Estamos
en Elviña, parroquia del municipio de A Coruña. Visitamos la
iglesia de San Vicente. Construida entre finales del siglo XII y
principios del XIII, sufrió diferentes avatares a lo largo de su
historia, entre ellos el pavoroso incendio que tuvo lugar en 1933.
En
esta Parte 1 vamos saber algo sobre la historia del monumento y
también vamos a ver las fachadas de la iglesia y además, en la
escalinata de acceso, el cruceiro, el altar y las placas que
recuerdan a quienes dejaron su vida muy cerca de aquí, en la Batalla
de Elviña, 1809.
Click Aquí para ver la Parte 2: El interior.
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Coordenadas
de situación de A Coruña en Galicia. Amplíe el mapa y llegará a
San Vicente de Elviña: 43.334221, -8.403143
Nota:
Los textos que figuran en cursiva han sido extraídos de la
Tesis Doctoral de María del Pilar Carrillo Lista titulada Arte
Románico en el Golfo Ártabro y el Oriente Coruñés. Capítulo 6:
Iglesias de la segunda mitad del siglo XII, epígrafe 6.1.: Iglesias
de nave única y cabecera rectangular; pags. 191 a 198. Universidade
de Santiago de Compostela. Facultade de Xeografía e Historia.
Departamento de Historia da Arte. Santiago de Compostela, 2005.
Comenzamos
el recorrido en la base de la escalinata que conduce a la fachada
principal de la iglesia.
Intercalamos
unos párrafos, en cursiva, en los que la autora nos aporta
unas breves pinceladas acerca de la historia del monumento:
La
parroquia de San Vicente de Elviña está situada a las afueras de la
ciudad de A Coruña. En ella hay constancia de asentamientos humanos
desde época pre y protohistórica, manifestada por un buen número
de mámoas en Monte das Areas.
Hacia
la mitad de la escalinata hacemos un alto. En este recinto veremos un
cruceiro, una mesa de altar y varias placas conmemorativas, en
referencia a la Batalla de Elviña, a la que nos referiremos más
adelante.
En
las inmediaciones también ha sido estudiado un importante castro
conocido como Castro de Elviña, en el que durante las campañas
arqueológicas desarrolladas se han encontrado monedas, cerámica y
restos de sus construcciones.
La
mesa de altar.
Las
noticias referentes a la situación de esta parroquia durante la Edad
Media son muy escasas. A mediados del siglo IX la villa de Elviña
figuró entre las haciendas concedidas al monasterio de Cambre
por el conde Alvito y sus hermanas.
A
comienzos del siglo XVII, el cardenal Hoyo informa que una parte y un
“desmero” de las rentas de esta iglesia se las llevaba el
rector mientras que la otra le correspondía al
monasterio de Santa Bárbara de A Coruña; por su parte, la fábrica
tenía unas leiras arrendadas en diez reales. La presentación corría
a cargo del monasterio de San Martiño Pinario.
El
cruceiro.
Este
emplazamiento también es conocido por ser donde murió el general
británico Sir John Moore en 1809 defendiendo A Coruña frente a los
franceses.
Wikipedia
nos aproxima a lo que sucedió muy cerca de aquí, la Batalla de
Elviña: https://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Elviña.
Dejamos
atrás este lugar evocador y emprendemos el ascenso hacia la fachada
principal.
La
iglesia fue quemada en la noche del 9 al 10 de diciembre de 1933 y
como resultado quedaron básicamente las paredes del templo.
Se hicieron algunos arreglos al año siguiente, pero la verdadera
reconstrucción se realizó entre 1940 y 1942, según figura en
documentos del Archivo Parroquial.
Ahora
nos encaminamos a la parte de la cabecera de la iglesia.
Prof.
Carrillo Lista:
Por
fuera se advierte el desnivel Este-Oeste del terreno sobre el que fue
construida la iglesia de San Vicente de Elviña.
El
ábside tiene el zócalo escalonado.
En
el testero quedan restos de la ventana, en concreto dos impostas de
nacela -de la que arrancaba una desaparecida arquivolta-, y una
chambrana adornada con billetes.
Bajo
los aleros se disponen canecillos que alternan la decoración vegetal
y la figurada; los del norte, ocultos por la sacristía, representan
una cabeza de bóvido, un cuadrúpedo de larga cola y sin cabeza
echado sobre la nacela, un contorsionista y dos hojas superpuestas,
una rematada en poma y otra en voluta.
En
el piñón se sitúa una antefija muy deteriorada que representa un
carnero acostado.
En
el piñón de la nave se encuentra una cruz de brazos iguales y
extremos ensanchados inscrita en un círculo, muy desgastada y
con su grosor muy reducido.
Lado
norte desde la cabecera.
En
los extremos del lado sur se encuentran sendos contrafuertes que no
se corresponden con el arco fajón del interior.
Entre
los canecillos del sur se repite el bóvido y el
canecillo con adorno vegetal; de los dos restantes, en uno aparece
una figura humana y el otro recuerda a un modillón de rollos.
Vamos
a continuar por la fachada sur. En la imagen se observa la
inclinación del terreno al que se refería la autora y el zócalo
escalonado del ábside, que se repite en los muros norte y sur.
Portada
de la fachada sur.
Tres
son las puertas de acceso a la nave, aunque la del norte está
tapiada. Las laterales rematan en sendos arcos de medio punto y
arista viva apeados en impostas de nacela y cobijan tímpanos sin
decoración -el meridional roto-, que se apoyan en mochetas, una del
acceso meridional con la cabeza de un bóvido.
Fachada
sur.
En
el lado sur refuerzan el muro cuatro machones que se estrechan
en su parte superior y, excepto el más occidental, todos se
prolongan hasta alcanzar el alero, sostenido por una colección de
canecillos en nacela.
En
cuanto a las ventanas, se abren dos saeteras a cada
lado de la nave, una de las del muro norte oculta tras la sacristía.
Fachada
principal.
La
fachada occidental está dividida en dos cuerpos por una imposta. El
superior, reconstruido modernamente, es de menor espesor, está
coronado por una espadaña de dos vanos y en el centro se abre una
ventana adintelada;...
Enmarcando
la portada quedan los arranques de dos contrafuertes escalonados, lo
que evidencia que las reformas efectuadas en este hastial no se
limitaron a las partes altas.
Portada.
...en
la parte inferior se encuentra una portada de gran luz, abocinada y
rematada por tres arquivoltas de medio punto sostenidas por columnas
acodilladas de fustes muy esbeltos, lisos y monolíticos. Las basas
son áticas y se encuentran muy deterioradas, y los capiteles, de
collarinos lisos, tienen decoración vegetal, predominando los de un
único orden de hojas muy pegadas a la cesta y sin apenas modelado,
rematadas en pequeñas bolas o volutas, o bien en punta.
Columnas
y capiteles de la izquierda.
Destaca
el capitel central del lado izquierdo, en cuyo vértice se encuentra
una hoja que termina en una destacada voluta mientras en las caras
laterales asoman rostros humanos de rasgos diferenciados. La cesta
interior del lado derecho muestra dos órdenes cuyas hojas,
realizadas de manera más delicada que las anteriores, acaban en
pequeñas pomas y volutas.
El
tratamiento que reciben estos capiteles es propio de finales del
siglo XII, como también lo es la fisonomía de la puerta, de grandes
dimensiones respecto a las de la nave, y las proporciones y
decoración de los capiteles, realizados por canteros distintos a los
que trabajaron en el ábside.
Columnas
y capiteles de la derecha.
Las
arquivoltas molduran sus aristas en bocel seguido de una media caña
en trasdós e intradós y envuelven a un tímpano liso de gran tamaño
sostenido por dos mochetas sin adornos. Alrededor se dispone
una sencilla chambrana de nacela.
Fachada
norte.
Tanto
el muro norte de la nave como el meridional presentan un zócalo
escalonado que aumenta de tamaño según se avanza hacia el poniente,
debido al desnivel del suelo.
Tres
son las puertas de acceso a la nave, aunque la del norte está
tapiada. Las laterales rematan en sendos arcos de medio punto y
arista viva apeados en impostas de nacela y cobijan tímpanos sin
decoración. En cuanto a las ventanas, se abren dos saeteras a cada
lado de la nave, una de las del muro norte oculta tras la sacristía.
En
1905, el lado norte de ábside y nave todavía estaban ocultos por
una estancia moderna que no se conserva y por la que se accedía a la
escalera del campanario, al coro y otras estancias. En este muro
septentrional de la nave sólo aparece un contrafuerte, que
corresponde con la fachada principal, y el alero desapareció junto
con la mayor parte de los canecillos, de los que sólo se
conservan cinco con nacela.
Aquí
concluye la parte de la visita, dedicada al exterior de la iglesia.
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