Continuamos
el paseo por el sendero homologado PR G 79, la Senda del río
Arenteiro, que discurre entre los municipios de O Carballiño y
Boborás, a lo largo de 11,5 kms.
En
esta Parte 5, vamos a terminar el trecho que nos queda, entre el
puente medieval Ponte do Santo Sepulcro y la aldea de Cabanelas. En
el capítulo anterior partíamos de Pazos de Arenteiro para recorrer
el PR G 79 en sentido contrario al de nuestros capítulos iniciales,
visitábamos la villa y caminábamos por la maravillosa Ruta Pozo dos
Fumes, río arriba. Hoy, desde el puente medieval, seguimos el PR G,
en ascenso desde el río hacia Cabanelas. Pero antes iremos río
abajo, a donde el Arenteiro se encuentra con el Avia, donde está el
otro puente medieval, Ponte da Cruz.
Una
casa al borde del antiguo camino que desde Leiro salvaba el río
Avia, a través del puente Ponte da Cruz, y conducía hasta Pazos de
Arenteiro, que era un cruce de caminos que iban desde el interior de
Galicia a la costa y también hacia Santiago de Compostela.
Coordenadas
de situación de Boborás en
Galicia.
Amplíe el mapa y llegará al
inicio de nuestro paseo de hoy, en el puente Ponte do Santo Sepulcro: 42.399601, -8.141139
Comenzamos
pues, en la margen derecha del río Arenteiro, en el puente Ponte do
Santo Sepulcro, donde
concluyó nuestro capítulo anterior (Click Aquí).
Leemos,
en la web del Concello de Boborás, http://boboras.gal/:
Puente
medieval sobre el río Arenteiro en el antiguo camino a Pazos, de dos
vanos con luces de 10 y 4,82 metros, de sillería con arcos de medio
punto y desaguadero adintelado. Rasante ligeramente abombada.
Presenta un robusto machón en el que estriban los dos arcos, sobre
la clave de la arcada mayor se aprecia la cruz del Santo Sepulcro y
el relieve de un Santo. Se observan abundantes marcas
de cantería.
Nos
asomamos para mirar río arriba. El Arenteiro no trae mucha agua en
esta fecha.
Vista
río abajo.
Continuamos
caminando sobre el puente.
Al
terminar de cruzar nos fijamos en un indicador que nos dice que a O
Carballiño (inicio o final de la ruta, al otro extremo del PR G 79)
hay 10,8 kilómetros, y, a Cabanelas, donde concluirá nuestro camino
de hoy, hay 1,1 kilómetros.
El
camino sigue. Estamos pisando un antiguo empedrado, que corresponde
al antiguo camino a Pazos de Arenteiro, que viene desde Ponte da
Cruz, donde cruza el río Avia para seguir el Arenteiro río arriba
hasta el puente Ponte do Santo Sepulcro.
Nos
aproximamos al Muiño do Arenteiro.
Como
se ve, el molino se encuentra en ruinas, aunque las muelas siguen
ahí.
A
la izquierda vemos los canales de paso de las aguas, se conservan en
buen estado.
Llegamos
ahora al punto en el que el PR G se desvía a nuestra izquierda y de
frente continúa hacia Ponte da Cruz. Los indicadores nos informan:
el de la parte inferior señala la distancia hasta O Carballiño hay
10,3 kilómetros; el de la parte superior señala a Ponte do Castro
450 metros.
Optamos
por continuar por la margen del Arenteiro hacia Ponte da Cruz. Más
tarde volveremos a este punto para seguir ladera arriba el trazado
del PR G 79 hasta Cabanelas. En la imagen podemos observar, en la
parte izquierda, la señal en aspa que nos indica que este no es el
PR G.
El
Arenteiro discurre aquí plácidamente poco antes de ceder sus aguas a su
hermano mayor, el Avia.
Llegamos
a una zona en la que hay varias construcciones en ruinas. Podrían
ser viviendas. Este es el antiguo camino que desde Leiro salvaba el
río Avia a través del puente Ponte da Cruz y conducía hasta Pazos
de Arenteiro, que era un cruce de caminos que iban desde el interior
de Galicia a la costa y también hacia Santiago de Compostela.
En
el centro de la imagen siguiente, sobre una piedra del río, alguien
ha dejado un milladoiro. Sobre los milladoiros, leemos en un panel
que vimos en el Museo de las Peregrinaciones, en Santiago de
Compostela:
En
toda Europa y desde la antigüedad las piedras más diversas fueron
veneradas por su carácter sagrado, desde las enormes rocas
megalíticas a los pequeños montículos de guijarros. En estos
montículos se rendía culto a los espíritus de los caminos, de los
bosques y a las almas errantes. Los viajeros querían de este modo
ganarse el favor de la naturaleza, y también alejar el peligro de
los espíritus fijándolas a la piedra. Con el tiempo estos cultos se
fueron sincretizando al ponerlos bajo la advocación de diversos
santos. A lo largo del Camino de Santiago perviven estas
acumulaciones de piedras con el nombre de milladoiros siendo el
resultado de una prolongada acción anónima y colectiva. Marcan un
espacio transcendental, lleno de simbolismo y espiritualidad ya que
cada piedra arrojada por un peregrino es un reflejo de su deseo de
identificarse y comunicarse con un grupo mediante el ritual de
dejar una piedra más, la suya.
Al
llegar a esta otra edificación el sendero toma sentido descendente.
El
camino llega al nivel del río. Este indicador señala: Muiño do
Campo.
Nos
acercamos al cauce del río para ver el molino...
...pero
no vemos nada, nada más que el Arenteiro, con un caudal muy escaso,
a pocos metros ya de su final, como afluente del Avia.
Volvemos
al camino que nos lleva a Ponte da Cruz.
Ya
divisamos el puente.
El
viejo empedrado se eleva un poco para acceder al puente.
El
puente, de época medieval, sufrió graves daños como consecuencia
de la Guerra de la Independencia. Originalmente tenía cuatro grandes
arcadas de las que hoy tan sólo se conservan sus basamentos. Además
de una de las arcadas.
Hoy
se puede cruzar el puente gracias a una serie de elementos
constructivos de madera, a modo de pavimento. Sobre estos, se han
colocado unas rejillas metálicas para la seguridad del viandante,
dado que la madera puede resultar resbaladiza.
Hoy
en día sorprende un tanto la gran monumentalidad del puente en
relación con el cauce del río Avia. Esto es por causa de la
construcción de un embalse aguas arriba, que resta mucho caudal a
las aguas del Avia.
La
parte de la izquierda sería tal vez el antiguo cauce.
Iremos
caminando sobre las plataformas de madera, situadas sucesivamente
entre cada uno de los basamentos del puente.
Llegamos
a la arcada que conserva el puente.
Vamos
a subir a lo alto de la arcada.
Río
arriba.
Utilizamos
el zoom para acercarnos, a escasos 100 metros río arriba, al punto
en el que el Arenteiro se une al Avia.
Ahora
vista río abajo.
De
donde venimos...
…y
a donde vamos.
Ahora
dejamos atrás la arcada para dirigirnos al final del puente, a la
otra ribera del Avia.
Llegamos
al final. Desde este lado el indicador de la izquierda dice: Ruta de
Senderismo Pozo dos Fumes (ver nuestro capítulo anterior, Click Aquí);
el de la derecha dice: Ponte da Cruz.
A
continuación desandamos el camino hasta el desvío que había junto
al Muiño do Arenteiro y retomamos el PR G 79, rumbo a Cabanelas.
Continúa el sendero, ahora en ascenso. Volvemos a ver las
indicaciones blancas y amarillas que nos guían.
Después
de discurrir en moderado ascenso a lo largo de unos 450 metros, el
sendero va a girar a la izquierda, al llegar a un alto muro, al
fondo, en la parte superior de la imagen.
Recorremos
unos 70 metros al lado del muro. Aquí la pendiente se pone seria.
Llegamos
casi al final.
El
muro queda atrás. Nos detenemos para recuperar el resuello.
Llegamos
a una zona algo mas despejada y encontramos otro indicador: a
Cabanelas 700 metros y a Cima de Cabanelas 1,1 kilómetros.
Seguimos
caminando. Las fincas con viñedos nos acercan a Cabanelas.
Ya
vemos las primeras casas.
Cruceiro.
El camino discurre entre las casas en un terreno bastante empinado.
Nos
acercamos a la iglesia de Cabanelas.
El
sendero PR G 79 sigue serpenteando sobre el asfalto. Otro indicador.
A Pazos de Arenteiro, de donde venimos, 1,6 kilómetros. A Cima de
Vila de Cabanelas, a donde nos dirigimos, 700 metros.
La
iglesia está casi en la parte más alta de Cabanelas.
La
iglesia queda atrás.
Ahora
recorremos el trecho que nos queda, unos 400 metros, desde Cabanelas
a Cima de Vila de Cabanelas, que como su nombre indica está más
arriba.
Llegamos
a la primera casa de Cima de Vila de Cabanelas.
Aquí
es donde termina este capítulo y toda esta serie, a lo largo del
recorrido del sendero PR G 79, entre O Carballiño y Pazos de
Arenteiro, en Boborás, que, en sus 11 kilómetros nos ha ofrecido
tal conjunto de lugares sin igual que será difícil de olvidar.
Fin.
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