nosotros Berenguel de
Landoira), francés.
En
1317 fue designado por el Papa para ocupar la sede de Santiago, pero
debido a la fuerte oposición de los nobles y burgueses compostelanos
tuvo que permanecer varios años fuera de la ciudad, pasando gran
parte de este tiempo en la villa de Noia, en el castillo-palacio que
poseía la mitra frente a la iglesia de San Martiño.
Fachada
y parte norte de la iglesia.
El
cementerio, que dicen que parte de su tierra fue traída de Palestina
por los muchos barcos noieses que surcaban los mares, queda dividido
en casi dos porciones iguales por la iglesia: si en la del sur se
encuentra uno de los cruceiros más interesantes de Galicia, gótico
del siglo XV; en la del norte está el baldaquino, obra también del
mismo siglo o de los primeros años del siguiente.
Parte
norte de la iglesia y cementerio.
Parte
sur.
Volvamos
a la fachada principal.
En
la fachada principal destaca el rosetón gótico, debajo del cual
está la puerta principal, hoy cubierta por un porche neoclásico…
...y
sobre ella el tímpano con la Epifanía del Señor, escena muy
repetida en las iglesias compostelanas de esta época:...
...la
Virgen, sentada en el centro, sostiene con su mano izquierda al Niño
Jesús.
A
su derecha se encuentran los tres reyes magos y a la izquierda el
donante, fray Berenguer, arrodillado y revestido de pontifical, y a
su lado San José. En la parte superior y a ambos lados de la cabeza
de la Virgen, hay sendos ángeles turiferarios.
Ahora
vamos a rodear la iglesia mientras continuamos escuchando las
palabras del prof. Clodio González.
Fachada
sur.
La
iglesia fue consagrada el año 1327. según consta en una inscripción
que hay en el tímpano de la puerta Sur: ESTA: IGL(es)IA: ET: SAGROU:
DO: FR: BERI(n)G(u)EL: ARCIB(is)PO: D: S(an)TIAGO: EN: XXVIII: DIAS:
D: IAN(ei)RO: ERA: M: CCC: LXV: ET: FOI: P(ro)C(ur)ADOR: P(ero)
BOCHO(n): DESTA: OBRA (Eata iglesai edificó y consagró Don Fray
Berenguer arzobispo de Santiago, el 28 de enero, era 1365 y fue
procurador de esta obra Pedro Bochón).
Al
lado de las fachadas o insertadas en las mismas hay una serie de
lápidas y sarcófagos expuestos, anticipo de lo que se puede ver en
el interior de la iglesia, el museo.
No
se sabe cuándo se empezó a utilizar este lugar como camposanto,
pues mientras que unos autores ya dan las losas sepulcrales más
antiguas como del XI, otros retrasan esta fecha en dos siglos,
haciéndolas contemporáneas de la iglesia, primer cuarto del XIV.
Pero
a estos últimos se oponen los que afirman que en el solar que ocupa
el actual templo ya hubo otro anterior, pues al llamarle popularmente
Santa María a Nova implica que allí o muy cerca estuvo en otros
tiempos Santa María a Vella, quizás la primera iglesia con que
contó la necrópolis.
Cabecera
de la iglesia, el ábside y las dos sacristías a ambos lados.
Lo
que sí es cierto y nadie discute, es que este cementerio siempre
tuvo un algo especial que lo diferenció de los demás, por ejemplo
el que se administrase justicia en eél hasta 1517, fecha en que fue
prohibido por la autoridad eclesiástica.
O
que en sus solar se celebrasen hasta mediados del siglo pasado
fiestas campestres, comiendo en algunos casos los asistentes sobre
“sus losas”, las mismas que pertenecían a su familia desde
muchos siglos antes y bajo las que ya reposaban el sueño eterno sus
lejanos y cercanos antepasados.
En
los propios muros exteriores vemos estas marcas gremiales o
profesionales, en la parte superior de la imagen. Parecen ser unas
tijeras, el gremio de los ¿sastres? En el interior de la iglesia, en
el museo veremos muchos más.
A
la izquierda asoma la parte sur del cementerio.
Parte
norte de la iglesia, y del cementerio...
A
la izquierda, puerta de acceso a una de las dos sacristías. A la
derecha, como un saliente del muro norte, la capilla de los Carneiro,
renacentista, añadida con posterioridad a la construcción de la
iglesia, como veremos al visitar el interior de la misma.
Seguimos
en la parte norte del recinto, el cementerio y la iglesia al fondo.
Vemos también, en el centro de la imagen, un baldaquino, en el que
vamos a centrar ahora nuestra atención.
Los
textos en cursiva han sido extraídos del libro titulado
Baldaquinos Gallegos. Autores: Filgueira Valverde y
Fernández-Oxea, 1987, pag 52:
En
el cementerio de la iglesia parroquial, famoso por su extraordinario
conjunto de laudas gremiales.
Cruz
cubierta por baldaquino de planta cuadrada sostenido por cuatro
pilastras. Friso decorado y cubierta de losas, formando pirámide
sobre él.
Bandas
decoradas en los dinteles de dos lados opuestos.
En
el del frente, rosáceas y las fases de la luna.
En
el opuesto, un animal huye con un dardo clavado, perseguido por un
cazador y sus perros.
Murguía,
a quien sigue Carré, interpreta el relieve de la caza como un
símbolo funerario, suponiendo que en la mesa colocada ante el
crucero se celebrarían las misas de difuntos (Nota: Como se
puede ver hoy no existe ninguna mesa de altar colocada ante el
crucero, la explicación está en el hecho de que la primera edición
del libro de Filgueira y Fernández-Oxea es de 1926, en 1987 los
autores actualizaron los contenidos de su trabajo). De hecho la
escena aparece en capiteles (como los de Santo Domingo de Pontevedra,
estudiados por Carmen Manso) y en sepulturas.
Lampérez
cree que el baldaquino fue trasladado del interior de una iglesia. En
cambio, Álvaro de las Casas sugiere que pueda tratarse de un
púlpito.
Respecto
a la fecha, Murguía lo sitúa en los comienzos del siglo XVI.
Seguimos
en esta parte norte del recinto.
Y
continuamos con las explicaciones del prof. Clodio González:
Pero
en este interesante conjunto lo que más llamó y sigue llamando la
atención es la gran cantidad (más de cuatrocientas) de losas o
lápidas sepulcrales con marcas o signos grabados sobre ellas. Los
que tuvieron la suerte de contemplarlas in situ, en el mismo lugar
que ocuparon durante siglois, quedaron maravillados de esta magna
colección única, quizás, en el mundo.
Pero
el investigador de hoy se tiene que conformar con admirarlas y
estudiarlas apoyadas en la cerca del cementerio, en los muros de la
iglesia o amontonadas como si de escombro se tratase. Actualmente ya
son muy pocas las que permanecen en su lugar de origen.
Algunas
de las lápidas apiladas en el cementerio, pocas en comparación con
las que veremos en la parte sur.
Esta
quintana dos mortos llegó en perfecto estado de conservación hasta
la década de los años treinta, con muy pequeñas alteraciones, en
su mayor parte debidas a que sus propietarios fueron colocando sobre
ellas trozos de mármol donde se hacía constar la familia a quien
pertenecía.
Esto
se vino haciendo desde el siglo pasado, pero cuando se debió
proceder a su clausura para conservarlo tal y como había sido
durante cientos de años, no se hizo y hoy, pues todavía sigue
siendo el único cemneterio con que cuenta la población, ya perdió
parte de su encanto y, lo que es aún peor, muchas piezas de
incalculable valor arqueológico.
Otro
baldaquino en esta parte norte.
Los
noieses sabían cuáles eran las lápidas de sus deudos por la
situación, que durante siglos había sido siempre la misma, y por
las marcas o signos que sobre ellas estaban grabados, marcas que en
su mayoría eran el distintivo familiar. ¿Por qué hacían estos
signos y no ponían el nombre del difunto o difuntos?
La
explicación es sencilla: estas gentes no sabían leer ni escribir,
pero en cambio sí conocían la marca propia de su familia, que
figuraba en todas sus pertenencias.
Sin
embargo hay que aclarar que los nobles, sacerdotes y ricos burgueses
sí solían poner sus nombres sobre las tumbas: Pero Afonso da Ponte
(era 1300?), Alberte de Ben (1570), etc.
Esta
diferencia no sólo se manifiesta en escribir o no su nombre, sino
también en que éstos muchas veces eran enterrados en sarcófagos,
de los que todavía hay abundantes muestras en el cementerio,
quedando sus cuerpos sobre la tierra y no debajo como los de los
artesanos y marineros.
Pero
al ir dejando de ser analfabetos fueron también sustituyendo
paulatinamente las
antiguas marcas por el nombre del difunto, aunque en un principio
ponían las dos cosas. Hay que tener en cuenta que en algunos casos
pudiera ser que la marca fuera anterior, es decir, que perteneciese a
un antepasado del difunto cuyo nombre figura, pues la mayoría fueron
durante siglos de una misma familia.
Ahora
estamos en la parte sur del cementerio. A la derecha de la imagen
vemos, apiladas, en el muro este del recinto, tal como refería el
autor un poco más arriba.
A
la izquierda, el cruceiro gótico, del siglo XV.
Sarcófagos
situados junto al muro sur del recinto.
Hacemos
un somero catálogo de las marcas que hay sobre las más de
cuatrocientas losas sepulcrales (en buen estado no pasan del
centenar) que se encuentran actualmente en este cementerio.
Representaciones
humanas.
Son
muy abundantes y, para algunos historiadores, las más antiguas. Se
trata de los archiconocidos dibujos o monigotes que todos hemos hecho
de pequeños, pero en algunos casos se llegó a tal grado de
estilización y abstracción que es sumamente complicado el
interpretarlos.
Marcas
familiares.
Les
damos este nombre a ciertas figuras que suponemos con fundamento,
teniendo en cuenta otros casos semejantes, que se refieren al signo
distintivo que tenía una familia y que era heredado por sus
descendientes.
Marcas
profesionales o gremiales.
Son
las más abundantes dado que Noia, sobre todo desde el primer cuarto
del siglo XIV y hasta el XVII, disfrutó de una floreciente situación
económica y mercantil aún no igualada. Aquí abundaban los
marineros, los artesanos, los nobles…
Es un excelente blog para poder seguir lugares del mundo como pazos arenteiro, muchas gracias por tomarte el tiempo para aportar estás notas. Un saludo
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