Hoy
visitamos la iglesia románica, de principios del siglo XIII, del
antiguo Monasterio de Santa María de Mezonzo, en Vilasantar,
provincia de A Coruña. En esta Parte I veremos las fachadas de la
iglesia con sus portadas, los tres ábsides de la cabecera, y haremos
un breve recorrido por la historia del monasterio.
Click Aquí para ver la Parte II, el interior de la iglesia, de planta basilical de tres naves.
Click Aquí para ver la Parte II, el interior de la iglesia, de planta basilical de tres naves.
Coordenadas
de situación de Vilasantar
en
Galicia. Amplíe el mapa y llegará a la
iglesia del antiguo Monasterio de Santa María de Mezonzo: 43.060360, -8.134564
Nota:
Los textos que figuran en cursiva han sido extraídos de la
Tesis Doctoral de María del Pilar Carrillo Lista titulada Arte
Románico en el Golfo Ártabro y el Oriente Coruñés. Capítulo 9:
Iglesias basilicales, apartado 9.1, Iglesias basilicales de la
segunda mitad del siglo XII y principios del XIII, pags. 527 a 549.
Universidade de Santiago de Compostela. Facultade de Xeografía e
Historia. Departamento de Historia da Arte. Santiago de Compostela,
2005.
Intercalamos
entre las imágenes apuntes de la autora referidos a la historia del
Monasterio. Después atenderemos a las interesantes conclusiones de
la profesora Carrillo Lista en las que establece las tres etapas
constructivas de la iglesia.
Nos
hallamos frente a la fachada sur de la iglesia. Vamos a circundar la
iglesia para más tarde centrarnos en cada una de las fachadas y en
los tres ábsides de la cabecera. Escuchamos las explicaciones de la
autora, ya saben, en
cursiva.
Este
antiguo monasterio, del que poco más se conserva que la iglesia,
actualmente parroquial, pertenece al municipio de Vilasantar. Su
origen es muy antiguo, quizá de época visigoda, aunque la primera
mención documental data del siglo IX, entre los años 866 y 870, el
abad Reterico recibe de manos de Alfonso III la villa de Mezonzo con
la iglesia de Santa María para que en ella funde un monasterio.
El
religioso reunió a una serie de eremitas que vivían en zonas
próximas, lo que originó un cenobio dúplice. La primera mención
documental a él referida que se conoce es un escrito del año 870 en
el que consta la paga del censo u oferción que el citado abad daba a
Alfonso III por el convento y las iglesias de "San Pedro y Santa
María de
Monasterio".
A
Reterico le sucedió su sobrino Fulgaredo, con quien los monjes y
monjas firman un
pacto en el año 871 comprometiéndose a seguir la Regla trazada por
los Santos Padres, haciendo vida común y religiosa.
En
el 958, el rey Ordoño IV donó esta iglesia al recién fundado
monasterio de Santa
María de Sobrado, que tres años antes el abad Gundesindo,
descendiente de Reterico, había dado al obispo Sisnando III y a su
padre, el conde Hermenegildo, fundador de Sobrado, a cambio de la
iglesia de Santa María de Dilatáns, situada en la falda
del Montesacro, en el lugar de Argonti.
Emprendemos
la marcha. Dejamos
atrás la fachada sur. Volveremos más tarde...
San
Pedro de Mezonzo, abad de Sobrado y Antealtares, y obispo de Iria
desde el año 985
hasta aproximadamente el 1003, profesó muy joven como monje en este
monasterio tras haber sido capellán de la infanta doña Paterna,
esposa del conde Hermenegildo.
Estatua
de San Pedro de Mezonzo, situada en la iglesia de San Martín Pinario
de Santiago de Compostela (Click Aquí para ver nuestra visita a S. Martín Pinario).
Nos
detenemos a contemplar este cruceiro.
No
se sabe con exactitud en qué momento pasa el cenobio de Santa María
a ser un priorato dependiente de Sobrado, pero en un documento
fechado el 14 de abril de 1157
se menciona a Lucio, prior de Mezonzo.
El
16 de agosto de 1183, Fernando II confirmó la jurisdicción sobre la
tierra de Sobrado que
había donado en su testamento el conde don Fernando Pérez de Traba,
añadiendo el monasterio de Mezonzo con su coto. El cenobio aparece
entre las posesiones de la iglesia compostelana en la confirmación
realizada por Alfonso IX en Zamora el 4 de mayo de 1188.
Urraca
Fernández de Traba dejó en su testamento una manda de treinta
sueldos y una yegua para la obra de la iglesia, lo que sugiere que
estaba inacabada en 1199.
En
1380 vuelve a aparecer la figura de un abad en un documento. Lo que
se desconoce es si en verdad se había vuelto a instaurar en el
monasterio
de Santa María de Mezonzo una vida independiente del de Sobrado.
En
el año 1498 vino a Galicia Fray Rodrigo de Valencia, quien, en
virtud de la reforma
que habían impulsado los Reyes Católicos para los monasterios de
Galicia, suprimió el de Santa María de Mezonzo y lo incorporó al
de San Martiño Pinario. Fray Rodrigo necesitó la ayuda de los
oficiales reales para poder realizar la visita y reforma de Mezonzo,
en concreto, la del Licenciado Maldonado, no sin antes haber
declarado tres veces en rebeldía al abad por no comparecer a sus
citaciones.
El
20 de junio de 1499, se firmó un pacto entre el reformador y los
abades de Mezonzo y Toques, por el que éstos renunciaban a sus
abadías.
El
cardenal Hoyo indica que en 1607 Mezonzo era un priorato con
parroquia regentada
por un monje dependiente de San Martiño Pinario. Los frutos se los
llevaba San Martiño Pinario, ya que Mezonzo era anexo del cenobio
compostelano, y la fábrica tenía de renta un real y tres
cuartillos, y tres ferrados de centeno que, según se puede apreciar,
eran insuficientes para conservar en condiciones la iglesia y las
dependencias monasteriales, cuyos restos estuvieron
adosados al lado sur de la iglesia, como todavía puede verse en el
muro.
Los
tres ábsides.
Ahora,
las conclusiones de la autora, al final de su trabajo sobre la
iglesia, parte de su tesis doctoral citada más arriba.
En
la construcción de la iglesia de Santa María de Mezonzo se
distinguen tres etapas:
la primera corresponde a la edificación de los ábsides, que tienen
unos capiteles y basas que, junto con la presencia de la cornisa con
arquitos, similar a la de otras obras
datadas a fines del siglo XII, y el empleo predominante del arco
apuntado en el interior del templo, llevan a fechar la primera
campaña constructiva hacia 1200 o en los primeros años del siglo
XIII. De este momento sería también parte del muro norte de la nave
y el trazado del primer pilar septentrional, de sección diferente a
los demás.
En
una segunda campaña se construirían los demás muros laterales de
las naves y los otros tres pilares compuestos, en los que se produce
un cambio en la ornamentación de capiteles y basas. Nos
llevan hacia 1210-1220. En este momento se intentó abovedar la
iglesia comenzado por el lado sur, plan que fue abandonado en favor
de la cubierta de madera única para las tres naves. Las portadas
norte y occidental, que tienen puntos en común. pertenecerían
también a la segunda campaña, pero la puerta principal fue
reconstruida posteriormente empleando piezas de diversa procedencia,
entre ellas, algún capitel gótico.
Por
último, se construirían las partes altas del templo: los arcos
formeros y los fajones de la nave central, donde se emplean capiteles
con decoración que anticipa la de algunas iglesias góticas, con una
gran estilización de las formas vegetales. Esto lleva a una fechas
hacia mediados del siglo XIII. De este mismo momento sería la puerta
sur, realizada siguiendo un modelo de tradición románica, pero con
una talla más acorde con la del gótico.
Vamos
girando hacia la fachada norte.
Fachada
norte.
Fachadas
norte y oeste, a
la derecha.
Fachada
oeste, portada principal.
Al
lado de la iglesia está el cementerio.
Volvemos
hacia la fachada sur.
Al
volver hacia la fachada
sur reparamos en esta vista del cruceiro, a
lo lejos, desde
la parte de la fachada norte.
Regresamos
pues a la fachada sur para verla con más detalle.
En
los extremos de los muros laterales de las naves se
encuentran dos robustos contrafuertes y otros dos enmarcan las
portadas.
En
el muro sur todavía quedan huellas de las edificaciones
monasteriales anexas. En los paños laterales se abren ventanas de
medio punto, realizadas a desigual altura.
Bajo
el alero de los tramos central y oriental, se encuentra una colección
de canecillos de proa y nacela.
Las
piedras de la iglesia un día de sol y otro de lluvia, en dos fríos
días de febrero.
La
puerta sur presenta una decoración que, junto con el diferente tipo
de piedra empleada,
similar a la de las partes altas de la nave central por el interior,
indican que se hubo de realizar en la tercera fase constructiva de la
iglesia de Santa María de Mezonzo
ya que su ornamentación evidencia una cronología avanzada.
Es
abocinada, con dos arquivoltas semicirculares sobre columnas situadas
sobre un alto zócalo. Los fustes son lisos y monolíticos. Los
capiteles, de canon muy esbelto, presentan la talla más plana de
todos los de la iglesia, ya que las hojas que los adornan están
embutidas en la cesta, destacando tan solo los remates en pomas.
Columnas
de la izquierda.
Capiteles
de las columnas de la izquierda.
Columnas
de la derecha.
Capiteles
de las columnas de la derecha.
Ahora
vamos a ver los ábsides.
Por
el exterior de la iglesia de Santa María de Mezonzo se advierten
también diferencias que se derivan de las distintas campañas
constructivas del edificio. La cabecera, realizada en la primera fase
de las obras, se eleva sobre un basamento escalonado.
Ábside
central.
El
ábside central está dividido en tres paños verticales por dos
semicolumnas adosadas, como en otros edificios de fines del siglo
XII.
En
cada uno de esos paños se abre una ventana de medio punto con igual
organización que por el interior. Los capiteles se adornan con hojas
de poco relieve, en ciertos casos con los nervios centrales marcados,
y rematadas en pomas, volutas o en punta. La única excepción la
constituye uno de los capiteles de la ventana central, que presenta
dos aves de plumaje apenas marcado, que se dan la espalda -una en
cada cara- , volviendo y uniendo sus cabezas.
Ventana
de la izquierda del ábside central.
Una
imposta con
ajedrezado recorre el ábside central anillando las semicolumnas.
Bajo la cornisa aparece una sucesión de arquitos
de medio punto ciegos sostenidos por canes de proa. Esta solución se
utilizó en edificios del siglo XI, como San Antoíño de Toques, San
Xoán de Vilanova y San Martiño de Mondoñedo, después de lo cual
dejaron de construirse. Su reaparición se debe a la labor del
maestro Mateo, que los utiliza en la fachada exterior del Pórtico de
la Gloria, y a la arquitectura cisterciense, que los emplea en los
aleros de algunas de sus iglesias.
La
mayor parte de los edificios que presentan este tipo de decoración
son de finales del siglo
XII.
Ventana
central.
Capitel
de la ventana central, que presenta dos aves de plumaje apenas
marcado, que se dan la espalda -una en cada cara-, volviendo y
uniendo sus cabezas.
Sobre
el semicírculo de la capilla se abre el rosetón que
veremos en el
interior, que presenta la misma decoración a base de arquitos
trilobulados en la tracería y en cada dovela del óculo, y un
círculo moldurado alrededor. En el tramo recto de este ábside, bajo
las cornisas, aparecen canecillos de proa y uno, al sur, adornado con
la cabeza de un
carnero.
En
cada uno de los ábsides laterales se colocó también
una semicolumna adosada que, como en el central, se apoya en la parte
superior del basamento y alcanza la cornisa. También están
recorridos a la altura de las ventanas por una imposta que segmenta
en dos niveles los paños más cercanos a la capilla mayor.
Bajo
la cornisa se colocaron canecillos que en su mayor parte son de proa,
aunque aparecen algunos de nacela lisa, decorada con motivos
vegetales muy esquematizados o con una hoja que alberga una poma. En
los testeros situados sobre las capillas menores, construídos con un
granito más oscuro
que el de los ábsides, se abren sendas saeteras con remates de medio
punto tallado en una sola pieza.
Ábside
sur (el de la izquierda).
Ventana
de este ábside sur.
A
la izquierda el ábside central, a la derecha el ábside norte.
Canecillos
del alero del ábside norte.
Y
ahora nos dirigimos a la fachada norte.
En
los extremos de los muros
laterales de las
naves se encuentran dos robustos contrafuertes y otros dos enmarcan
las portadas.
La
portada norte
tiene un estilo decorativo muy diferente al de los ábsides, acorde
con el empleado en la segunda campaña. Es abocinada, con dos
arquivoltas de medio punto sostenidas por columnas acodilladas. Los
fustes son lisos, monolíticos los interiores y formados por dos
piezas los exteriores. El del extremo izquierdo es de mármol veteado
azul, y procede del edificio altomedieval.
Los
capiteles tienen decoración vegetal realizada de manera tosca: los
de la izquierda presentan un registro de hojas redondeadas y con
nervios realizados mediante meras incisiones; sobre ellas asoman unas
enormes volutas. Los del otro lado tienen hojas similares, pero son
más estilizadas. La cornisa de este lado se ha perdido, así como
los canes que la sostenían.
Fachada
occidental, principal de la iglesia.
Puertas
de acceso a lo que eran las dependencias del antiguo monasterio,
situadas al lado de la parte sur de la iglesia.
El
hueco que se ve a la derecha parece un pequeño ventanuco situado
entre las dos puertas de acceso a las dependencias del Monasterio,
entre el arco bajo el que nos encontramos y la otra puerta de madera.
Desde
el arco divisamos la portada.
De
la
segunda campaña también sería la portada occidental, enmarcada por
dos robustos contrafuertes que traslucen las tres naves existentes en
el interior de la iglesia. Llama la atención la ausencia de otros
dos en los extremos del muro, como sería normal en una iglesia de
las proporciones de Mezonzo; también es curiosa la inexistencia de
ventana alguna en los paños laterales.
La
portada es abocinada, con tres arquivoltas sobre otros tantos pares
de columnas. Los fustes son lisos y en algún caso monolíticos,
mientras que los demás están formados por dos o tres tambores de
desigual tamaño.
Sobre
la portada occidental aparece una ventana adovelada, de medio punto y
ligero abocinamiento exterior más grande que las demás de la
iglesia, por lo que pudo construirse posteriormente. En el piñón se
levantó una espadaña moderna de dos vanos.
Los
capiteles no se parecen a ningún otro de la iglesia: el canon que
presentan resulta achaparrado, y la decoración de los de las
arquivoltas menor e intermedia es gótica. Entre ellos destaca el
central de la izquierda, que es figurado
y muestra en cada cara un cuadrúpedo con alas, posiblemente
dragones, que se
dirigen a una figura antropomorfa sita en el vértice. La
talla es tosca y el deterioro del capitel importante, por lo que no
se puede precisar más allá de que se trata de animales fantásticos
que atacan a un hombre. Las tres cestas restantes presentan elementos
vegetales estilizados.
En
el centro alberga un tímpano monolítico de grandes proporciones que
no se ajusta bien al espacio marcado por las arquivoltas, ya que
sobresale por debajo. En la misma pieza se tallan las mochetas,
decoradas con rollos. El modelo que presenta, junto con el diferente
material y la colocación forzada indican que no es un elemento
original, sino puesto después, posiblemente en el momento en que se
volvió a montar la puerta.
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