Visitamos
Pantón, una vez más. Hoy veremos la iglesia de San Fiz de Cangas.
Aquí hubo un monasterio benedictino femenino que ya está
documentado a principios del siglo XII (1108). La iglesia se empezó
a construir a finales del siglo XII y continuó durante el siglo
XIII, obedece, pues, a dos momentos estéticos, el románico y el
gótico pleno. Posteriormente experimentó importantes
transformaciones a lo largo de los siglos.
En
esta Parte 2 veremos el interior. El coro de madera, la nave y su
capillita del muro sur; los tres arcos de acceso al transepto con sus
bóvedas de crucería; la capilla mayor; el ábside sur, el del
norte, sustituido en el siglo XVII por la actual capilla de los
Torre Novaes, con sepulcros y lápidas; la sacristía, añadida en el
s. XIX. Pinturas murales; las tres pilas bautismales...
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Coordenadas
de situación de Pantón en Galicia. Amplíe el mapa y llegará a la
iglesia de San Fiz de Cangas: 42.486564, -7.641066
Nota:
Los textos en cursiva han sido extraídos de la Tesis Doctoral
de la Profesora Dª Teresa Claudina Moure Pena, que lleva por título:
Los Monasterios Benedictinos Femeninos en Galicia en la Baja Edad
Media: Arquitectura y Escultura Monumental, año 2015. La autora es
Licenciada en Geografía e Historia (Universidad de Santiago de
Compostela). Especialidad de Historia del Arte Antigua y Medieval y
de Museología.
Entramos
en la iglesia por la portada norte.
Nos
dirigimos a la parte de la portada principal, parte oeste, debajo del
coro.
A
la izquierda de la imagen, bajo la escalera de acceso al coro vemos
una de las tres pilas bautismales.
Miramos
hacia la puerta norte por la que hemos entrado. Las luces en la parte
de la nave y cabecera permanecen apagadas.
Cinco
minutos más tarde se hace la luz.
Ahora
leemos atentamente la explicación de la prof. Moure, en cursiva,
como de costumbre:
Respecto
a la nave, todo parece indicar que el resultado debió ser un cuerpo
de tres naves separadas espacialmente por una sucesión de arcos y
columnas en sentido longitudinal. Esta hipótesis la confirman los
escasos restos arqueológicos conservados atribuibles al cuerpo de la
nave.
Nos
encontraríamos así ante una ambiciosa fábrica que destaca del
resto de sus compañeras vecinas, ya que la estructura de tres naves
es algo que hasta la fecha se venía reservando a construcciones
catedralicias o monásticas de cierta entidad, y normalmente a
construcciones monásticas benedictinas masculinas; San Julian de
Moraime, Santa María de Mezonzo, Santo Tomé de Monteagudo, San
Vicente de Pombeiro o San Esteban de Ribas de Sil son buen ejemplo al
respecto, a los que se suma como una excepcionalidad la también
femenina benedictina de San Pedro de Ramirás.
Nos
consta que las comunidades de monjas nunca tuvieron grandes
necesidades espaciales, siendo frecuente que sus templos se
edificasen con una única nave un solo ábside y un crucero que no
adquiere un gran desarrollo o simplemente no se acusa de ninguna
manera, como podemos ver en la mayoría de los templos monásticos
benedictinos femeninos gallegos de época medieval.
La
excepcionalidad de San Fiz de Cangas debe verse en el marco de un
potencial empuje económico posible gracias al apoyo de los señores
locales y las donaciones que posibilitarían un proyecto ambicioso.
Obviamente esta saneada economía entró en periodos de crisis que
llevaron a que el proceso constructivo se fuese dilatando en el
tiempo.
El
cuerpo de nave que observamos hoy en día es fruto de las
reedificaciones que el inmueble experimentó a lo largo de los
últimos tres siglos.
Vamos
a ver ahora la capilla del muro sur de la nave, que contiene una
serie de elementos de gran interés.
En
1819 se habría procedido a reedificar la totalidad del
muro sur. Quizá en esta misma campaña
reconstructiva, o en un momento inmediatamente posterior, y
justificada por necesidades litúrgicas se construyese la pequeña
capilla abierta en el paramento meridional (el
muro sur) adosada al transepto y donde hoy se ubica la
magnífica pila bautismal románica.
Entramos
en la capilla y miramos a la izquierda. Es víspera de Reyes y el
Belén se puede ver en este arcosolio. A ambos lados del mismo están
las dos inscripciones a las que se refierirá la autora a
continuación.
Tal
como hemos visto en la Parte 1 (Click Aquí)
la autora nos explicaba
como en el siglo XVI la iglesia se estaba deteriorando, por lo que se
acometieron reformas. Entre ellas la construcción de altares
y capillas, abiertas en los muros laterales de la nave. Continuamos
con las palabras de la prof. Moure:
Por
desgracia no poseemos noticia alguna de estas construcciones a
excepción de una serie de testimonios epigráficos conservados.
Actualmente se encuentran encajados en uno de los lienzos de la
capilla abierta en el paramento meridional del templo y donde fueron
reubicados tras las obras de reedificación de la nave llevadas a
cabo en el siglo XIX.
Dichos
epígrafes confirman la financiación y posible edificación de
capillas al tiempo que proporcionan valiosos datos sobre sus
promotores y fecha de fundación. La primera inscripción deja
constancia de las concesiones realizadas por el clérigo don Pedro
Fernández de Sesnande en el año 1577 a una de las primitivas
capillas.
El
texto se desarrolla en tres registros horizontales aunque todo indica
que alcanzaba un mayor desarrollo y en ella se hace constar que:
EN
EL ANO : 1:5:7.7: PEDRO/
FR(enand)E
DE SESNANDE: CL(er)IGO: CO/ MISO: DEL: S(an)TO: OFF(ici)O: 130
ESTA.
CAPILLA/
SU
COSTA CON LIC(enci)A DEL ORDENO I SE LE EN/ CARGA LA CON(ed)A CADA
TRES
A(n)OS P(ar)A ESI SE CUMPLE (…)
A
su lado se encuentra reubicada otra inscripción perteneciente al
mismo benefactor, muy fragmentada, en la que también se
recogen ciertas mandas. El epígrafe desarrollado en cinco registros
expone lo siguiente:
[---
ESTA CAP(ill)A SEA
[---
SE UNA MISA CA(DA)
(s)
EMANA PA(ra) SI P(o)R Q(ue)
[---
SA LO DE COMPLIR EL S[---
[---
DE LA POUSA DE SESNANDE
En
el interior del templo se conservan tres pilas bautismales ubicadas
en el cuerpo de la nave; una de ellas se sitúa a los pies del templo
próxima a la portada occidental; otra junto a la portada
septentrional y una tercera en el interior de la pequeña capilla
abierta en el paramento meridional de la nave.
Esta
última es sin duda la más excepcional de los tres ejemplares. Se
trata de una pila elevada sobre un pie con basa moldurada en dos
toros superpuestos sobre plinto rectangular y copa semiesférica. La
copa se decora con una cenefa inferior de aristas verticales en
resalte y una cenefa superior de dientes de sierra enmarcada
por otras dos orlas de sogueado.
El
diseño de esta pila bautismal es claramente deudor de una tipología
de pila bautismal propia del estilo románico santanderino y
burgalés.
Salimos
de la capilla.
Vamos
a ver ahora los tres arcos de acceso al transepto (o crucero):
El
acceso al transepto se realiza a través de tres arcos de medio punto
doblados y de sección rectangular. El arco central exhibe la misma
luz que el arco de ingreso a la capilla mayor mientras que los
laterales ofrecen una luz menor. Apea el arco central sobre
semicolumnas adosadas a dos recios machones a los que se adosan
también las semicolumnas que recogen los arcos laterales.
Uno
de los recios machones, el que está entre el arco central y el arco
norte (el de la izquierda).
Elevamos
la vista y llegamos a ver esta linea de imposta con decoración de
ajedrezado, que recorre el espacio entre el capitel izquierdo del
arco central y el de la derecha del arco norte.
Arco
norte.
Capiteles,
de temática vegetal.
Volvemos
al arco central.
Semicolumna
adosada al recio machón.
Capitel
esculpido con temática figurativa; pareja de animales con cabeza
común afrontados en el ángulo del soporte.
El
otro recio machón, el que separa el arco central del sur.
El
capitel de este lado es idéntico al del lado contrario: temática
figurativa; pareja de animales con cabeza común afrontados en el
ángulo del soporte.
Aquí
vemos la linea de imposta con decoración de ajedrezado semejante a
la que hemos visto algo más arriba.
Y
llegamos al arco sur, el de la derecha.
Los
capiteles tienen temática vegetal, como los del arco norte.
Precede
a la cabecera un amplio transepto de planta rectangular
y articulado en tres tramos de la misma anchura que las capillas a
las que preceden y separados por arco de medio punto que apean
en semicolumnas adosadas a los frentes de los paramentos de cierre de
las capillas e interrumpidas a media altura por una cenefa ornada con
ajederezado.
Parte
sur del transepto, bóveda.
Parte
norte.
Bóveda
de crucería de la parte central del transepto.
Ábside
sur.
Adyacente
a la capilla mayor se abre una pequeña capilla meridional muy
discreta en cuanto a los planteamientos arquitectónicos; se articula
en un único tramo de planta rectangular y testero recto al que se
accede a través de un arco de medio punto doblado que apea sobre
columnas que están cortadas a media altura.
El
espacio se cubre con una bóveda de cañón generada por el arco de
medio punto y le sirve de arranque una imposta ornada con el motivo
de ajedrezado organizado en tres bandas. La misma solución presenta
la embocadura de la desaparecida capilla septentrional para la que
podemos conjeturar una planimetría análoga.
Los
capiteles.
El
capitel del lado del Evangelio (izquierda) de la capilla
meridional se decora con una composición figurativa; dos leones
ocupando las caras laterales y uno de ellos atacando a una serpiente.
El
capitel situado enfrente se ornamenta también con dos leones
situados en las caras laterales acosan a un pájaro situado en el
centro.
Vista
desde aquí del transepto, la nave y la puerta norte, por la que
hemos accedido a la iglesia.
El
retablo de esta capilla sur.
La
capilla mayor se compone de tramo presbiterial coronado por un ábside
internamente semicircular,
pero que al exterior se manifiesta pentagonal –este espacio se
encuentra actualmente oculto por un retablo barroco-.
El acceso a este espacio se articula mediante un sencillo arco
triunfal de medio punto doblado en arista viva que apea en columnas
entregas de fuste despiezado.
El
tramo presbiterial se cubre con una bóveda de cañón generada por
el arco triunfal de medio punto y reforzada por el arco fajón,
también de medio punto, que apea en dos semicolumnas.
Corona
el espacio un ábside que muestra al interior planta semicircular y
cubierto por una bóveda de horno que queda actualmente oculto por la
colocación de un gran retablo barroco de tipo frontal.
Parte
del presbiterio norte, o izquierda o del Evangelio, columnas y
capiteles que sostienen el arco triunfal (izquierda) y el fajón.
El
capitel del lado del Evangelio de la capilla mayor sobre el que se
apean el arco triunfal se ornamenta con cinco hojas pegadas a la
cesta que alcanzan la parte alta del soporte donde se proyecta hacia
el exterior con notable plasticidad.
Parte
sur del presbiterio.
El
capitel del lado de la Epístola sobre el que apea el arco triunfal
se decora con una composición vegetal de cinco hojas lisas, de mayor
tamaño las angulares, que cubren la superficie del soporte
proyectándose hacia el exterior en la parte alta. Sobre las hojas se
dispone una serie de pomas y piñas.
El
capitel del arco fajón del lado del Evangelio se decora con otra
composición vegetal; doble fila de hojas lisas y picudas, más
grandes las de la fila inferior.
Imágenes
y capitel del arco fajón, sur.
El
paralelo del capitel anterior se decora con una composición
figurativa; se representan dos parejas de cuadrúpedos con cabeza
común afrontados en los ángulos de la cesta. Sobre ellos y ocupando
el centro de la cara principal se dispone una cabeza de rasgos
grotescos.
Retablo
mayor.
Ahora
continuamos la visita en la capilla de la parte norte, pero antes
vamos a fijarnos en las pinturas murales, a la derecha de la imagen,
entre la capilla mayor y la citada capilla norte.
En
el transcurso de las obras de restauración (en 1989, ver Parte
1), el desencalado de los paramentos permitió localizar un
interesante ciclo pictórico en el que se narra el martirio de San
Esteban, representado en la embocadura de la cabecera, y en el frente
del paramento que separa la capilla mayor de la capilla
septentrional.
Parte
norte del crucero, la sacristía. A la derecha asoma la capilla
norte.
Y
llegamos por fin a la capilla norte, capilla de los Torre Novaes. Una
vista en redondo.
A
lo largo del siglo XVI destacados miembros de la nobleza local
impondrán su derecho a enterrarse en el interior del templo
monástico, que se convertirá ahora en uno de los principales
escenarios de enterramiento.
Es
un hecho constatado que a lo largo del siglo XVII seguiremos
asistiendo al progresivo acaparamiento del interior del templo con
enterramientos de miembros de la nobleza.
Así,
a comienzos de dicha centuria don Rodrigo López de Quiroga conde de
Torre Novaes por su afán de tener una notoriedad permanente en la
eternidad proyecta su propio espacio funerario en una zona bien
visible del templo, contribuyendo con ello a romper la unidad
arquitectónica del conjunto y la regularidad de su fisonomía
original.
El
empeño que este noble puso en conseguirse un espacio funerario
propio adecuado a las nuevas tendencias del momento le llevó a
alterar la unidad compositiva del templo desmantelando el primitivo
ábside del lado del Evangelio y edificando en este espacio una
capilla funeraria con acceso a la nave.
Columna
y capitel norte del arco de acceso a la capilla:
El
capitel del lado del Evangelio de la embocadura de la desaparecida
capilla septentrional se ornamenta con una composición vegetal
mediante dos grandes hojas de agua con nervio central hendido y
rematadas en pequeñas pomas. Una cabeza de animal centra la
composición en la parte alta de la cara central situada entre las
dos hojas.
Columna
y capitel sur.
El
capitel del lado de la Epístola se decora con una composición de
dos pisos de voluminosas piñas ocupando toda la cesta.
Casi
bajo el arco de entrada vemos estas lápidas en el suelo de la
capilla.
El
retablo y el escudo que hay sobre el mismo.
Bóveda
de la capilla.
Sarcófago,
estatua de don
Rodrigo López de Quiroga, conde de Torre Novaes,
escudo, en la pared norte de la capilla.
Pared
sur de la capilla, escudo y sepulcros.
La
autora se refiere a los sepulcros:
...dos
efigies yacentes pertenecientes a sepulcros parietales que se
conservaban en el atrio de la iglesia expuestos a los rigores del
tiempo y que fueron rescatados por Chamoso Lamas en los años de 1970
a raíz de sus investigaciones sobre la escultura funeraria en
Galicia y reubicados en el interior de la capilla funeraria de los
Torre Novaes.
Dichas
efigies pertenecen a los sepulcros de don Gómez Ares de Mosquera y a
su esposa doña Guiomar Menéndez de Noia; desconocemos la primitiva
ubicación de estos sepulcros, posiblemente bajo un arcosolio abierto
en los muros perimetrales del templo próximos al presbiterio o en la
misma cabecera de la iglesia, zona reservada a personajes de elevada
posición social o religiosa.
El
final de la visita está próximo. Nos dirigimos otra vez a la parte
de la puerta principal, pero antes hemos de fijarnos en esta imagen,
al lado de la puerta de acceso a la sacristía.
También nos fijamos en las lápidas de la imagen en el suelo de la parte norte del
transepto, también al lado del acceso a la sacristía.
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