Estamos en Bergondo, en la Ría de Betanzos, en pleno Golfo Ártabro, en la comarca de As Mariñas dos Condes, muy cerca de la ciudad de A Coruña y de la señorial Betanzos. Visitamos el Monasterio de San Salvador, en esta Parte I vamos a repasar algo de su historia y veremos las fachadas exteriores de la iglesia y el claustro.
Para ver la Parte II, dedicada al interior de la iglesia, Click Aquí.
Coordenadas de situación de Bergondo en Galicia. Amplíe el mapa y llegará al Monasterio de San Salvador de Bergondo: 43.322776, -8.241322
Los números que se ven debajo de las fotos son las coordenadas del mapa del lugar desde el que se tomó cada foto.
Nota: Para documentar la visita al Monasterio de San Salvador de Bergondo hemos extraído los textos que figuran en cursiva de la Tesis doctoral de María Pilar Carrillo Lista, de la Universidad de Santiago de Compostela, Facultad de Geografía e Historia, Departamento de Historia del Arte, titulada Arte Románico en el Golfo Ártabro y el Oriente Coruñés, año 2005, en la que la autora hace un exhaustivo y brillante trabajo.
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Un poco de historia.
La actual iglesia parroquial de San Salvador de Bergondo es el edificio que queda de un antiguo cenobio cuyos orígenes son poco conocidos, y cuya fundación se remonta a la primera mitad del siglo XII, ya que en 1138 Alfonso VII le concedió algunos privilegios.
Años más tarde, entre 1143 y 1149, surgió un pleito con el arzobispo de Santiago, don Pedro Helías, quien se oponía a que los vasallos del monasterio pescasen en el río Mandeo, alegando ciertos derechos de propiedad que el arzobispo compostelano tenía y en contraposición con las prebendas reales otorgadas a los monjes. Lo mismo sucedía con el aprovechamiento de unas salinas construidas por los frailes en plena ría, igualmente concedidas al monasterio por prerrogativa de Alfonso VII, que estaban dentro de los términos de la sede compostelana.
El conflicto se solucionó al reconocer los monjes la jurisdicción de los prelados de Santiago en el territorio en litigio, pero los de San Salvador de Bergondo quedaban autorizados a seguir pescando y a explotar dichas salinas.
Espadaña de construcción más reciente, como se menciona más abajo.
Uno de los testimonios escritos más interesantes de este período es el testamento de doña Urraca Fernández, hija del conde don Fernando Pérez de Traba, fechado en 1199, quien lega media marca para los frailes y media para la obra de la iglesia: "ad Burgurdium marcam I, medium ad fratres et medium ad opus ecclesie", lo que parece indicar que no habían terminado de construir el edificio.
En 1218 Alfonso IX donó al abad Munio y a los monjes de San Salvador de Bergondo todo cuanto pertenecía a la corona real y estaba dentro del coto del monasterio.
En 1256 Alfonso X otorgó al monasterio muchos bienes y lo puso bajo su poderosa y real protección para defenderlo de las usurpaciones que algunos señores le hacían sufrir en su señorío, ansiosos de apoderarse de las pertenencias que los benedictinos habían recibido en As Mariñas.
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A fines de siglo XIV una figura destaca en la historia de Bergondo: fue Fernán Pérez de Andrade "o Bóo". Hay noticia de que el rey don Juan I le ordena a través de una Real Cédula, fechada en 1380, que desembargue y deje libre al abad, el coto y a los vasallos de este monasterio, de los que se había apoderado alegando el título de protector y comendero.
Sin embargo, sus relaciones no siempre fueron conflictivas y de hecho se le atribuye haber levantado la parte del edificio que había sido dañada por un supuesto incendio sufrido por el monasterio en 1338.
Es por ello que en la actualidad todavía se puede contemplar como antefija, sobre el piñón del muro de la nave, un jabalí, símbolo de su familia, que lleva sobre su lomo una cruz flordelisada.
Nos situamos frente a la portada de la fachada principal, que detallaremos un poco más adelante.
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Durante el reinado de los Reyes Católicos, Fray Rodrigo de Valencia y Fray Pedro de Nájera llevaron a cabo la reforma de los monasterios benedictinos, por la cual el de Bergondo perdió la categoría de abadía, siendo su último abad el padre Fray Juan de Manzaneda, que renunció en 1509.
Entonces pasó a ser priorato de San Martiño Pinario de Santiago por Bula de León X fechada en 1517. De este modo el número de monjes quedó reducido a los que atendían la administración de los bienes, la cura de almas de la feligresía establecida en su iglesia y la escuela creada en el priorato para beneficio de los hijos de los colonos y trabajadores vinculados a sus tierras.
Con este carácter llegó hasta la desamortización del siglo XIX, no sin antes sufrir las vicisitudes de la invasión de Drake y, posteriormente, la rapiña napoleónica en 1809, que no dejó nada de valor.
Mirando a nuestra derecha vemos la puerta de acceso al edificio del monasterio y al claustro, hoy dedicados a las actividades parroquiales.
En el siglo XX, la iglesia ha sido objeto de algunas obras, como la construcción de la actual espadaña en 1959, en sustitución del campanario que fue derribado por un rayo.
Posteriormente se realizaron dos restauraciones: en 1979 se consolidaron los muros y la cubierta de todo el templo, excepto los ábsides.
La segunda se realizó en 1980 y en ella se restauró el interior, se recuperó la puerta lateral norte y el sepulcro de la nave sur, que estaba oculto tras un retablo, se restituyó el pavimento de todo el templo y los niveles del suelo de la cabecera y los ábsides.
Finalmente, en 1974 San Salvador de Bergondo fue declarado Monumento Nacional.
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Fachada principal.
La parte baja de la fachada occidental se realizó en la primera fase constructiva. Dos grandes contrafuertes dividen en tres calles la fachada y trasladan al exterior la organización interior en tres naves que presenta la iglesia. Presencia de ventanas adinteladas modernas, dos en el lado norte y una en el sur, y otra sobre la portada, que según Castillo "sustituye a un hermoso rosetón que iluminaba la iglesia en las horas de la tarde".
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La portada, con dos arquivoltas que se apean en cuatro columnas de fustes lisos y monolíticos. Los capiteles son vegetales, muy estilizados.
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En el centro se encuentra un tímpano sostenido por dos mochetas adornadas con motivos geométricos esculpidos. Hipólito de Sa indica que este tímpano es una reproducción de otro antiguo, basándose en que el color de la piedra del mismo y las que están a su alrededor son distintos. Su decoración es a base de un festón de arquitos en semicírculo.
Columnas y capiteles.
Debido a los avatares del edificio, desapareció el tejaroz que se situaba sobre la puerta principal, sostenido por varios canecillos. Sólo ha llegado en su lugar original uno, muy sencillo, rematado por un rollo (ángulo superior derecho de la imagen), como los de los ábsides.
En cuanto al muro norte, también está reforzado por cuatro robustos contrafuertes prismáticos, escalonados en su parte superior, que traslucen la división en tramos del interior.
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Se conserva una puerta de medio punto que se descubrió en la restauración realizada en 1980. Está enmarcada por otro arco mayor, sin columnas y remata con un pequeño tímpano semicircular tallado en la pieza que hace de dintel, en cuyo centro se aprecia débilmente una sencilla cruz de brazos iguales y dos circunferencias que la flanquean.
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Llegamos ahora a la parte de la cabecera de la iglesia.
Por el exterior, destaca el conjunto de la cabecera, realizada en la primera campaña constructiva de la iglesia; los tres ábsides se elevan sobre dos sencillos retallos y tienen una decoración similar.
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La segunda campaña de obras, en el siglo XIV, se distingue con mayor dificultad al ver el exterior del edificio. A esta fase corresponde el testero de la nave, donde se sitúa el rosetón.
Como se menciona más arriba, a Fernán Pérez de Andrade se le atribuye haber levantado la parte del edificio que había sido dañada por un supuesto incendio sufrido por el monasterio en 1338. Es por ello que en la actualidad todavía se puede contemplar como antefija, sobre el piñón del muro de la nave, un jabalí, símbolo de su familia, que lleva sobre su lomo una cruz flordelisada.
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Acceso al claustro, dependencias monacales y capilla de Santa Catalina desde esta parte del recinto.
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Capilla de Santa Catalina.
Según Ángel del Castillo, esta capilla debió ser construida a fines del siglo XIV o principios del XV como panteón de sus fundadores. Es de planta rectangular y se cubre con bóveda de crucería mal trazada, ya que la clave no coincide con el centro de la misma.
Por el exterior presenta una colección de canecillos con figurillas humanas, colocados bajo el alero que, aunque el mencionado autor dice que fueron aprovechados de la propia iglesia tras el incendio, son ya góticos.
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Ventana de la capilla de Santa Catalina.
El ábside central sobresale considerablemente en altura respecto a los laterales, está reforzado por cuatro contrafuertes prismáticos, dos en los extremos y los otros en el semicírculo, en lugar de columnas. En cada uno de los paños que se forman se abre una ventana de medio punto. La cornisa está sostenida por canecillos con perfil de nacela y un rollo en su parte superior, mientras el alero está decorado con una sucesión de billetes.
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Los ábsides laterales presentan una organización similar. En el del norte destaca el tramo recto, que en el meridional queda oculto tras la capilla de Santa Catalina. También aparecen contrafuertes, generando un lienzo de pequeño tamaño y otro mayor donde se abre la ventana.
Ábside sur.
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Las cornisas están sostenidas por canecillos de nacela, casi todos con rollo en la parte superior. Los bordes de los aleros de los ábsides laterales se decoran con un grueso zig-zag, elemento muy frecuente hacia fines del siglo XII.
Ábside norte.
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Pasamos ahora al claustro y dependencias monacales.
Del viejo monasterio sólo queda lo que fue reedificado en el siglo XVI, al ser incorporado, por la Reforma impulsada por los Reyes Católicos en 1509, a San Martín Pinario, pasando a ser priorato. El edificio es utilizado para las actividades de la parroquia.
El claustro fue objeto de rehabilitación en el año 2004.
Puerta con arco conopial, da acceso a actuales dependencias de la parroquia. Procede del antiguo claustro desaparecido.
Escalera de acceso a la parte superior del claustro.
Vista de la iglesia y, a la derecha, la capilla de Santa Catalina, del siglo XIV, a la que nos hemos referido un poco más arriba al ver la cabecera de la iglesia.
Otra de las puertas conservadas del antiguo claustro, esta con motivos geométricos.
Contrafuertes del muro sur de la iglesia.
Canecillo de la capilla de Santa Catalina con figura humana.
Restos arquitectónicos conservados procedentes del antiguo claustro.
Fin de la Parte I.
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