Estamos
en Cervo, al norte de la provincia de Lugo. En 1970 se inauguraba,
bajo la dirección de Isaac Díaz Pardo, la fábrica de cerámica de
Sargadelos, la fábrica moderna, la actual. La nueva construcción
formaba parte de un proyecto denominado Laboratorio
de Formas,
instrumento multidisciplinar y colectivo destinado a la recuperación
moderna de la identidad gallega,
impulsado por Díaz Pardo y otros creadores e intelectuales gallegos
en el exilio, destacando entre ellos Luis Seoane y Andrés
Fernández-Albalat (arquitecto de la obra).
La
exitosa trayectoria de la moderna Sargadelos, situada muy cerca del
complejo siderúrgico y cerámico creado a finales del siglo XVIII
por otro pionero, emprendedor, Raimundo Ibáñez, se centró en el
diseño y la integración del arte y la industria, comenzando por el
propio conjunto de construcciones que componen la fábrica,
destacando el emblemático edificio circular.
En
el capítulo anterior visitábamos
la fábrica antigua de Sargadelos. Click Aquí.
Coordenadas
de situación de Cervo en Galicia. Amplíe el mapa y llegará a la
moderna fábrica de Sargadelos: 43.666561, -7.403263
Los
textos que figuran en cursiva han sido extraídos del trabajo
de D. Antonio Río Vázquez: El Laboratorio de Formas de Galicia:
reconstruyendo la identidad regional a través de la arquitectura.
Se publicó en la revista ZARCH No.3, 2014: Enigmas de la innovación
Innovation Enigmas.
Leemos
en el propio trabajo, sobre el Prof. Río Vázquez: Arquitecto
por la ETSA de A Coruña, Master en Urbanismo y doctor por la
Universidade da Coruña. Profesor en el Departamento de Composición
de esa universidad, imparte docencia en las asignaturas de
Introducción a la Arquitectura, Historia de la Arquitectura,
Expresión Artística y Paisaje Cultural.
Profesor
invitado en la Robert Gordon University de Aberdeen (Reino Unido) y
en la Universidade do Minho (Portugal). Director del proyecto de
investigación “Historia de la restauración y puesta en valor del
patrimonio arquitectónico en Galicia”, becado por la Diputación
Provincial de A Coruña en la Convocatoria de Becas de Investigación
del año 2007.
Miembro
del Grupo de Investigación en Historia de la Arquitectura de la
Universidade da Coruña, los resultados de sus investigaciones han
servido como aportación a seminarios, jornadas, congresos y eventos
de difusión científica nacionales e internacionales y han sido
publicados en libros y revistas.
Llegamos
a Sargadelos, una mañana de sábado. No hay nadie aún por aquí.
Estacionamos nuestro vehículo junto a esta construcción de piedra.
Divisamos el complejo desde aquí.
Nos
dirigimos a la entrada principal.
Nos
situamos en esta amplia zona de aparcamiento. Miramos a derecha…
...e
izquierda.
Nos
acercamos pues a la entrada.
A
partir de aquí vamos a ir intercalando una serie de párrafos
extraídos del trabajo del prof. Río Vázquez. Comenzamos con el
resumen que hace el propio autor:
El
Laboratorio de Formas es un proyecto
interdisciplinar impulsado por Luis Seoane e Isaac Díaz Pardo desde
el exilio argentino a mediados del siglo XX, con el objetivo
de reconstruir la identidad y la memoria de Galicia a partir del
estudio y la divulgación de las formas existentes en su historia y
tradición.
Entre
sus líneas de actuación se fija la recuperación de la industria
cerámica creada por Antonio Raimundo Ibáñez en Sargadelos (Lugo) a
comienzos del siglo XIX. Con esa intención se crean las fábricas de
la Magdalena (Argentina) y, a finales de los años sesenta, el nuevo
complejo industrial de Sargadelos. En su arquitectura, proyectada por
Andrés Fernández-Albalat en colaboración con Díaz Pardo, el
edificio industrial encuentra nuevos caminos, vinculados a la idea de
un “nuevo regionalismo”, dónde se produce una atenta lectura del
lugar y se busca humanizar y significar el espacio de los
trabajadores.
El
Laboratorio entiende las formas como un amplio
territorio que va desde el diseño industrial hasta la implantación
urbana. Dentro de ese territorio, los principios de la modernidad
evolucionan hasta convertirse en una recuperación de la identidad
regional. Según defendían sus creadores, una obra debe ser hija de
su tiempo pero no ignorar de dónde proviene.
Comienza
a llover. Nos refugiamos en el soportal de la entrada. Desde aquí
divisamos la estatua de Raimundo Ibáñez, que volveremos a ver con
más detalle más tarde.
En
el año 1954, Sigfried Giedion publica un artículo sobre la relación
entre la arquitectura moderna y la tradición local,
defendiendo un «nuevo regionalismo» que incorporase la identidad y
la memoria del lugar como principios sustentantes.
En
las mismas fechas surge en Argentina el Laboratorio de Formas, de la
mano de dos exiliados procedentes de Galicia –Luis Seoane e Isaac
Díaz Pardo– como un proyecto de recuperación de la identidad y de
la memoria histórica de la región gallega a través del trabajo en
las diferentes escalas de la arquitectura, que buscará
materializarse con acciones concretas a ambos lados del Atlántico.
Conocer la trayectoria y experiencia vital de sus iniciadores nos
permite entender la génesis del proyecto.
La
verja de entrada permanece cerrada. Frente a donde nos encontramos
vemos una de las salas de exposiciones que hay en la construcción
circular.
Luis
Seoane López nace en 1910 en el seno de una familia de emigrantes
gallegos. Con diez años viaja a Galicia, estableciéndose en
A Coruña. Posteriormente se traslada a Santiago de Compostela, donde
se licencia en Derecho y Ciencias Sociales. Durante su formación
comienza a experimentar con el dibujo, realizando su primera
exposición de retratos y caricaturas en 1929.
En
esa época, en las aulas y tertulias compostelanas confluyen tres
generaciones clave para la cultura gallega del siglo XX: los maestros
de la Xeración «Nós» como Otero Pedrayo y
Castelao, los discípulos y continuadores de ese magisterio como
Dieste o Maside y los que tienen una edad similar a la de Seoane,
como Cunqueiro o del Riego. Seoane reconocerá posteriormente la
trascendencia de estos fecundos años en el origen del
Laboratorio de Formas.
Al
otro lado del Atlántico, integrado en la colectividad de
exiliados gallegos, pretenderá recrear el ambiente cultural que
había dejado atrás, comenzando una intensa etapa creativa y
sentando las bases del Laboratorio de Formas, un
proyecto que no abandonará hasta su muerte, acontecida en A
Coruña en el año 1979.
Seoane
reconoce el movimiento renovador que se está produciendo en la
arquitectura gallega, aunque indica pocos nombres, como Andrés
Fernández-Albalat o Agustín Pérez Bellas.
También
explica que “algunos de los mejores hijos de Galicia” trabajan
fuera de su tierra natal, como ocurre con los arquitectos
residentes en Madrid Alejandro de la Sota y Ramón Vázquez
Molezún.
Desde
la verja tomamos unas imágenes de esta parte circular de la fábrica.
En
1954, un segundo nombre entra en escena: Isaac Díaz Pardo
(Santiago de Compostela, 1920 - A Coruña, 2012) pertenece a la misma
generación que Ramón Vázquez Molezún o Andrés Fernández-Albalat,
y se forma también en Madrid pero, a diferencia de éstos, lo hace
como pintor en la Academia de Bellas Artes de San Fernando,
finalizando sus estudios en el año 1942.
En
un viaje a Londres realizado en 1946 conoce a varios exiliados
políticos españoles y empieza a forjarse en él la idea de
abandonar la pintura y tomar un camino diferente. Regresa a Galicia,
y se instala con su mujer en O Castro de Samoedo, cerca de Sada (A
Coruña). La lectura del libro Cerámica de Sargadelos
(1922), de Felipe Bello Piñeiro, le permite conocer la historia de
la experiencia industrial llevada a cabo por Antonio Raimundo
Ibáñez en Sargadelos (Lugo).
Hay
diversas obras expuestas. También en vitrinas.
Empleando
los mismos caolines que habían servido a la empresa de Ibáñez,
Díaz Pardo establece nuevas fábricas en O Castro de Samoedo,
ocupándose también del diseño de las piezas: elementos
decorativos, servicios de mesa... e introduce dos principios que
caracterizarán el desarrollo del Laboratorio de Formas:
el diseño como un servicio a la sociedad en todas sus escalas y la
integración del arte y la industria. No sólo se ocupa de los
diseños, también inventa aparatos para mejorar la
producción: molinos, calibradoras, extrusoras, hornos…
Giramos
la vista de izquierda a derecha.
Como
había sucedido con la primera experiencia en Sargadelos, enseguida
llegan los problemas a O Castro, atacada desde el gobierno por
el pasado galleguista dela familia de Díaz Pardo.
Todas
esas circunstancias y la oportunidad de crear en Argentina un nuevo
proyecto industrial que le permita reforzar el existente en O
Castro conducen a la serie de viajes que Díaz Pardo realiza entre
1955 y 1968.
En
Buenos Aires se reúne con el exilio gallego y, junto a Seoane,
trabajan en la definición de un lugar común dónde puedan
materializar sus ideales, una suma de proyectos que se irán
concretando en el tiempo. A ese instrumento multidisciplinar y
colectivo destinado a la recuperación moderna de la identidad
gallega se le da el sugerente nombre de Laboratorio de
Formas.
En
las proximidades de la ciudad colonial de Magdalena (Argentina) surge
la posibilidad de establecer un nuevo complejo industrial. Para Díaz
Pardo Sargadelos, O Castro y la Magdalena son tres lugares
interconectados que forman parte del origen físico del
Laboratorio de Formas.
A
mediados de los años sesenta comienzan las gestiones para recuperar
el complejo industrial de Sargadelos y hacerlo emblema de los
principios defendidos por el Laboratorio. Al
proyecto de Seoane y Díaz Pardo se une un tercer nombre: el
arquitecto Andrés Fernández-Albalat (A Coruña, 1924, titulado por
la Escuela de Arquitectura de Madrid en 1956), quién realiza el
proyecto de las nuevas instalaciones en Sargadelos.
Todos
coinciden en que no se trata de una reconstrucción de las antiguas
fábricas de cerámica, si no en recuperar su identidad acorde
a los nuevos tiempos, teniendo en cuenta las raíces históricas.
A
la derecha vemos la entrada a la tienda.
La
integración de Albalat en el proyecto iniciado desde Argentina por
Díaz Pardo y Seoane hace que su arquitectura industrial
evolucione. Cuando recibe el encargo de diseñar la nueva fábrica en
Sargadelos la entiende también como lugar e imagen principal del
Laboratorio. En el año 1967, envía una primera
versión que es analizada desde el otro lado del Atlántico: una
corona circular que anilla el itinerario de producción.
Es
una fábrica con soportales y con una plaza interior que permite
reuniones y celebraciones de todo tipo. Más allá de erigirse como
imagen identificativa, la arquitectura se convierte en un lugar
reconocible, con identidad, como anhelaban también Seoane y
Díaz Pardo.
Más
a la derecha, al lado de la verja de entrada vemos este mural cuyo
autor es Seoane.
En
el año 1968 comienzan las obras. Díaz Pardo, ya de regreso en
Galicia, colabora con Albalat en la concreción del proyecto,
mezclándose la autoría de ambos en el diseño final. El primer
dibujo que Albalat había presentado a Díaz Pardo tenía forma de
herradura, y Díaz Pardo le sugirió cerrar el círculo, “así el
proceso lineal se completó convirtiéndose en un recorrido
infinito”.
La
complejidad del programa, en permanente revisión y ampliación –como
el propio Laboratorio–, incluye zonas de
producción, de administración y exposición, dos edificios
diseñados íntegramente por Díaz Pardo destinados a Seminario
(biblioteca y salas de debate) y Auditorio e incluso una pequeña
residencia, además de los espacios de circulación y relación
diseminados por el conjunto.
El
proyecto del Laboratorio contemplaba también unas líneas de
actuación destinadas a la recuperación y divulgación de la
memoria regional, además de la reconstrucción de la
industria de Sargadelos, como la creación de una editorial o de un
museo que recogiera el arte gallego contemporáneo.
En
mayo de 1970 se inaugura la planta circular de Sargadelos con la
celebración del IV Seminario Sindical de Diseño Industrial.
En la intervención de Luis Seoane perviven las ideas fundacionales
del Laboratorio: “Nosotros propugnamos por el
cultivo de las características culturales constitutivas de un país
o nación. [...] No se trata de remedar formas y estilos del pasado
en un país, sino de la actualización para el presente y para los
objetos de uso corriente de aquellas formas características y
racionales del pasado que pueden adaptarse a la industria actual”.
La
sesión inicial fue abierta por Díaz Pardo en nombre del Laboratorio
de Formas. En ella señaló la importancia del diseño en Galicia y
las posibilidades de su aprovechamiento en el desarrollo regional,
presentando seguidamente a Albalat, quién tituló su
intervención «Una arquitectura regional a nivel de nuestro tiempo».
Dado
que aún no ha llegado nadie por aquí, damos un pequeño paseo por
las instalaciones, bajo la fina lluvia primaveral, que apenas moja.
Subiremos por la rampa que se ve a la izquierda.
Giramos
a la izquierda.
Unos
metros más adelante divisamos otra estatua de Castelao.
La
obra que vemos tiene in azulejo en el que podemos leer: Castelao.
Cerámica refractaria de Vilma Villaverde sobre un banco de Arcadio
Blasco.
Bajamos
una pequeña escalera bajo la pasarela, vamos hacia el otro lado,
donde está la estatua de Raimundo Ibáñez.
La
obra también va acompañada de un azulejo en el que leemos: Antonio
Raymundo Ibáñez Marqués de Sargadelos. Cerámica refractaria de
Vilma Villaverde.
Pasamos
ahora al interior de la construcción o plaza circular. Comenzamos a
rodear el soportal por la izquierda.
Vamos
viendo la
serie de obras de la artista Vilma Villaverde (http://vilmavillaverde.com.ar/).
Curros
Enríquez, Eduardo Pondal. Cerámica refractaria de Vilma Villaverde.
Rosalía
de Castro. Cerámica refractaria de Vilma Villaverde.
Castelao.
Cerámica refractaria de Vilma Villaverde.
Valle-Inclán.
Cerámica refractaria de Vilma Villaverde.
Wikipedia
informa:
Sargadelos
comenzó
la nueva época fabricando servicios de mesa y piezas de decoración,
empleando como colores básicos el azul y el marrón dorado,
incorporando el rojo en las piezas muy especiales pues el proceso de
este color encarecía el producto.
Se
dio importancia a las formas clásicas incorporando además nuevas
formas vanguardistas salidas del estudio de Laboratorio de Formas y
diseñadas por Luis Seoane. Tuvieron especial interés los retratos
de personajes célebres de las letras y el arte, tanto en forma
escultórica como en jarras Mambrú.
La
primera de esta serie fue la obra dedicada a Rosalía
de Castro seguida
por Antonio
Machado,
León
Felipe,
Castelao,
Unamuno,
Valle
Inclán y
Pérez
Galdós y
el pintor Picasso.
Personajes del medioevo como el maestro Mateo, el obispo Gelmírez o
la popular heroína, María
Pita.
En otro momento salió la serie fauna con reproducciones de toda
clase de pájaros propios de Galicia, gatos, vacas, etc.
Otra
serie que tuvo una aceptación popular y de gran éxito fue la de los
amuletos,
figuras pequeñas para colgar del cuello, cada una con su leyenda
particular, inspiradas en las historias de las meigas
y
la forma de defenderse de sus hechizos.
Nostalgia de los principios de la fabrica cuando eramos 7u 8 personas que trabajabamos aaallieestuvieterminada la planta
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